jueves, 28 de abril de 2016

Destino del pozo


La gran desventaja de los pueblos chicos es que la hipocresía se percibe en todo su esplendor. Uno ve cómo personajes que hicieron una fortuna de manera non sancta, de un día para otro pasan a ser señores de la más alta sociedad como si nada y todos los que vieron cómo la hicieron sufren furibundos ataques de amnesia, empezando por el cura.

Pero la vida en estos pequeños poblados también tiene su costado bello, como el de ver en vivo y en directo a los personajes: esos tipos que se destacan del resto por su nivel de excentricidad que no necesariamente implica locura. Tipos con un costado gracioso, de respuesta insospechada y razonamientos peculiares.
En Tres Lomas conocí varios, entre ellos el famoso “Cobarrubia”. No sé cómo se escribe, tampoco si era un apodo o un apellido, pero así sonaba: Cobarrubia o Escoba Rubia. Este buen señor, al único al que vi bajarse de un saque una botella de litro de vino blanco en el Bar Español en plena hora de la siesta, se ganaba la vida cavando pozos ciegos. Un día, un piola, un “vivo” de esos que se creen Messi al gastar a un pobre diablo -no era más que eso don Cobarrubia- le formuló un comentario en apariencia gracioso que descerrajó una respuesta que me ha acompañado toda mi vida como una clase magistral de sentido común. El “vivo” se le arrima y le dice:
– Che Cobarrubia ¿Sabías que te vas a quedar sin trabajo?
– ¿Por qué?
– Porque ahora los pozos ciegos ya vienen hechos de fábrica
Y el razonamiento de Cobarrubia fue demoledor
– Pero igual habrá que hacer un pozo para enterrarlos…
Desde tiempos inmemoriales el destino del pozo es ser tapado, pero ahora es noticia.
Sólo en Argentina.

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