sábado, 30 de julio de 2016

EL PARTO DE CAMBIEMOS Y LA ECONOMÍA QUE DIERON A LUZ.

Escribe: Arnaldo Bocco

Cierra otra semana en julio y finaliza el primer mes del Segundo Semestre de 2016. El gobierno de Macri se inició con más intenciones de revancha que con innovaciones en la política económica. El conjunto de la sociedad está dividida, muchos esperaban cambios, muy pocos abrían los brazos por la llegada de este cambio, y una amplia mayoría de las clases populares imaginaba que el peor escenario pudiera haber sido el de la pérdida de sus logros y derechos; pero nunca un despiadado regreso al pasado con Alfredo Martínez de Hoz como referente de gestión y de ideas más que con la década del 90.
En pocos días más Mauricio Macri cumple su octavo mes de gestión, pero esto no es ya un embarazo, el parto fue ocurriendo de a poco, y todo se precipitó sin médicos ni enfermeras el mismo día que dieron a luz el alza en las tarifas. Ese día nació el macrismo en estado puro en la economía (para dolor de aliados radicales y de otras tiendas políticas que imaginaban ingenuamente que enfrentar a Cristina los depositaría vaya uno a saber en qué mundo fantasioso, tan distinto de éste, despiadadamente equivalente a una revolución conservadora y neoliberal en el manejo de las políticas económicas).
Hoy, los resultados del primer movimiento de un ciclo más largo son patéticos, aún para quienes lo votaron y en los últimos días también para fanáticos defensores. Es una suerte de balance aterrador que aún no dejó en descubierto resultados más difíciles para más del 80% de nuestra población. En palabras simples, 4 de cada 5 hogares argentinos padecen los resultados del gobierno, y 9 de cada 10 trabajadores formales o informales vieron reducidos sus ingresos de bolsillo en -al menos- un 1/4 de su salario.
En estos días la realidad luce impiadosa. Cae la actividad económica, se reducen los mercados de consumo, sube el desempleo, aumenta sin control la deuda externa (abierta o encubierta por la contabilidad creativa de los gestores públicos de las finanzas estatales), caen las exportaciones industriales, se abre la economía y nos invaden productos importados, se desploman la industria manufacturera y la construcción, se reduce la recaudación tributaria bien por debajo de la inflación y los recursos fiscales por la recesión, reducen en términos reales un 25 ó 30 % los fondos coparticipables a las provincias (que también toman el amargo brebaje de la escasez porque tampoco ellos tienen una recaudación local muy alta). La inflación ascendente y firme, genera zozobra en los hogares y en las empresas (esas en las que los accionistas pequeños y medianos mandaban a su gente a sostener a Scioli y los obreros votaban por Macri); aquella donde los universitarios y docentes pensaban que el ciclo estaba acabado y necesitan cambiar, una palabra creativa que la sociedad a poco de avanzar empezará a tratar con desgano cuando no con bronca.
La inflación -como el desempleo- es el resultado de una mala política económica que exhibe la ausencia de control estatal sobre las pujas distributivas; es la acción más débil del Estado ausente, salvo cuando al menos una parte de la sociedad política es cómplice de las ganancias y rentas de los más fuertes. Dólar estancado y baja de exportaciones, ingreso de capitales especulativos y financiamiento amplio de la deuda externa. Gran fuga de capitales (más de 6000 millones de dólares gringos en solo seis meses), tasas de interés desconocidas y especulación en los mercados locales e internacionales que tributan una renta financiera anual a los inversores de portafolio que operan en Argentina que supera la inflación más desbocada.
Los domingos cuando termino mi columna económica en El Vermucito, por radio Cooperativa, en la media mañana -por desgranar estos mismos temas- recibo decenas de twitts y mensajes por las redes sociales agradeciendo su contenido pero valoro también a los más valientes que ante este escenario, me dicen que les deprimo exageradamente los días por venir. No por antiguo y conocido vale la pena recordar aquello de Joan Manuel Serrat, "Nunca es triste la verdad...lo que no tiene es remedio"
Debo decir hasta aquí que, en mi opinión, este es el gobierno más estilizado en democracia en revisitar cuidadosamente los mismos objetivos seguidos en dictadura por la política económica de Martinez de Hoz. Solo que, quizás, muchos argentinos, inclusos hasta algunos votantes volátiles de Cambiemos en la última elección, más temprano que tarde descubrirán esto mismo y valorarán seguramente lo que perdimos en estos meses y cerrarán sus ojos porque lo que viene se parece a un episodio ya extensamente vivido y en esta ocasión más parecido al post Tequila. Hay un derrotero de deterioro de la economía real que terminará con más desempleo, una distribución muy inequitativa del ingreso y una fuerte des industrialización. En eso se parece al tequila aún cuando la política macroeconómica luce muy desordenada en esta ocasión y en aquella Menem conducía un proyecto con riendas muy distintas a las del MACRI de hoy.
Muchos quisiéramos que la sociedad civil y, especialmente la política, aquellos que no están en el gobierno, tomara su rol con más fuerza y dinamismo. Que votara en sus cámaras o consejos, o en directorios del sector público, pensando no sólo en los de abajo sino y muy especialmente en el proceso que se avecina en los próximos meses. Y el mayor trabajo lo tendrán esos dirigentes ya que la sociedad más claro o más borroso, necesitará de su valentía para hacer de nuevo a la Argentina un país que nos incluya a todos. Con justicia social, equidad, y por encima de todo, con soberanía de sus instituciones por sobre los intereses o poderes externos.
Un desafío que requiere quitarse los obstáculos menores que nublan la lejana mirada y hacerse eco de lo que las conciencias reclaman aún cuando esas voces aún puedan parecer pocas o controladas.
No es una tarea simple, es cierto, pero tampoco es imposible. Sólo sabemos que es imprescindible y necesaria.

https://www.facebook.com/ArnaldoBocco/posts/263880307327140

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