domingo, 4 de enero de 2015

Héctor Larrea, el intruso en tiempos del "¿Da para darse?"


Hubo un tiempo donde hacer radio significaba jugar con la abstracción, con eso que se denominaba “teatro de la mente”. Se entendía que un programa debía en cierta medida montar un show donde en formato magazine entraran pastillas de todos los colores, desde el humor hasta el deporte y la nota política del día. La vieja noción de revista.
Aunque hoy parezca una rareza, hubo un tiempo donde el conductor de un programa de radio producía él mismo en su casa las secciones musicales. No se conocía el “vamos a un tema musical” porque cada canción que se emitía tenía una razón de ser, un fundamento de efemérides o artístico, no se la ponía para irse a fumar al pasillo. En esa época, el conductor se quedaba aferrado a la silla escuchando con los auriculares el aire, porque, entre otras cosas, así se mantenía en sintonía con el principal elemento de un programa de radio: el clima, ese hilo conductor que enlaza la pastilla deportiva con la columna política del día y el toquecito humorístico. Pero el clima como sonido unificador de un producto comunicacional preproducido desde las cortinas hasta los auspicios comerciales, donde se propone un formato con determinados componentes que son algo distinto a la barra de amigos que se sienta el lunes frente a los micrófonos a contarse durante cuarenta minutos cómo le fue a cada uno el fin de semana.
Hubo un tiempo donde todo esto se hacía en la Amplitud Modulada, entre otras cosas porque llega muchísimo más lejos y reúne dentro de ese clima al oyente porteño y al de 9 de Julio. La radio de masas sigue siendo la AM.


1 comentario:

Unknown dijo...

Recomiendo esta entrevista a Thomas Bender, autor de HISTORIA DE LOS ESTADOS UNIDOS. UNA NACIÓN ENTRE NACIONES.

http://politicaylibros.blogspot.com.ar/2015/01/contra-la-excepcionalidad-estadounidense_13.html

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