miércoles, 15 de junio de 2016

El fin del kirchnerismo?

Está desesperados por ver al kirchnerismo muerto: la primera vez fue cuando Cobos nos traicionó; la segunda cuando Néstor perdió con Alika Alikate, la tercera cuando Néstor se murió, la cuarta cuando perdimos en 2013, la quinta cuando perdimos el año pasado y la sexta ahora ¿No hay 6 sin 7?
La verdad es que estamos atravesando un momento sumamente delicado y lo más complicado es que lo que se pone en tela de juicio no es una experiencia política concreta sino si el campo nacional y popular podrá volver a disputar el poder y desde ahí gestionar a favor de los desposeídos. Observando cómo se va moviendo el bloque de poder y su sistema de medios se puede ver con claridad cómo ponen el acento no en las realizaciones del kirchnerismo sino en su componente corrupto. Buscan invalidar el objetivo político de transformación de la sociedad, pero como no pueden confesarlo, como sería suicida admitir que están en contra de que se distribuya mejor la riqueza, la emprenden con la fuerza política que más claramente gestionó desde el estado en ese sentido. Lo mismo hacen con el Papa: como no pueden discutirle su prédica social lo denigran por sus procederes, su supuesta “kirchnerización” y sus amistades.
Como no pueden decir abiertamente que están a favor de una sociedad donde pocos tengan mucho y muchos tengan muy poco, se las ingenian para instalar que los que portan las banderas de la transformación son una manga de corruptos, y cuando aparecen casos como el de José López se hacen un festival. Por eso es que tenemos que ser nosotros los más duros con éste y todos aquellos que estén prendidos en esa rosca, entre otras cosas porque estos tipos roban para ellos, no para el pueblo. Sólo así podremos mostrarnos ante la sociedad como una fuerza con integridad para luchar por las transformaciones necesarias.
Jamás van a explicitar su deseo de una sociedad profundamente desigual, esgrimen que los que queremos transformarla somos deshonestos. La mejor forma de congelar indefinidamente un determinado estado de cosas en una sociedad y obturar el deseo de dignidad y equidad de sus sectores más perjudicados es clausurarles la demanda de justicia porque los últimos que tomaron esas banderas estaban infiltrados por los chorros. Y tienen tanta audacia y dominio de la agenda que también hasta se dan el lujo de dictaminar quién tendría estatura moral para luchar contra la pobreza y quien no. Así es que de a poco van imponiendo un modelo de luchadores tipo Margarita Barrientos y Juan Car, emblemas de una acción de socorro que jamás cuestiona el estado de cosas que genera la pobreza y desamparo. Le oponen al modelo nacional y popular que pugna por mayor participación en la torta de los trabajadores y los sectores populares una actitud de dádiva que no cuestiona y mucho menos propone un cambio de fondo en el reparto.
Ricardo Aronskid escribió que el caso López puso de manifiesto que “la gran despolitización de una parte de la sociedad que no puede salir de la interpretación “chorrocéntrica” para poder entender lo político y económico y que la continuidad de la hegemonía mediática neoliberal establece qué crímenes son gravísimos y qué crímenes no tienen ninguna importancia.” Es aquí donde López se torna demoledor, porque el gran sistema de medios que produce cantidades industriales de “en qué pensar” se hace un festival y por ende le cuesta poco y nada convencer a muchas personas de que en realidad el kirchnerismo fue una banda de ladrones acompañada por miles de ingenuos. Lamentablemente, la disputa se da en este terreno y la resultante más próxima puede ser un recrudecimiento del descreimiento en la política como herramienta de transformación puesto que si de un lado está el gobierno de los ricos con todos los vicios que se les conoce y de otro una fuerza profundamente desacreditada por contener en su seno a varios corruptos, “estas empresas a las que les interesa el país” habrán ganado una batalla que llevará décadas revertir. Lamentablemente, todo indica que están muy cerca de lograr su objetivo y se equivocarán tanto aquellos que no mensuren la debida gravedad de lo que nos ha pasado como quienes crean que la gravedad del ajuste hará que en un pocos días los argentinos se olviden de López y cía. La única forma de revertir este cuadro aciago es con una actitud inquebrantable en la condena a todos aquellos que hayan choreado, porque ese choreo no es para el proyecto político, sino para sus propios bolsillos.

1 comentario:

jfc dijo...

http://gerardofernandez.net/la-corrupcion-pretexto-para-derribar-gobiernos-populares/
¿ahora para pulverizarlos?
¿dónde están las fotos q tomó jesus, u oscar o gastón... el parlante con el 911, al revoleador de bultos dolarizados?
la monjita viejita era de 97 años o de 67 años?
todo muy raro
esta noche nos ensartaron por varios años, una porquería, podrían haber superado largamente al kirchnerismo, pero prefieren destruir todo en lugar de engrandecerlo

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