No pensaba contarlo pero me decido a hacerlo para ver si el caso de mi hijo suma a la campaña de concientización contra el uso de pirotecnia: Juan Manuel está internado con el 35 % de su cuerpo quemado, por suerte las quemaduras son de primer grado, no obstante tendrá para un mes, o más, de internación en el Instituto del quemado.
Estaban tirando petardos con amigos y pusieron uno en una lata con alguna materia combustible, lo que ocasionó una llamarada y a Juan se le prendió fuego la remera. Lo llevamos en el auto al Instituto donde lo están atendiendo no sólo con un nivel técnico fabuloso, sino también humano. Se comprueba una vez que la gente buena sigue siendo mayoría y que es en situaciones horribles como estas donde uno comprueba el gran nivel de la salud pública argentina ¡un aplauso!
Nadie merece pasar por esto, ni hasta el enemigo más feroz, pero no puedo dejar de sentir ahí abajito del pecho y arriba del estómago, ahí donde dicen que habita el alma, una angustia que me devora, un dolor incontrolable de sentir que mi hijito no merecía pasar por esto. Independientemente de esto, Juanchi tiene una entereza que me sorprende y hasta puedo decir que es con su aguante que se está sosteniendo no sólo a él sino a mi y, porqué no a Ceci y las chicas.
Nada más, eso. Rompan las pelotas contra la pirotecnia, pero pongan más que palabras, no sé qué, pero pongan algo más. Que nadie más tenga que pasar una noche buena, una navidad y un año nuevo en ningún hospital de quemados.
Demos un testimonio de cuidado y de inteligencia.
Cuidémonos
Chau
Estaban tirando petardos con amigos y pusieron uno en una lata con alguna materia combustible, lo que ocasionó una llamarada y a Juan se le prendió fuego la remera. Lo llevamos en el auto al Instituto donde lo están atendiendo no sólo con un nivel técnico fabuloso, sino también humano. Se comprueba una vez que la gente buena sigue siendo mayoría y que es en situaciones horribles como estas donde uno comprueba el gran nivel de la salud pública argentina ¡un aplauso!
Nadie merece pasar por esto, ni hasta el enemigo más feroz, pero no puedo dejar de sentir ahí abajito del pecho y arriba del estómago, ahí donde dicen que habita el alma, una angustia que me devora, un dolor incontrolable de sentir que mi hijito no merecía pasar por esto. Independientemente de esto, Juanchi tiene una entereza que me sorprende y hasta puedo decir que es con su aguante que se está sosteniendo no sólo a él sino a mi y, porqué no a Ceci y las chicas.
Nada más, eso. Rompan las pelotas contra la pirotecnia, pero pongan más que palabras, no sé qué, pero pongan algo más. Que nadie más tenga que pasar una noche buena, una navidad y un año nuevo en ningún hospital de quemados.
Demos un testimonio de cuidado y de inteligencia.
Cuidémonos
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