jueves, 16 de julio de 2009

Diálogo y Consenso


Es bueno que se generen instancias de diálogo. En una de esas al gobierno le estaba haciendo falta un cachetazo como el del 28 de junio.

Definitivamente creo que ha sido mejor para el gobierno perder por 2 puntos en la provincia de Bs As que haber ganado ajustadamente.

Hay que tratar, creo, de conversar con seriedad sobre algunas cuestiones. Por ejemplo, el planteo opositor de controlar los Decretos de Necesidad y Urgencia es de un infantilismo soberano, primero porque la actual presidenta casi no los ha usado y segundo porque son un recurso contemplado en la Constitución nacional. Respecto a los superpoderes se impone una discusión a fondo donde el gobierno deberá explicitar con sólidos fundamentos la necesidad de conservarlos y las fuerzas opositoras habrán de argumentar también con seriedad, trascendiendo los lugares comunes, porqué hay que quitarlos.
El tablero político pinta para que la oposición quiera sobredimensionar el papel del parlamento, que es donde se siente fuerte, lo cuál es absolutamente lógico. El punto es cómo se logra un punto de equilibrio entre un creciente rol parlamentario con un diseño constitucional fuertemente presidencialista.

Sobre el Indec habrá que buscar un mecanismo que seguramente será complicado de hallar, pero de lo que no cabe duda es que no se puede seguir sosteniendo una situación de caos en cuanto a las estimaciones. Acá es donde deberán ceder posiciones gobierno y oposición, entendiendo el Poder Ejecutivo que al introducir modificaciones en el instituto se rompió una suerte de código o de pacto, que le generó un altísimo costo político, y asumiendo la oposición que pese a todo, las cifras del Indec siguen siendo las más confiables y que a lo largo de la historia siempre las estadísticas del Indec generaron polémicas.
De lo que se trata es de encontrar un punto de consenso en el que todas las partes acuerden. Eso es, ni más ni menos, lo que garantiza que las mediciones del indec sean no ya creíbles (¿Cuándo lo fueron?) sino una estimación que todos los actores coincidan en respetarlas.

El ingreso universal por hijo, demanda histórica por ejemplo de la CTA, se lo va incorporar también en la agenda parlamentaria. Le pregunto al oficialismo ¿Era necesario perder las elecciones para reconocer la necesidad imperiosa de establecer esta medida que es al menos un paliativo importantísimo para paliar la crisis social?

Las retenciones también habrá que abordarlas y tratar de encontrar un punto de acuerdo remarcando siempre que se trata de una quita a una renta extraordinaria de un sector privilegiado, separando nítidamente a los grandes terratenientes y los pooles de los pequeños productores. Habrá que incorporar también el tratamiento de retenciones para otros sectores, si se lo estimara conveniente. La actividad minera, por caso.
Pero habrá que explicarle a la población que cada punto de retención que se quite, será menos dinero para el Estado, y que ese agujero se lo deberá cubrir de alguna manera, por supuesto que no achicando los presupuestos de Educación y salud que son siempre los hijos de la pavota…
Lo que debe aportar la oposición es una alternativa para suplir ese bache. En la campaña lo escuché a Prat Gay proponiendo contraer deuda para tal efecto ¿Es esa una opción viable?

Hemos repetido hasta el cansancio que hay sectores de la oposición que aportan muy poco al clima de convivencia democrática que se necesita para abordar cuestiones troncales de la vida nacional.
Hoy decimos que el gobierno tiene también la responsabilidad de dar testimonio de que tiene voluntad de diálogo, pero lo central, me parece, es que se entienda que hay cuestiones que si no se logran resolver por consenso, se deben resolver utilizando los mecanismos de las instituciones. Y si hay que votar, pues se vota con el resultado de que siempre habrá una postura ganadora.
Porque si no caemos en la trampa del discurso del consenso: Buena parte del dispositivo mediático y varios líderes de opinión conservadora machacan constantemente con la idea del consenso corrompiendo el sentido de esa palabra. Se plantea que hay por poco una obligación de lograr el consenso y eso es una trampa porque sólo se puede lograr un consenso cuando ninguna fuerza política quiere trastocar un determinado estado de cosas. En este sentido, las retenciones, por caso, romperían el consenso en tanto significan la irrupción del Estado nacional en “la actividad privada” Para los defensores a ultranza del status quo cualquier intento de tocar la estructura económica que emergió luego de la dictadura y el menemismo es una ruptura porque con gran habilidad asocian “consenso” a no tocar el diseño de país que nos dejaron los noventa.
Consenso es esperar que derrame la copa.
Consenso es, por ejemplo, no pensar en reformar la legislación en materia de medios de comunicación audiovisual.
Entonces toda idea de reforma se emparentará inexorablemente con la noción de ruptura de la convivencia pacífica.
En realidad, nada nuevo bajo el sol: El viejo Ajedrez donde la derecha defiende lo suyo y se niega a desprenderse de algo. La diferencia es que ahora el pensamiento conservador ha realizado un trabajo de hegemonía muy audaz logrando convencer a buena parte de la sociedad de que cualquier intento de reformular el actual estado de cosas es crispación y tentación autoritaria
Por lo tanto, la recuperación de los fondos previsionales, por caso, es primero “confiscación” y luego “crispación”

Por todas estas razones decimos que el consenso se puede lograr a veces, otras veces no y no está mal que eso sea así. Consenso supone acuerdo de todas las partes y a veces no hay acuerdos, lo que ni más ni menos es una posibilidad. Lo que está mal es cuando se impugna desde la minoría lo obtenido por la mayoría. Si el gobierno logró, por ejemplo, ganar en Diputados la votación por la estatización de los fondos previsionales –el ejemplo más elocuente de la ruptura del consenso- por 160 votos contra 75, no pueden salir los derrotados a negar legitimidad a ese resultado y seguir repitiendo como si nada que estamos ante un escenario de “confiscación” y “expropiación”.

El escenario es nuevo y está bueno. La foto de ayer siempre es mejor, siempre nos acerca a instancias de intercambio más fructíferas y obliga tanto al gobierno como a la oposición a dar un testimonio superador.
Veamos si ambas partes están a la altura de las circunstancias.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que hay que tener en claro es que la oposición es el Partido de la Dependencia.
Por eso van mansitos al diálogo y todos conciden mas o menos en los mismos reclamos.
Baja de las retenciones y asignación por hijo (hasta el Pro está pidiendo esto).
La ecuación es simple,mas gasto y menos ingresos,empezar a licuar las fondos de reserva (la única garantía de nuestra independencia)y caer otra vez con los prestamos al Fondo Monetario.
No nos engañemos,este es un movimiento de pinzas sobre el Gobierno cuyo objetivo es ese.
Si no lo consiguen,van a volver a la misma cantinela de decir que los convocaron para perder el tiempo,que el Gobierno no está dispuesto a escuchar,etc.etc. y van a seguir limando y serruchando hasta conseguir que se vayan del peor modo.
Esta es una tregua estrategica nada
mas,pero todos laburan para el mismo patrón.
Por lo menos es lo que yo pienso.

Gringoviejo.

Marcelo Falak dijo...

Excelente, Gerardo. Sobre todo eso de que, a la postre, perder por poco puede ser un revulsivo mucho más útil que ganar por poco. Abrazo.

Ricardo dijo...

Coincido con Gringoviejo que es una tregua estratégica.
Cómo será que Morales Solá, nuestro Bernardo Neustadt, dijo ayer en el videochat de La Nazión que los gestos del Gobierno de las últimas 24 horas son sinceros.
Cuando lei eso me asusté. Mucho mas de lo que me asusto viendo una película de terror, un martes 13 a la noche, mientras afuera hay tormenta eléctrica y vientos huracanados.
O más de lo que me asusta abrir la factura de teléfono.

Anónimo dijo...

"Pero habrá que explicarle a la población que cada punto de retención que se quite, será menos dinero para el Estado, y que ese agujero se lo deberá cubrir de alguna manera, por supuesto que no achicando los presupuestos de Educación y salud que son siempre los hijos de la pavota…"

No, lo lamento. Hay que explicarle a la población la verdad. Y la verdad es que cuando hay menos dinero para el estado, SIEMPRE hay menos dinero para educación y salud. Siempre.

Y cuando hay menos dinero, encima, se gasta peor, porque se gasta un porcentaje más alto en gastos fijos y menos en gastos variables, que son los que afectan directamente la calidad de los servicios a la comunidad.

Si no le explicamos eso, dejamos a la oposición hacer campañas irresponsables, proponiendo sandeces como Prat Gay o la Ripoll.

Marcelo

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