El objetivo es pudrirla. Partir de la base de que el FPV va
a hacer fraude y luego agarrarse de complicaciones y hasta delitos menores (que
siempre los hay en todos los sistemas electorales serios) para salir a romper
todo.
Como dudan de sus posibilidades electorales, juegan en el
plano de la tensión social y mediática. Es otra fase -nueva- de disputa. Hasta ahora
cuestionaban la legitimidad de ejercicio, decían "es una dictadura" y Mauricio Macri declaraba
Ahora mudaron directamente al cuestionamiento de la
legitimidad de orígen. Basta con sólo prestar atención a los títulos que lanza
Mauricio Macri para entrever la trampa.
O sea que ha puesto en palabras la
verdadera estrategia. Al decir "Espero que el 25 de octubre las cosas sean
normales" uno se imagina cómo deberían desarrollarse, ya que en código Cambiemos, "normalidad" equivale a Globos. Así las cosas ¿Qué debería suceder, que no sea una victoria de Macri, para
que "las cosas sean normales"? Si el oficialismo gana las elecciones tendremos
las principales ciudades del país con sus plazas centrales ocupadas por movilizaciones
de personas que no aceptarán el resultado, como consecuencia de todas estas
acciones que se han desplegado en torno a la elección de Tucumán.
Buscan acobardar a la sociedad, meter toda la tensión
posible y movilizar a su núcleo duro que, como sabemos, tiene amplia capacidad
de movilización.
Para tal fin, ya Elisa Carrió adelantó en julio cómo sería el plan
Hay que salir de la cuestión netamente electoral y los
diversos sistemas de votación: En Salta, Córdoba y Santa Fe, con voto electrónico y boleta única
perdieron. En CABA ganaron y en Mendoza, con sistema tradicional también ganaron. Graciela Fernández
Meijide le ganó con el sistema tradicional al aparato monumental de Eduardo Duhalde en
1997. Los ignotos Alejandro Armendariz y Elva Roulet le ganaron con sistema tradicional nada menos que al todopoderoso
Herminio Iglesias en 1983. Luis Juez hizo gran espamento en 2007 cuando perdió
una elección ajustadísima con Schiaretti y en 2011, con boleta única perdió por
más de 10 puntos...
Basta: el debate no pasa por ahí.
Como muy bien lo dicen los compañeros del blog
Nestornautas:
"El problema acá es otro, y va más allá de una
elección puntual, más o menos controvertida; y es que nos han arrojado fuera
del mundo de la política, con moralina de púlpito y dedito levantado: nosotros
somos los feos, malos, sucios, ladrones, perversos y asesinos; o todo eso
junto, y más.
Ellos -por el contrario- son la encarnación misma de la
esencia, la dignidad y las virtudes republicanas, y los designados vaya uno a
saber por quien y cuando para custodiar las instituciones; incluso de los
"excesos" y "errores" de la democracia, lo que los pone por
encima incluso de la propia soberanía popular."
Este accionar desestabilizador antes se coronaba con los
tanques en las calles. Ahora se les complica puesto que está en duda tanto la
capacidad operativa de las Fuerzas Armadas como la adhesión de su oficialidad a
volver a ocupar un rol que lo único que les garantiza, a la postre, es ir
presos. Sí pueden contar con el despliegue de las policías provinciales que ya
en diciembre de 2012 demostraron que pueden poner en vilo al país. Pero les
falta una carta, un poder que pueda arrogarse legitimidad y ese poder no es
otro que la corporación judicial que, como se sabe, está ansiosa por meter mano.
Lamentablemente para ellos, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha
tenido claridad política y audacia para prever posibles escenarios de golpes
institucionales a la hondureña y a la paraguaya, y ha accionado al interior
del aparato judicial que es el último recurso que tienen para llevar a cabo el
trabajo sucio. Cuando el kirchnerismo objeta a la corporación judicial no lo
hace para "quedarse con todo" sino para meter cuñas en un entramado
históricamente dispuesto a avalar las peores tropelías.
No está claro cómo les saldría esa jugada pero todo indica que van por ese camino, que esa es la estrategia de fondo. Por lo pronto avanzan con el "Tucumanazo" y preparando el escenario de puebladas en las plazas para desconocer los resultados, mientras tanto van viendo cómo resuelven la etapa posterior. El plan es nefasto desde donde se lo mire y lo más preocupante es el nivel de daño que puede generar en el cuerpo social de los argentinos, pero hay que asumir que a eso están jugando y salir a denunciarlo por todos los medios posibles.
Están jugando a pudrirla y las consecuencias pueden ser tristísimas.