Hoy cumpliría 85 años este cantante excepcional de tango que dio nuestra música popular. Tengo gran cantidad de material suyo y es de lo que más escucho.
Tocó con los mejores, desde sus comienzos con
Horacio Salgán, pasando luego nada menos que por la orquesta de
Aníbal Troilo, luego hizo grabaciones de lujo con
Armando Pontier, con
Baffa-Berlingieri, Atilio Stampone, Néstor Marconi, Carlos Franzetti, Astor Piazzolla y
Raúl Garello, ya sea dirigiendo la
Orquesta Típica Porteña o su propia agrupación. Esto no es una casualidad, habla de la fineza y el exquisito gusto del polaco.
Cuenta Luisa, su esposa, que en el disco "
Nuestro Buenos Aires" que hizo con
Troilo y
Pontier enteramente dedicado a composiciones de este último
y
Federico Silva, había una obra que el polaco ensayaba en su casa y había algo que no funcaba, el tipo veía algo que no estaba bien, no le sonaba adecuadamente. Tanto rompió las bolas que Pichuco terminó consultando a los autores sobre ese asunto y se comprobó que efectivamente la partitura había sido mal copiada...
Raúl Garello me ha contado que clavaba las versiones definitivas en una sola toma,
Litto Nebbia también lo ha dicho en su experiencia puesto que los últimos discos los grabó en
Melopea, en tiempos donde ya tenía problemas de respiración. Así y todo, lo suyo siempre fue "Toma 1".
Para mí su época gloriosa está en la primera mitad de la década del setenta, donde realizó, por ejemplo, discos memorables con
Atilio Stampone. Ahí fue que clavó versiones de "
Naranjo en Flor". "
Afiches" o "
Grisel" que directamente son insuperables.
Fue muy fino en la selección del repertorio. Es difícil encontrar esas letras discriminadoras que maltratan a la mujer en su repertorio. Debe ser uno de los cantantes que más grabó obras de
Homero Expósito y
José María "Catunga" Contursi, quizá los dos poetas del tango que más me pegan.
El principal aporte de un cantante es transmitir el sentido y clima de las letras que canta. En esto radica indudablemente la grandeza del polaco. Yo le dí pelota a "
Malevaje", por ejemplo, cuando se lo escuché al polaco. Crecí como toda mi generación escuchando tango de prepo (por suerte) y me pasó que recién cuando lo escuchaba a
Goyeneche tomaba conciencia de que tal o cual tango tenía un determinado sentido.
El polaco ha sido también un gran portero que ha invitado a varias generaciones a entrar al mundo especial del tango. Como tantos, en buena medida llegué al tango por él y una vez adentro empecé a encontrar brillos como sin ir más lejos el de
Angel Vargas, tan menospreciado injustamente por años.
Con alegría veo que los que vienen atrás son cada vez más tangueros. El polaco fue el eslabón perdido entre un mundo cerrado y copado por difusores reaccionarios que desprecian las nuevas experimentaciones. De haber sido por los
Lionel Godoy, los
Bocacci y Cía, el tango hubiera muerto irremediablemente al transformarse en una cosa anquilosada, repetitiva y vieja. Sin proponérselo, el polaco abrió un pasadizo por el que comenzó a fluir información para uno y otro lado, y a través de cierto arrime a figuras del rock hecho en
Argentina y al aparecer en un par de muy buenas películas de
Solanas se transformó en un punto de referencia que le sacó formol al tango, mostrándolo como algo no tan lejano y de viejos. A partir de ahí se desató un vínculo entre este género y las nuevas generaciones que día a día no deja de asombrarnos.
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