martes, 20 de mayo de 2008

La Transversalidad llegó al campo?


Se dice que en la reunión de ayer lo que más discutieron los dirigentes del campo fue qué hacer con De Angeli, dado su nivel de referenciación que trasciende los encuadramientos y áreas de representación de cada entidad.

Se dice que el domingo en el acto de Rosario podría rodar la cabeza de Eduardo Buzzi y que por aclamación quedaría como líder de la Federación Agraria Alfredo De Angeli. Este es un corrillo que habrá que chequear con la realidad, pero no suena descabellado puesto que a esta altura de los acontecimientos no se sabe realmente cuál es el nivel de representatividad del presidente de la FAA.
Es incontrastable a esta altura de los acontecimientos Que De Angeli ha emergido como el referente de los sectores más combativos. Lo curioso es el amplio abanico que pareciera expresar este entrerriano. Con una capacidad de comunicación innata y una llegada directa al corazón del “hombre de campo”, De Angeli reivindica el Grito de Alcorta pero objetivamente juega a favor de los intereses más concentrados del negocio agropecuario. El mismo, como arrendatario de 800 hectáreas no pertenece al grupo de los tan mentados “pequeños productores”.
Su combatividad no pareciera enmarcarse en un proyecto progresista, incluso se da el contrasentido de que corre a Buzzi por “izquierda”, pero defendiendo intereses que están totalmente corridos a la derecha. La combatividad del mellizo es meramente gestual, una pose que los medios amplifican por su poder de venta y porque en definitiva, es el mejor garante del actual estado de cosas. No casualmente es aclamado en sus visitas a lugares con fortísima presencia de CARBAP, la más poderosa y reaccionaria de las entidades del sector.

13 comentarios:

Horacio Ricardo Palma dijo...

A ver...llega fin de mes. Ustedes acuden entonces a cobrar su sueldo. Pero resulta que el jefe les dice...ah no, ahora cobrará solo el 50%, porque le fue demasiado bien.
El gobierno no entiende el problema del campo. Perdón, sí lo entiende, pero no le importa. Cuando falte trigo y carne (se sembró poco trigo y ya faltan vientres)...por la fata de políticas serias, espero que no tengan la caradurez de decir "no sabíamos nada".
De Angeli arrienda 800 has. a los Yabrán, pero no confundamos, los terratenientes son los Yabrán, y De Angeli es un pequeño colono. Y digo pequeño, pues los grandes colonos de la zona, siembran promedio 10.000 has.
La batalla está ganada por el campo. Cristina tiene la imagen por el suelo, y las retenciones están en el centro del debate. Lo mejor que hizo el campo, más que la escarapela, es haber planteado un modelo federal. Estamos cansados de mantener a los porteños...
Abrazo
Horacio

Anónimo dijo...

Diferencia con el ejemplo del gorila preopinante:
1. No es el jefe el que decide la retención, ya que no queda en la empresa, sino que va al erario público.
2. Si "me fue demasiando bien" quiere decir que gané mucho mas, bueno eso es exactamente lo que pasa con mi sueldo: aporto un tercio del mismo a Ganancias. Si ganara menos y quedara por abajo del piso no imponible no lo pagaría. Todavía no se me ocurrió ponerme la escarapela y descubrir que "la Oficina es la Patria".
En cuanto a que el campo ganó la batalla, si ello les sirve, como salida elegante, vale...Recuerden que las retenciones además de estar en el centro de la escena, están también vigentes.
En cuanto al modelo federal, y a lo que ellos desvela a CARBAP, a Sociedad Rural, a CRA, históricamente tan preocupadas por las reivindicaciones de las economías regionales, que me lo cuenten.
La confrontación ha parido a un nuevo Blumberg, el misil humano entrerriano. Habrá que verlo correr, pero supongo que la nueva esperanza blanca terminará como terminan todas: el campeón de los pesados siempre es un negro.

Horacio Ricardo Palma dijo...

ramirez...(prejuicioso contestario), estamos de acuerdo: En lugar de retenciones, impuesto a las ganancias.
Es tan facil, ¿por qué no se lo sopla a la presi?, a lo mejor la convence de que es mejor coparticipar impuestos, que confiscar regalías.
No me digan que no les avisé con lo que es Gualeguaychú como "pueblo". El más odiado por Cris, es de gualeguaychú (De Angeli), y también es de Gualeguaychú Luciano, el jefe de los Granaderos a Caballo de la Casa Rosada...ah, en un tiempo eran grandes amigos. ¿Lo serán ahora?...
Abrazo
Horacio (gorila orgulloso)

Rafa dijo...

Gerardo:
Lo dije en otro lado hace más de un mes y lo sigo confirmando. Más allá de sus intereses actuales, si como dicen De Angeli se formó en el PCR, no hay que tener dudas, esos tipos sólo sirven para destruir.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

En pag. 12 de hoy aparece una polémica entre dos maestros y militantes luchadores y pensadores del campo progresista del pensamiento.

Espero ayudar a la polemica en la que se empeña el buenazo de Gerardo en demonizar a un paisano como DAngeli soslayando a otro paisano como Roberto Urquía, destinatario de los subsidios del gobierno senador kirchnerista y dueño de Genral Deheza.
Gerardo no demonicemos . que cunda la sensatez. Ni tener aguante, ni acusarlos de golpistas y repersores, torturadores.
Mejor es gobernar, abriendo el debate a las nuevas realidades.

Por Atilio A. Boron *
Días atrás, Mario Toer publicó una nota (Página/12, 6 de mayo de 2008) en la cual criticaba acerbamente mi negativa a considerar al gobierno de Kirchner, el anterior y el actual, como “reformista”. Toer me reprochaba por mi “voluntarismo”, que no tenía en cuenta la correlación de fuerzas existente que imponía límites aparentemente infranqueables a la voluntad transformadora del actual gobierno. También recordaba, con razón, mis juicios vitriólicos sobre los gobiernos de Lula y Tabaré Vázquez.
Enojado por mi intransigencia, Toer me enrola en las filas de una legión: la del “marxismo para radiólogos” (¿?) o las del “club electoral del cero coma (0,)”. Estas sectas se caracterizarían por su fanática adhesión a “dualidades simplistas” como “burgueses y proletarios” y “reforma o revolución”, arcaicas minucias que para Toer carecen de todo interés. Producto de mi enfermiza afición por estos simplismos sería la ceguera que me impide percibir los enormes y persistentes esfuerzos realizados por este gobierno y el anterior para “construir un proyecto nacional-popular”. Si éste aún no se ha concretado, no ha sido por falta de una férrea voluntad transformadora de las autoridades, sino porque, según mi crítico, “las mayorías no han bregado con ardor” para lograr ese objetivo. De un plumazo la resistencia social a las políticas instauradas por el menemismo y las luchas sociales que se desplegaron a lo ancho y a lo largo de la Argentina en estos últimos años reclamando mejores salarios, servicios públicos dignos y eficientes, la reconstrucción de la salud y educación públicas, controles efectivos sobre los oligopolios, protección ambiental, derechos humanos, salud reproductiva, transparencia administrativa e idoneidad en el manejo de la cosa pública fueron apenas una ilusión. La conclusión de este disparate –según el cual no fue el partido gobernante el que flaqueó en el empeño reformista que Toer y otros generosamente le atribuyen, sino que las culpables de esta frustración fueron las víctimas del neoliberalismo, que rehuyeron el combate requerido para promover las reformas– es que “lo que hay es bastante más de lo que veníamos mereciendo”.
Conclusión conservadora, si las hay, porque: ¿cómo es posible afirmar que las clases y capas populares no merecen más que las migajas que reciben de un país cuya economía lleva más de cinco años creciendo a tasas chinas?, ¿qué tendría que haber hecho este pueblo para “merecer más”? Se pueden decir muchas cosas de él, menos que no ha luchado con abnegación en pos de reivindicaciones que, en su conjunto, configuran una agenda claramente reformista que el Gobierno no quiso (¿o no pudo?) reconocer. Aun así, ¿por qué ese innegable impulso “desde abajo” no alcanzó para inclinar a la Casa Rosada a adoptar políticas reformistas?
No quiero aburrir al lector señalando, por enésima vez, todos los cambios que habrían mejorado la calidad de vida de los argentinos si hubiera existido ese fantasmagórico proyecto “nacional y popular” que vibra en la imaginación de tantos admiradores del Gobierno. Y que no se nos diga que esas reformas son inviables en la era de la mundialización: ¿cómo pudo Evo Morales recuperar para la nación el patrimonio hidrocarburífero y las telecomunicaciones de Bolivia o diseñar un esquema de pensión universal para toda la población de la tercera edad, o retirarse del Ciadi, el tramposo tribunal creado por el Banco Mundial para que las transnacionales pongan de rodillas a las naciones?; ¿cómo pudo Hugo Chávez liquidar el analfabetismo y garantizar la atención médica de toda la población, un lujo que una buena parte de los argentinos no se puede dar? Si Bolivia y Venezuela pudieron, ¿por qué no pudo la Argentina?
Flaco favor le hace al Gobierno aquel que cree ver en él esa voluntad de cambio y les achaca la frustración de ese proyecto a los pocos merecimientos del pueblo o, como dice Toer más adelante, a la “debilidad del campo popular”. La conclusión que extrae de este (erróneo) diagnóstico es que hay que proteger y fortalecer al Gobierno, “sin seguidismos, con imaginación, con pensamiento crítico, pero con generosidad y sin petulancia”.
Pero, precisamente, para no caer en las aparentemente irresistibles tentaciones del “seguidismo” sería importante que Toer se preguntara: ¿protegerlo y fortalecerlo para hacer qué? ¿Dónde están las señales concretas que anuncian la existencia de un proyecto reformista en la Casa Rosada? Aun sus voceros que presumen tener la vista de un lince han sido incapaces de balbucear siquiera los rudimentos de esa agenda de reformas: su máxima hazaña en este terreno fue denunciar que si CFK fracasa en sus empeños reformistas vendría la derecha. Argumento débil porque, en el terreno estricto de lo económico, la derecha ya vino, hace rato, y ni este gobierno ni el anterior dieron la menor muestra de incomodidad ante su llegada. ¿Cuáles fueron las decisiones adoptadas para desmontar la funesta herencia de los noventa? ¿Qué iniciativas se tomaron para recuperar el patrimonio nacional rematado a precio vil, para reconstruir el Estado y para sentar las bases de un modelo económico alternativo? ¿Qué se hizo para liquidar la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz o el régimen petrolero instaurado por el menemismo y bendecido por la Constitución de 1994, de la cual tanto el anterior presidente como su sucesora fueron sus redactores? ¿Qué se hizo para impedir y revertir la feroz extranjerización de la economía argentina, propia de una república bananera de comienzos del siglo veinte?
Calificar de burgués a un gobierno que pese a sus encendidos discursos continúa amparando y realimentando el modelo neoliberal constituye la estricta aplicación de un criterio científico de análisis social. Por eso decía Grüner con razón que no estamos ante una batalla entre dos “modelos de país”, porque el modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al del “campo”. Esto puede disgustarle a Toer, pero la realidad no se evapora porque sea molesta para algunos. Caracterizar al gobierno actual, en cambio, como la encarnación de un proyecto “nacional y popular” no es otra cosa que la proyección de un deseo largamente acariciado por el progresismo, una peligrosa confusión entre deseo y realidad. Esto puede tener un efecto terapéutico catártico, pero al precio de caer en una trampa en donde el fantasma de una derecha “que se puede venir” impide visualizar la derecha que ya está, y que no es amenazada por el Gobierno. Toer debería reflexionar sobre las razones por las que si el pueblo está desorganizado y desmovilizado el Gobierno no hace nada para organizarlo y movilizarlo. ¿O tal vez creerá que el renacimiento del PJ, bajo el liderazgo de Néstor Kirchner, podrá obrar ese milagro? Toer cree, en su autoengaño, que el pueblo no se organiza por el inmenso poder que concentra esa “pléyade de eternos candidatos a ‘directores técnicos’ que se la pasan diciendo lo que habría que hacer y nunca ganaron un partido con un club de barrio”. Personajes bien raros éstos, que malgastan el inmenso poder que Toer les atribuye para mantener desorganizado al campo popular en vez de acelerar su organización y así conquistar el poder. Pero, ¿qué decir del papel de la multitud de resignados “posibilistas” y oportunistas que optaron por convertirse en directores técnicos o asesores de sucesivos gobiernos que perpetuaron un modelo económico insanablemente injusto, opresivo y predatorio?
* Director PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales.

Pedro Mafierne

Rafa dijo...

También conviene leer las notas de Eduardo Grüner y sobre todo de Gonzalo Barciela que acompañan a la de Borón. Para no abusar, acá pongo el link.

Otro abrazo.

Néstor Sbariggi dijo...

Gerardo: Que interna! Los piquetes que responden a De Angeli no quieren salir de las rutas con el de Gualeguaychú y el de Tandil. Supongo que si lo quieren desactivar emepzarán quitándole el apoyo logistico y el avioncito.

Respecto del comentario de Horacio. Cada cual la cuenta según lo que quiere ver. Si uno lee Perfil o La Nación lo primero que se discutirá son las retenciones móviles. Veremos.

Saludos

Anónimo dijo...

Espero que los preanuncian falta de trigo y carne de aqui a dos años (aunque... no hace mas de dos años que preanuncian eso...?) cuando no falte ni trigo ni carne hagan un mea culpa.

Anónimo dijo...

El modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al del “campo”.

Gerardo, hay que exigirse un poco más en la reflexión. Ser grosero con el pensamiento, estigmatizando a actores circunstanciales, no ayuda, no aporta al entendimiento cuyo fin será la transformación de las estructuras sociales.

León

Anónimo dijo...

León quiere algo más denso fuera de la polémica que impone Rial-Gerardo.
Hablemos de la minería con la que Kirchner y Cristina dejan hacer en silencio, pero ni Gerardo ni Clarín ni Boletín Oficial quieren hablar.
El actual Tratado Minero, ley 24.196, le cede a las empresas multinacionales que explotan la minería una innumerable serie de beneficios, entre los que se incluyen la deducción del impuesto a las ganancias y el 100% invertido en el proyecto, más rentable aún que la soja o el trigo. Se llevan todo lo que juntan y dejan los desperdicios.

Cristóbal sinrentenciones López

Anónimo dijo...

¿Dónde están las señales concretas que anuncian la existencia de un proyecto reformista en la Casa Rosada? Aun sus voceros que presumen tener la vista de un lince han sido incapaces de balbucear siquiera los rudimentos de esa agenda de reformas: su máxima hazaña en este terreno fue denunciar que si CFK fracasa en sus empeños reformistas vendría la derecha. Argumento débil porque, en el terreno estricto de lo económico, la derecha ya vino, hace rato, y ni este gobierno ni el anterior dieron la menor muestra de incomodidad ante su llegada. ¿Cuáles fueron las decisiones adoptadas para desmontar la funesta herencia de los noventa? ¿Qué iniciativas se tomaron para recuperar el patrimonio nacional rematado a precio vil, para reconstruir el Estado y para sentar las bases de un modelo económico alternativo? ¿Qué se hizo para liquidar la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz o el régimen petrolero instaurado por el menemismo y bendecido por la Constitución de 1994, de la cual tanto el anterior presidente como su sucesora fueron sus redactores? ¿Qué se hizo para impedir y revertir la feroz extranjerización de la economía argentina, propia de una república bananera de comienzos del siglo veinte?

Grupo Proyecto Nacional
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Andrés el Viejo dijo...

Como el espíritu inmundo del Evangelio, Felisa puede decir: mi nombre es Legión, porque somos muchos (Mc, 5:9).

fer, el kioskero dijo...

Yo no se bien que mierda pasa en éste ispa.Creo que éste gobierno fue lo que mejor pudo sacar el pueblo, despues de la dictadura y de los noventa.Yo le pregunto a los que lo critican desde izquierda:¿Cual es el polo de fuerza que se ofrece para bancar posiciones mas reformistas por parte del estado? Y a los que lo hacen por derecha: ¿que alternativa ofrecen para mejorar la calidad de vida de la gente?¿achicar el estado para agrandar la nación? Por mi parte, creo que les falta a ambos una buena dosis de humildad, de renunciamiento, de imaginación y de coraje.
Buenas noches.

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