"...del tipo de señora que lee La Nación en la cama y le pide el desayuno a la empleada. le molestan los desaparecidos pero no los desaparecedores"
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1 comentario:
(había escrito algo en el otro post pero me parece que no se guardó, lo corto y pego)
Me parece bien que tratemos, en principio, de no demonizar a Sarlo. Pero creo que la lectura sostenida de lo que ha venido escribiendo en el último año torna difícil una postura comprensiva. Sarlo tiene una estrategia doble: por un lado, queda bien con el antiperonismo repitiendo todos los lugares comunes de la antipolítica (Kirchner compra votos, es oportunista, es incoherente, autoritario) y por otro lado trata de congraciarse con las bases blogueras diciendo que son jóvenes, inteligentes, saben mandar mails y tienen gimnasia retórica. Yo no veo una "fisura" o una "rendija" (como dice Fede Vázquez) en las palabras de Sarlo. Lo que veo es una estrategia para quedar bien con el establishment y bien con los jóvenes que el día de mañana pueden tener el poder como para reeditar sus libros o quemarlos en una hoguera pública. Pero la estrategia falla y por eso se torna visible. Sarlo quiere mostrar un lado comprensivo para que nosotros la comprendamos, pero cuando le dice al gay kirchnerizado "te entiendo" queda como una monja soberbia que le perdona una debilidad extramatrimonial a una mujer pobre. Busca ganarse nuestro respeto (porque de eso se trata el 50% de su nota; el otro 50 es para renovar su carnet de gorila) por medio de la adulación y la piedad. Ya no deja de incluir un párrafo favorable a las capas medias informatizadas, combinado con alguna pelotudez horrorosa contra el más mínimo sentido común político. Disiento entonces con las posturas de Fede Vázquez y Mendieta. Respetar a Sarlo por sus argumentos es imposible, y respetarla porque nos halaga es un recurso vergonzoso. Darle lo que quiere, "respeto intelectual", me parece injusto: está pidiendo demasiado. No le podemos brindar respeto a una persona que escribe estupideces antiperonistas en La Nación. Yo sé que hay algunos blogueros que están desesperados por encontrar un "enemigo con altura", un "adversario respetable" que realce el peso de las redes sociales; yo les diría que se queden tranquilos porque ya lo encontramos. Pero una vez detectado el enemigo, hay que darle una lucha encarnizada y destruirlo. Simbólicamente, se entiende. Y la lucha simbólica consiste en desprestigiar al otro. Sarlo empezó escribiendo frases ninguneantes contra los blogueros y cuando vio que esa batalla estaba perdida, empezó a buscar el acuerdo, sin romper por supuesto con los editores de La Nación. Lo que significa que está en retirada. Y significa también que nosotros tenemos que avanzar y desprestigiarla hasta que deje de sentirse habilitada para escribir pelotudeces pedantes sobre política. El escarnio va a terminar cuando Sarlo deje de pensar que ella es tan suprema que puede a la vez ser de izquierda y escribir contra Carlotto en La Nación justo cuando se investiga el caso Noble.
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