Que pase lo que sigue...

Y llegó nomás la votación a las dos y media de la mañana con números que ya nos había anticipado el Ingeniero pero que no por ello dejaron de tener una contundencia estremecedora.
Pasó la discusión por la legitimidad de este parlamento para discutir una ley tan importante, pasaron los intentos obstruccionistas en la cámara de diputados; pasaron las contraaudiencias en Mendoza, Santa Fe y San Luis con rotundos apoyos al proyecto oficial; pasó la retirada de las tropas de Aguad, Pinedo y Solá; pasó el planteo en la justicia de Bullrich y Giudici; pasó el intento en el senado de enviar la ley incluso a la OEA para que se la siga estudiando y pasó que faltaron unos poquísimos votos para que la ley finalmente terminara votada favorablemente por los dos tercios de la cáma alta.
Pasó también que finalmente el radicalismo presentó un dictamen de minoría, lo que baja un poco la temperatura del horno en que se viene incendiando esa fuerza política más que centenaria.
Ahora se vienen los tiempos de la justicia, dicen, seguramente por unos días. En verdad todavía estamos esperando el juicio fabuloso que T y C le iba a poner a la AFA por romper el contrato. Veremos...
Pasó que la espera fue larga, casi eterna; pasó que los días eran larguísimos y que uno ingresaba cada media hora a Clarín online buscando la bomba neutrónica que dinamitara tanto trabajo de tantos años. Pero no la hubo o, mejor dicho, llegamos a un punto cuasi vietnamita si ha recibir bombas se refiere (Los más jóvenes deben saber que en Vietnam, las fuerzas de Estado Unidos arrojaron más bombas que todas las que se lanzaron en la Segunda Guerra Mundial...) Por eso llegó un punto en que nos acostumbramos a tantas detonaciones y tanto olor a pólvora.
He aquí una enseñanza, un hallazgo para la comunicación mundial y los estudiosos del impacto mediático en las sociedades: Un dispositivo mediático con un control de por lo menos el 80 % de los medios del país no logró, pese a un bombardeo pertinaz conmover a la opinión pública. El país siguió su vida normal y todos los intentos incendiarios se consumieron como esos globos que se lanzan en las fiestas, se consumieron solitos sin generar ninguna llamarada extra.
La sociedad no ha cambiado su mirada sobre el gobierno y el kirchnerismo, eso es seguro, pero no movió un dedo por las empresas periodísticas ni se asustó por las temeridades de Daniel Vila.
Es que de momento nada cambia en todo lo palpable, el cambio es, de momento, abstracto. Lo que se puede ver es la ratificación de que el kirchnerismo sigue siendo la única fuerza con capacidad de acción política del país y que los grandes triunfos o derrotas en que se ha visto involucrado responden antes que nada a virtudes o errores propios que ha ser superado ideológica y políticamente por sus adversarios.
Pareciera que necesita de las derrotas para reconstruir su capacidad política. Pareciera esto o bien que sencillamente tiene la virtud de explotar ciertas demandas muy afincadas en la sociedad. Entonces no es que la gente lo apoye por ello pero sí que reconozca en la intimidad que lo que hace está bien. No es que la gente ame al gobierno por que haya sancionado una nueva ley de medios pero sí que se reconozca que había que hacerlo.
Algo parecido podría suceder si se presenta un proyecto para reformar la Ley de Entidades Financieras. No es que las masas salgan a apoyar a Cristina sino que nadie va a mover un dedo para defender a los bancos.
Este es otro hallazgo de estos tiempos: Se caen suposiciones y se derrumban mitos. Salvo personajes de la insignificancia del rabino Bergman, la bestia entrerriana o el patético Castells, no hubo una sola organización del pueblo ni entidad con algún nivel de representatividad que sacara la cara en defensa de los medios. Si hasta planteles como la redacción del diario Crítica -con tristísimas excepciones- salieron a apoyar públicamente el proyecto.
Es que el error estratégico (y no me cansaré de repetirlo) del dispositivo mediático fue ponerle la "K" al proyecto de ley. Ahí se cavó su propia fosa. Por eso se dieron los abrumadores apoyos en San Luis, Mendoza y Santa Fe y si se hubieran armado más contraaudiencias el resultado hubiera sido el mismo, porque quienes aparecían en los estrados no eran kirchneristas, eran centros de estudiantes, organismos de Derechos Humanos, sindicatos, intelectuales, profesionales de la comunicación, en fin, un arco inmenso de representaciones del pueblo que exceden al kirchnerismo.
Ahí estuvo el error, la "K" los liquidó.

Se viene un tiempo muy rico en lo político, donde el gobierno sin duda va a seguir con la iniciativa política pero sin que de momento eso mute en apoyo, ojo. No confundir iniciativa con mejoramiento de imagen. Se viene un mes y medio donde la oposición va a seguir disfrutando del 10 de diciembre, hasta el 11 de ese mes cuando se empiece a demostrar que en realidad no es una mayoría tan contundente, que le va a costar armar quórum y lograr un puñado de denominadores comunes para sancionar alguna ley.
El discurso del resultado de las elecciones de junio se les acaba el 11 de diciembre cuando entre otras cosas tengan que reconocerle a la sociedad que no son tantos como le hicieron creer a la gente.
Ahí se les va a caer otra mentira y es la que dice que el gobierno sufrió una derrota estrepitosa, cuando en rigor a nivel nacional las ganó. Ahí se va a empezar a blanquear que Juez ganó con el treinta y pico, y solamente para senador, porque perdió en diputados, donde la UCR cordobeza ganó también con poco más que el 30 %.
Ahí se va a blanquear que el peronismo no marchó a colgar la cabeza de Néstor Kichner y que tampoco fue a encolumnarse tras De Narváez, que sigue sin sumar un solo muñeco a lo que tenía en 28/06.
Ahí se va a blanquear también que del Acuerdo Cívico y Social ya no queda virtualmente nada.
Entonces, en este contexto, se empieza a blanquear que al fin y al cabo quizá el que hoy por hoy tenga un lugar asegurado en la grilla de largada sea el mismísimo Néstor Kirchner. Lo que está por verse es cómo se resuelve el ballotage.
Pero ésta es sólo una posibilidad, que no aparece como forzada pues surge de un análisis somero de la coyuntura actual.
Lo que sí define acá es la orientación que elija el kirchnerismo. Si elige dar la batalla por izquierda, creo que tiene serias chances de triunfo. Si arremete con la ley de entidades financieras y el subsidio por hijo más alguna otra medida de neto corte social, su fuerza se potenciará.
Si el kirchnerismo se hace cargo seriamente del tema de la pobreza y empieza a gestionar en el sentido de dar respuesta, pondrá contra la pared a Bergoglio y demás oportunistas que se hacen eco del hambre generado por políticas que ellos mismos apoyaron durante décadas. Porque discutir cómo resolvemos el asunto de la pobreza nos clava en el tema de aumirnos como una sociedad desigual y ahí es donde se empieza a visualizar que estamos ante el viejo ejemplo de la "manta corta". Para tapar una parte del cuerpo social hay que descubrir otra.
La manta corta es inherente al capitalismo. No existe capitalismo de manta larga, salvo en los países centrales, salvo en el norte que usufructúa su ventaja de explotar al sur.
Quizá el mayor enemigo que pueda tener el kirchnerismo si pretende correr la manta sea su propia configuración ideológica, que al fin y al cabo es uno de los límites doctrinarios del propio peronismo, que siempre se maravilló con esa idea del consenso de clases.
Se nos ocurre que sólo en otra estructura social y productiva se puede fabricar una manta lo suficientemente larga como para tapar a todos los sectores, o que en definitiva la opción no pasa por buscar mantas largas sino por eliminar a minúsculos grupos sociales que siempre se llevan mucha manta para su lado.
Pero esa discusión está lejos.





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