Estimados compañeros:
He leído vuestra carta dirigida a Florencio Randazzo, al Movimiento Evita y a quienes votamos a Cumplir. Entiendo que dicha misiva es una interpelación, una invitación al debate, una convocatoria a reflexionar críticamente acerca de los avatares que signan y atraviesan esta etapa de la política nacional.
 Quiero señalar en primer término mi debilidad por la palabra escrita, especialmente por el género epistolar que ha alumbrado tantísimas polémicas que enriquecieron el acervo de nuestras ideas políticas. Por eso es que no resistí la idea de trazar unas líneas en tono de respuesta a las inquietudes y requerimientos consignados en vuestra misiva.  En estos tiempos el debate político ha quedado circunscripto al formato estrecho de los 140 caracteres.  Así es como hemos perdido la sana práctica de la controversia, del ejercicio argumentativo como mecanismo de debate con alguna pretensión de síntesis final. Ese constreñimiento de las posibilidades expresivas del lenguaje político ha devenido en la sustitución de la argumentación por la adjetivación, de la idea por el agravio, del concepto por el aforismo. Cuando leí la carta abierta dirigida a Randazzo, y por propiedad transitiva a quienes lo acompañamos, sentí el estiletazo de la provocación, del desafío planteado sin tapujos bajo la forma de una interpelación abierta.
Una carta pública y abierta es una invitación que no puede quedar trunca por el silencio del destinatario. Triste destino es el del duelista desairado por la indiferencia de la contraparte. Quiero recoger el guante y tratar de desgranar algunos conceptos que puedan reflejar lo que somos, lo que pensamos y lo que sentimos como Frente Justicialista Cumplir.
Vuestras reflexiones han sido motivadas por la honestidad intelectual que los caracteriza, y seguramente por la pasión militante y el dolor que compartimos ante tantas derrotas cotidianas y tantos retrocesos. Debo decir que vuestra carta pertenece a un género por completo diferente al del agravio irresponsable o la descalificación insensata, lo que no es poco en estos tiempos.
Las redes sociales han sido la plataforma de circulación de descalificaciones dolorosas pergeñadas desde una matriz de pensamiento que se nutre, y mucho, de la idea de posverdad que endilgamos al aparato propagandístico de Cambiemos pero que, en rigor, alimenta las prácticas políticas, también,  de buena parte del campo popular.  Nos han calzado el sambenito de la traición en todas sus variantes: nos han dicho que somos empleados de Macri, de Vidal, de Magnetto. Nos han dicho que somos irrelevantes, “que no existimos”, que nos falta grandeza, que somos oportunistas. La descalificación pertinaz, constante y sistemática ha sido esgrimida como parte de una política deliberada dirigida a crear un efecto de verosimilitud: la repetición ciega del mote de traidor fue concebida para arrojarnos al cuadrante de los réprobos, de los heréticos, y así patear para otra oportunidad el debate latente que todos sabemos que hay en nuestro Movimiento.
Así fue como nos quedamos sin lugar para el fraternal debate que quisimos proponer. Primero asistimos, con una perplejidad inimaginable, a la maniobra de negarnos la participación en las PASO merced a la decisión de abandonar el Partido Justicialista. Queríamos discutir, es cierto. Queríamos criticar, cuestionar, interpelar. Queríamos poner el dedo en la llaga de lo que consideramos los desaciertos que nos condujeron, entre otros factores seguramente, a la derrota electoral de 2015. Esa derrota que siempre nos pareció trágica en términos históricos, y que fuera tan banalizada por quienes afirmaban la irreversibilidad de los avances y conquistas de los últimos doce años. Siempre sostuvimos que, con el peronismo fuera del poder, no hay derechos ni conquistas irreversibles y que por eso no era inocuo o indiferente la victoria o la derrota.
Decía que nos quedamos sin las PASO. Lo que siguió fue una andanada de descalificaciones dirigidas a deslegitimar nuestra intención de abrir un proceso de discusión dentro del peronismo. Eso truncó la posibilidad de revisar prácticas y mecanismos de construcción. Florencio decía en campaña que las mismas recetas llevan a los mismos resultados. Y eso es lo que pasó y es lo que está pasando día a día.
El dogmatismo más cerril pretendió suturar la sangría de la dispersión. La duda fue estigmatizada como apostasía y la reflexión crítica no tuvo lugar en el escenario posterior a la derrota. Ello generó no pocos reveses a lo largo del país. Y lo más preocupante es que ese horizonte de reveses, derrotas y retrocesos parece profundizarse de cara a octubre. Pero, una vez más, se elige ver la realidad de una manera sesgada. 34 más 6 es igual a 40. ¿Nadie hizo esa cuenta? Chubut, Santa Fe, CABA, Entre Ríos y otras provincias tuvieron PASO. ¿Por qué no pudimos hacerlas en la provincia de Buenos Aires? ¿Es pertinente esta pregunta o debe ser pospuesta para otra oportunidad, como parecen sugerir en la carta? Entiendo que seguir postergando debates pendientes es una forma de seguir reproduciendo mecanismos de construcción política que han resultado ineficaces para la consecución de resultados satisfactorios.
Dicen en vuestra carta que el Frente Justicialista Cumplir permitió el triunfo de Cambiemos en muchos municipios, y que dicha situación no debiera repetirse. ¿Realmente piensan que la responsabilidad es nuestra? Entiendo que se sigue banalizando, por omisión, el sentido y alcance del debate que quisimos y queremos proponer en el seno del peronismo. Los debates, compañeros, no se saldan resignando posiciones ni bajando listas. Los debates se saldan con mucha discusión, con mucha militancia, construyendo, acumulando, regando la semilla de la diversidad. No es ahogando los matices como vamos a reconstruir la potencia transformadora de nuestro Movimiento. No es silenciando voces críticas como vamos a derrotar la ofensiva oligárquica. No es desertando de responsabilidades políticas y electorales como se construirá una nueva síntesis.
También señalan como problema político si va a entrar al Senado Jorge Taiana o Gladys González. El problema que tenemos es un poco más grave, compañeros. Acá se trata de reconstruir un proyecto de mayorías, interpelando a los argentinos con un proyecto que enamore, que movilice, que convoque. Dicen en la carta que “…los compañeros, electos senadores, serán una barrera muy difícil de superar para el macrismo en la Cámara alta.” ¿Realmente piensan eso? ¿Realmente piensan que el neoliberalismo recidivo puede encontrar su última barrera de contención en el Parlamento? El atropello al que estamos siendo sometidos los argentinos no reconoce límites derivados de la institucionalidad, como aprendimos desde el fusilamiento de Dorrego en adelante. La vergonzosa suspensión de jueces mediante mecanismos espurios, el intento de remoción por decreto de la Procuradora de la Nación, la arbitraria detención de Milagro Sala, la falta de respuesta del Estado ante la desaparición de Santiago Maldonado, la toma de deuda por cien años o el vaciamiento del patrimonio público se explican por la derrota del Movimiento Popular, por la derrota electoral en 2015, por la dispersión y atomización del peronismo, por la falta de definición respecto de un liderazgo que nos ponga perspectivas ciertas de victoria en 2019. ¿O vamos a creer que la pelea por la hegemonía se circunscribe a la elección de un puñado de legisladores? Nosotros decimos, con todas las letras, que hay que terminar con el dogmatismo y las purgas que llevan a tirar todos los días un compañero por la ventana. Es más importante este debate que un senador más o menos. Algunos sostenían que era mejor perder con Macri que ganar con alguien que no fuera Cristina, y ahora resulta que el problema es quien entra de segundo senador.
Nosotros no nacimos para ser una minoría intensa, ni para lucir en el Parlamento la verba inflamada de quienes denuncian pero no cambian absolutamente nada. Nosotros nacimos para otra cosa. Siempre se escribió sobre la vocación de poder del peronismo. Y es eso lo que tenemos que reconstruir: la vocación de ser mayoría, la vocación de victoria. ¿Se puede reconstruir esa vocación levantando el dedo acusador que discierne leales de réprobos? En el peronismo necesitamos más constructores, y menos soldados que hagan la venia a cualquier cosa.
Dicen en vuestra carta que no tenemos posibilidades de meter un senador, y que el voto a nuestra lista tiene un carácter testimonial. Mal se conjuga la idea de irrelevancia de nuestra propuesta electoral con el novedoso descubrimiento sobre el valor decisivo que los votos obtenidos por Randazzo pueden tener en el resultado final de octubre. No existimos pero resulta que somos decisivos para el triunfo o derrota de unos y de otros. Pues bien, estimados compañeros, en el peronismo no sobra nadie. Ojalá este sea un primer aprendizaje.
Ustedes se refieren al carácter testimonial de nuestra propuesta, lo que se inscribe en la línea de no advertir el valor político y electoral de medio millón de voluntades que eligieron nuestra propuesta. No se puede desconocer la densidad política de medio millón de votos, ni degradar el sentido de nuestra propuesta con el calificativo de “testimonial”. Nosotros siempre supimos que íbamos a la contienda electoral para defender nuestras convicciones, para dar testimonio como ustedes dicen. Era más cómodo y más “oportuno”, aceptar la propuesta de encabezar la lista de diputados y asegurarse un lugar “salible”. Pero  justamente no quisimos silenciar este debate con un lugar salible”. Un diputado más, aunque se tratara de Randazzo, no iba a cambiar la situación de zozobra y extravío en la que se encuentra el peronismo desde la derrota de 2015. Esa decisión de no sepultar convicciones por un cargo parlamentario, compañeros, enaltece la posición política de Florencio Randazzo.
Asumimos el desafío de ser leales a nuestras convicciones, a nuestros valores, a nuestra doctrina y a nuestra identidad. Tiramos la calculadora y nos aferramos a la necesidad de repensar la construcción de un peronismo que vuelva ser la síntesis de un proyecto de emancipación nacional, que haga de la igualdad de oportunidades un valor irrenunciable y que lidere un proceso de desarrollo productivo con inclusión y justicia social.  Para eso necesitamos mucho más que un puñado de ciudadanos indignados. Necesitamos fuerza social organizada. Necesitamos soporte político. Necesitamos nuevos liderazgos. Necesitamos proyección a futuro. Necesitamos dirigentes que se planten y que digan lo que piensan, sin callar nada. Necesitamos construir unidad en la diversidad, asumiendo a la política como el arte de sumar fuerzas privilegiando los acuerdos por sobre las diferencias secundarias o facciosas.
Estas líneas desordenadas expresan la voluntad de no negarnos a ningún debate, de no escapar a ningún desafío y de no blindarnos en el silencio. Tenemos el fuego sagrado de las convicciones que han arraigado en el corazón. Por eso seguimos adelante, sabiendo que las respuestas a este presente de desesperanza las encontraremos construyendo y sembrando futuro. Por eso vamos rumbo a octubre con Florencio Randazzo.