jueves, 13 de diciembre de 2012

Carta de un periodista que tuvo que irse de un medio "independiente" por apoyar al gobierno

Me llegó un correo electrónico de alguien que ha trabajado en un medio muy importante, de esos que hablan de "prensa libre", "periodismo independiente" y todo ese discurso que bien conocemos. Como en el correo estaban sus datos, lo llamé, nos vimos personalmente y luego de constatar su existencia resolví publicar el texto. Me pidió que no ponga su nombre ni el de la empresa, cosa que respeto ya que lo importante es comprobar cómo en algunos medios, si no coincidís con la línea editorial, sutilmente te van sugiriendo que te vayas.

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Era de tarde hace unos días. Estaba leyendo las noticias en uno de los portales más importantes del país, en el cual trabajé unos años como editor, y me broté (como casi siempre me pasó y me pasa) con lo que leía, que era algo así: “La misión de la SIP –Sociedad Interamericana de Prensa- denunció un hostigamiento constante hacia medios y periodísticas críticos al Gobierno”.

Yo siempre pensaba que una cosa es el lugar dónde uno trabaja y otra muy distinta lo que uno piensa. Me equivoqué. Y el sólo leer estas palabras de la SIP me llevan a mi historia personal. ¿Qué pasa si pensás que el gobierno hace bien las cosas y trabajás para un medio opositor? Te lo cuento SIP, a ver si también tomás nota. Digo, para un próximo documento “independiente”.

Era marzo de este año. Cristina había hablado ante el Parlamento por el inicio de sesiones ordinarias del mismo. Entre otras cosas, se la mandó a guardar a Macri por el tema de los subtes al preguntarle: “¿De dónde se creyó que era alcalde? ¿De Nueva York?”. Había arreglado que iba a empezar a escribir columnas de análisis sobre el gobierno para “equilibrar la balanza”. Al menos eso me dijeron. Nunca llegué a la primera publicación. Es que después de haberla escrito y mi jefe inmediato haberla “editado”, durante la madrugada (cuando por lo general se publican las notas), el jefe superior la bajó “por poco clara”.

La columna, que no decía nada fuera de lo habitual de un análisis, se enfocaba a resaltar que Cristina es una gran oradora y que siempre dejaba a todos “chiquitos”. Yo le dije a mi jefe inmediato que me habían censurado. Que estaba todo bien. Que yo sabía el lugar que ocupaba y en el medio donde estaban. Pero que no hagan falsas promesas de libertad de expresión. Nunca más sugerí escribir algo.

No había pasado mucho tiempo. Era mitad de abril. El Gobierno nacional había anunciado su voluntad de re-estatizar YPF. Y Macri salió a hablar frente a las cámaras y decir que se había “desvelado” y la vio a su hija, Antonia, y la notó “indefensa de la Argentina”. Prefiero no omitir opinión del caso. Pero si lo hice en ese momento a través de mi cuenta personal (P-E-R-S-O-N-A-L) de Twitter. Ni bien llegué ese día a la redacción, el jefe superior de esa área, me llamó a charlar y me “sugirió” que sea más “prudente” con lo que escribía. Con mi mejor cara de póker le dije que ese lugar en la Web era mío personal y que cuando había intentado escribir, me lo habían bajado. Conclusión: dejé Twitter al menos por tres meses.

Con el tiempo entendí que mis choques con mis superiores eran una cuestión ideológica. Yo tenía una forma de pensar y concebir el trabajo que ellos no. Yo era más sindical, por llamarlo de algún modo, y ellos más corporativos. A mí me importaba que la gente que trabajaba se sienta contenta con lo que hacía y a ellos los resultados sin importar las consecuencias. Y claro. Ese choque ideológico fue detonante de múltiples “charlas” donde hasta me sugirieron “meter el dedo en el orto de los redactores, si es que había que hacerlo”.

Como mi caso, que después de un tiempo di un paso al costado y me dediqué a otra cosa lejos de todo, estoy seguro que debe haber varios a lo largo del país. Profesionales que no están de acuerdo con lo que un medio pide y son fieles a sus convicciones y no dan el brazo a torcer.

Lo cuento ahora, unos cuantos meses después de que pasó todo y que yo ya estoy en otra parte trabajando para empresas privadas, para que entiendan que no todo el que habla a favor del gobierno “está pagado” y que aquellos que se llenan la boca desde las tribunas de doctrina sobre la libertad de expresión, suelen ser (salvo algunos casos), los que menos la ejercen.

Cualquier cosa SIP, después charlamos eso de hostigamiento. Porque en este país si hay algo que sobra y hasta el hartazgo, es la libertad de expresión. Besos.

5 comentarios:

No dijo...

gato sylvestre??

moo dijo...

Entiendo la reserva, xq soy del palo, pero, jamas te preguntaria publicamente quien es, es un "groso"?, me gusto, abrazo Gerardo

Daniel dijo...

Están demasiado brotados para soportar una voz en contra adentro. La platea que alimentan ya es una jauría desbordada y no pueden parar de tirarle carroña.
El hombre estorbaba y mucho.
Estos son los que hablan de avance de fascismo totalizador y demás pelotudeces amplificadas.
Ni hablemos de lo que harían ellos con el poder político en las manos. Bueno, ya lo hemos visto.

Gerardo Fernández dijo...

Moo: No es un nombre conocido

Mabel dijo...

Muy interesante crónica pero además muy interesante todo el laburo q te tomaste para verificar .Igualito a lo q hubiera hecho Lanata NO?

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