miércoles, 28 de noviembre de 2007

El gordo cantaba...


Apareció Claudio con el cassette del gordo Porcel y casi me muero: Hace mucho que peno por disquerías de usados tras este disco que el gordo hizo allá por 1980 con producción de Mochin Marafioti y arreglos y dirección orquestal del gran “Calandra”, Jorge Calandrelli (Sí, el mismo que luego sería el director de orquesta de Tony Bennett, el mismo que grabó con Cheo Feliciano, el mismo que hizo un homenaje a Piazzolla con Yo Yo Ma, el mismísimo Calandrelli que hoy es uno de los orquestadores mas respetados y cotizados de USA)
Le damos al Play y al toque llega la ratificación: El gordo “cantaba”...
Uno escucha y piensa en el final tórrido de Porcel pero al instante recuerda las carcajadas que le arrancó y se sumerge en un mar de contradicciones y pensamientos enfrentados. Es que el gordo fue muy argentino, con todos los vicios y virtudes criollas.
Gordo reaccionario; gordo que tranzó con la taquería; gordo emocional cuando el Polaco cantaba con su camiseta calamar; gordo a la derecha de Dios en Miami...
Pero cuando te canta “Tu mi delirio”, de César Portillo de la Luz es capaz de arrancarte un perdón, aunque sea por esos pocos minutos que dura la canción. O cuando recrea maravillosamente “De repente” esa obra cumbre del recientemente fallecido maestro venezolano Aldemaro Romero, o ¨Mia” de Armando Manzanero y ni hablar de “Contigo en la distancia”, también de Portillo de la Luz.
Cantar no es nada fácil, y mas aún cantar Boleros. Si no fíjense en Luis Miguel, que grita todo parejito parejito. No señora, así no se canta el bolero, no se confunda. El cuate afina bien, es cierto, pero es como esas minas bonitas a las que una cierta escasez de curvas las vuelven un tanto monótonas ¿me explico?
El cuate no conoce de inflexiones y su expresión es siempre tan altisonante que termina aturdiendo.
Mucho barullo ¿sabe?
Usted puede gritar un poco una letra como “Y” porque es medio una carajeada y ahí se puede levantar la voz medio patoteramente porque se está pasando una factura, pero jamás me puede subir el tonito si lo que me está cantando es “Soy lo prohibido”, fantástico monumento a las peores trampas. ¿Se entiende la idea?
No no no, el bolero es otra cosa: Bolero canta Cheo Feliciano; bolero cantaba el gran Vicentico Valdés o Tito Rodríguez. Y ni hablar de Daniel Riolobos...
En este arte de entender el sentido de las letras para recién luego ver cómo se las interpreta, el maestro Goyeneche dijo alguna vez que “Los mareados” no se puede arrancar a fondo:
(RAAAARAAAAAAAA COOOMOOOOO ENCENNNNNDIIIDAAAAA.....)

dado que es un historia triste, una despedida. Y generalmente no se grita en las despedidas. Bien, esto es lo que pasa con el bolero. Hay que estirar una frase, acortar otra y, fundamentalmente, “decir”, decir mucho, transmitir, contar, pintar.
Y el gordo dice, transmite, cuenta y pinta. Lo hace, eso sí, con un soporte orquestal que si bien delata en algunas pinceladas la firma de Calandrelli, se queda a medio camino. Es como que no se esmeró demasiado. Con arreglos un poco mas audaces el disco hubiera logrado otro brillo dado que el repertorio está bueno y hasta contiene una digna versión de “Si todos fossem iguais a voce”, himno de Tom Jobim y Vinicius.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El gordo cantaba lindo. Yo lo disfrutaba cuando en su programa de tv, entre sketch y sketch, hacía un número musical. Por lo general, cantaba boleros, y si bien -obviamente- cantaba con micrófono, llamaban la atención su facilidad de emisión como la belleza de su timbre de voz. Además, recuerdo que le daba el sentido cabal a cada palabra. Finalmente, uno se quedaba con la duda sobre cual era su verdadera vocación artística: la de humorista o la de cantante. Y debo decir que disfruté de ambas, mas allá de su ideología y su fama de tipo cabrón.

Rafa dijo...

El gordo no era ningún sordo, y también pintaba... qué personaje.

Saludos.

Anónimo dijo...

Compañeros, siempre recuerdo la escena en que El Polaco, con su camiseta de Platense le canta Garúa al Gordo en el conventillo... Inolvidable. Porcel cantaba muy bien. Pero hay hechos que parecen no crear interés en quienes tendrían el poder de darlos a conocer. Vamo arrrriba el gordo!

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