jueves, 20 de octubre de 2011

Las formas y el fondo


Esta columna de Luis Bruschtein es de lo mejor que he leído en los últimos tiempos. Seguramente me pegó porque soy de los que a menudo hecho a perder discusiones bien encaminadas por un exabrupto o una palabra (o palabrota) fuera de lugar. O porque me muevo en algunos ambientes donde el tema de "las formas" es más importante que el fondo, o porque en ese ambiente no se ve como necesario cambiarlo y a lo sumo basta y sobra con retocarlo un poquito en los bordes. Por estas y otras razones que en algún momento redactaré, digo que este texto me parece muy importante porque descubre el sentido meramente cosmético de ciertas posturas políticas, porque demuestra cómo ciertos progresismos son apañados desde el dispositivo mediático siempre y cuando no se metan con sus negocios. Basta con recordar cómo trataron al socialismo santafesino cuando decidió apoyar la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Los prejuicios trastrocan las cosas


En cierto imaginario, el ex presidente argentino Néstor Kirchner fue instalado en el podio de los posibles violentos. En el mismo imaginario, al ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez le correspondería el cuadro de honor de los evidentemente pacíficos. Hay esquemas culturales consolidados como vigas de hormigón que refuerzan esa imagen en la mentalidad de algunas personas.
Se acaba de comprobar, por declaraciones del propio Tabaré, que fue exactamente al revés, pero esos esquemas suelen ser tan antisísmicos e inconmovibles ante la realidad que producen respuestas del tipo de “por algo habrá sido”. En la dictadura fue bastante común este argumento que se negaba a dar cuenta de la realidad.
No importa si Tabaré fue el que se dispuso para la guerra y el que pidió la intervención del gobierno del presidente norteamericano George Bush. El argumento es: “Si Tabaré hizo eso, por algo habrá sido”. La sospecha siempre va a recaer en el que no se encuadra en ese prejuicio cultural. Y por supuesto que en la construcción de esos prejuicios interviene una clase de periodismo que suele acusar de “militantes” a los periodistas que tampoco se encuadran en sus esquemas.
Néstor Kirchner era bastante inencuadrable, por lo cual encajaba con facilidad en esas categorías prejuiciosas. Tabaré, en cambio, es previsible, institucional, amigable y hasta rutinario, o sea, encaja en otra de esas categorías, pero en este caso, de las ejemplares.
Sigue acá.
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1 comentario:

Raúl C. dijo...

Coincido en que es un excelente artículo.
Dos palabras más:
-En el contraste que observa Bruschtein entre las 'buenas maneras' de Tabaré y 'lo contrario' de NK, subyace ese otro 'concepto' berreta:
'Uruguay país serio, Argentina país no serio'
-Alguna vez propuse una ofensiva comunicacional en el campo económico: enfatizar todo lo que sea posible que los economistas heterodoxos y/o oficialistas son SERIOS. Quitarles una banderita a los chantas neoliberales.
Se podría hacer en política, también para quitarles argumentos, sin dejar de ser Nac & Pop.

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