viernes, 26 de octubre de 2012

Kirchner y el poder

Uno de los aportes centrales de Néstor Kichner a la política argentina fue su visión del Poder, de cómo conquistarlo, de cómo no sólo mantenerlo sino incrementarlo y de cómo utilizarlo para fines indudablemente más beneficiosos para los sectores populares. 

Kirchner no fue un revolucionario en el sentido marxista. No aspiró a construir el socialismo, simplemente  fue el capitalista más inteligente de las últimas décadas, el tipo que vio claramente que el modelo desarrollado por los sectores dominantes no cerraba por ningún lado y que por lo tanto se imponía otra mirada, por ejemplo, en la cuestión de la redistribución. Claro que pensar en modificar algunas cosas del capitalismo argentino es un sacrilegio y por ello fue demonizado. Todo puede estarle permitido a un político, menos intentar modificar el status quo. Un político puede hablar y proponer muchas transformaciones, total los sectores dominantes saben que cuando quieran se lo sacan de encima. El problema que les planteó Néstor fue que el inmenso prestigio que conquistó al sacar el país del atolladero en 2003 lo invirtió velozmente en  el cuestionamiento desde adentro, desde el sistema, desde una mirada capitalista, del estado de cosas, planteando consecuentemente la necesidad de su reformulación en esferas sensibles. Ahí les escupió el asado y se transformó poco menos que en el diablo.

Kirchner sabía que para desarrollar reformas hasta si se quiere tímidas había que resistir los embates de los poderes más concentrados y por eso no cejaba en la construcción de más y más poder, para aumentar la capacidad de resistencia ante la inclemencia política que todo eso le generaba. Tuvo el tupé de intentar reformular varias aristas de la estructura socioeconómica argentina y ese intento ya de por sí le cuesta caro a cualquiera que deberá sufrir, además del ataque previsible de los sectores concentrados, el petardeo por izquierda de quienes planteen desde teorías analógicas que mucho de lo que dejó el menemismo no fue tocado, algo que es cierto pero que se toca sólo en la medida que las relaciones de fuerza lo permiten

Con Néstor Kirchner aprendimos a ver la cuestión del poder de otra manera o si se quiere aprendimos a verla definitivamente y eso no dejaremos de agradecerlo por el resto de los días.


Basado en este post publicado originalmente el 5 de noviembre de 2010

1 comentario:

Prol dijo...

Gerardo.
Sobre la construcción de poder, que no se acabó con Nestor sino que continúa en la actualidad, la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual parece ocupar el centro en los tiempos que corren. Se ha puesto de moda entre quienes se oponen su aplicación, utilizar la frase de Perón "Cuando tuvimos a todos los medios en contra en 1945, ganamos; cuando tuvimos a todos los medios a favor en 1955, perdimos."
1.- La traslación de la frase a la actualidad conlleva la aceptación de quien la emite de que Cristina tiene a “todos los medios en contra” ( o por lo menos a la mayor parte).
2.- También conlleva el preconcepto de que la aplicación de la ley tiene el destino de poner a “todos los medios a favor”, eje discursivo sobre el que se machaca desde los medios que están en contra, dando por descontado que no requiere de argumentación.
3.- La frase de Perón se refiere a “su” gobierno, y a los años “1945 y 1955”. De ella se pueden sacar conclusiones, pero como en muchas frases de perón, estas son múltiples relativas. Transformada en verdad universal y atemporal, no puede menos que llevar al ridículo a quienes la esgrimen. ¿Qué medios apoyaban a Yrigoyen en el 30? ¿Qué medios apoyaban a Frondizi en el 63? ¿Qué medios apoyaban a Ilia en el 66? ¿O será que sólo es aplicable a gobiernos peronistas?
4.- El “ganamos” de Perón se refiere, obviamente, a elecciones. El “perdimos” se refiere, no menos obviamente, a un golpe de estado. La segunda obviedad, trasladada a tiempo presente, resulta un poquito alarmante respecto de lo que tienen en mente quienes reproducen la frase con total liviandad.
5.- Considerar al conglomerado industrial, financiero, agropecuario, mediático, etcétera, que habitualmente clasificamos bajo el rótulo “Clarín”, como un “medio”, peca, por lo menos, de parcialidad (¡¡¡por lo menos!!!).
Abrazo.

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