viernes, 16 de junio de 2017

Melancolía del populismo

El macrismo está procediendo con habilidad y planificación. Cuando el presidente ataca a Héctor Recalde, lo hace siguiendo un plan perfectamente diseñado, al punto que hoy es noticia que los industriales que se reunieron con él coincidieron en sus apreciaciones contra “las mafias de los juicios laborales” ¿Qué hay detrás? La flexibilización laboral, obvio.
El montaje ideológico, pero también político del macrismo es una síntesis de extensos trabajos de campo que les ha brindado elementos para entender cómo late y siente una parte importante de la población argentina, algo que le permite obrar en consecuencia. El tema de la “industria del juicio” no es desconocido, como tampoco la prédica histórica de las patronales responsabilizando de todos sus problemas a “los altos costos laborales”. Lo sabemos. El punto es que el nuevo bloque de poder hegemónico está operando sobre ciertos disparadores del sentido común de las clases medias, y sólo conseguiremos una derrota rimbombante si no advertimos a tiempo que aprovechan aspectos formales para ir por la modificación de cuestiones de fondo.
Vienen por los derechos de los trabajadores y el ataque a los abogados laboralistas fue sólo la inicialización de la estrategia ¿Tenemos forma de frenar este embate? Por supuesto que sí, pero sólo en la medida en que ganemos la batalla por el sentido común en la cola de la carnicería. Va de suyo que estamos por la defensa de los derechos de los trabajadores, tenemos que ver cómo damos la batalla, porque ellos avanzan en base a una serie de tips de indudable impacto que penetran como un rayo en el sentido común de la sociedad. Es como si la cabeza de las personas fuera algo así como un receptor de radio que sintoniza mensajes de manera acrítica que una vez adentro pasan a ser parte del “pienso de que”. En una sociedad muy intermediada por los medios y redes sociales gana el que impacta primero, el que ocupa ese lugar vacante en la conciencia ciudadana. Bueno, tengo sospechas de que el macrismo nos está sacando ventaja precisamente ahí, ocupando antes -mucho antes en algunos casos- ese espacio vacante en la cecera popular. Una vez consumada la ocupación nos obligan a jugar de visitante, con los problemas que eso siempre trae aparejado.

miércoles, 7 de junio de 2017

Sentirse afuera


Cuando sancionamos las PASO creíamos que era un salto hacia adelante de características únicas, algo realmente progresista que le presentan un escenario transparente a las fuerzas políticas para resolver sus dilemas internos. En suma, estábamos ante un salto de calidad que miraba adelante. Todavía recuerdo el orgullo con que la entonces presidenta las presentó ¿Quién iba a decir que esa misma fuerza política que las propuso e incluso aprobó en soledad, un par de años más tarde se negaría de manera total a llevarlas a cabo? La verdad es que las derrotas de 2013 y 2015 se están prolongando con actitudes de un autoritarismo que llama la atención. Se está intentando proscribir a un sector cuyo planteo es sólo generar un profundo debate sobre cómo llegamos a este estado de cosas; se está pretendiendo cercenar el debate a quienes se animan a plantear miradas distintas sobre cómo llegamos hasta acá y qué hacer para hallar las soluciones. Parece que eso está prohibido, parece que se puede discutir de todo menos del estado calamitoso en que nos encontramos. Es Cristina o el exilio y a cantarle a Gardel… Entonces, los que buscamos generar debate entendiendo que en política por ahí pasa la búsqueda de los mejores caminos para reconstruir una fuerza en evidentes problemas pasamos a ser vendidos, quebrados y cualquier otro calificativo de esos que nos colocan en el peor lugar. Religión o muerte!! por poco…



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