Asumo que soy medio bestia y que algunas lecturas me cuestan horrores.
Confieso que me sonrojé cuando María Seoane en su excelente libro “Todo o nada” cuenta que Santucho se burlaba de Gorriarán porque no podía pasar de la segunda página de “Materialismo y Empiriocriticismo” de Lenin, dado que yo tampoco había logrado entender ese texto.
Con esta carta sobre la nueva derecha que se difundió esta semana sucedió que también entendí poco. La leí dos veces, pero no hubo caso. Hay párrafos como este que, la verdad, lo releo, miro el horizonte, me rasco la cabeza y “no me queda nada”, como cuando estudiaba química en el colegio:
“Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.”
Soy de los que piensan que cuando alguien tiene muy claro un tema, lo comunican con gran facilidad. Se me ocurre el ejemplo de Adrián Paenza explicando la aparentemente árida Matemáticas. Por eso acá no sé dónde pararme, y eso que estoy del mismo lado del mostrador de estos intelectuales.
Pregunto:
¿Textos tan pastosos son la resultante de ideas que aún no están del todo claras?
¿Quizá la urgencia política de tener que “decir algo” es la que motiva la difusión de un documento que cuesta entender fuera del cenáculo?
¿O definitivamente el problema lo tengo yo, que no me da más que para entenderlo a Mario Wainfeld?
Con esta carta sobre la nueva derecha que se difundió esta semana sucedió que también entendí poco. La leí dos veces, pero no hubo caso. Hay párrafos como este que, la verdad, lo releo, miro el horizonte, me rasco la cabeza y “no me queda nada”, como cuando estudiaba química en el colegio:
“Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.”
Soy de los que piensan que cuando alguien tiene muy claro un tema, lo comunican con gran facilidad. Se me ocurre el ejemplo de Adrián Paenza explicando la aparentemente árida Matemáticas. Por eso acá no sé dónde pararme, y eso que estoy del mismo lado del mostrador de estos intelectuales.
Pregunto:
¿Textos tan pastosos son la resultante de ideas que aún no están del todo claras?
¿Quizá la urgencia política de tener que “decir algo” es la que motiva la difusión de un documento que cuesta entender fuera del cenáculo?
¿O definitivamente el problema lo tengo yo, que no me da más que para entenderlo a Mario Wainfeld?
5 comentarios:
La verdad que es confuso en serio. Me recuerda a la película Shrek 3, cuando Pinocho tiene que explicar a los malos dónde está Shrek sin delatarlo pero a la vez sin mentir para que no le crezca la nariz.
Saludos y no te sientas solo, yo tampoco lo entiendo.
Y cómo sabés que estas "del mismo lado del mostrador" que esos intelectuales, siendo que no entendés ese párrafo (y supongo que te pasa lo mismo con muchos otros). Leo lo que te dejó perplejo y me pasa lo mismo que a vos. A mí siempre me tranquilizó lo que Popper tenía que decir sobre Hegel ("aire caliente", no?). Pero después, claro, a Popper tampoco lo entiendo tanto.
Yo firmé la primera porque me parecía una necesaria toma de posición, a pesar de la prosa empleada. Pero ya no me da para seguir metiendo el gancho debajo de tanta palabrería al cuete.
Ah, Anónimo: no compare con Hegel. Hegel escribía difícil porque pensaba cosas complejas. No es lo mismo que disfrazar con palabrerío difícil lo que podría decirse claro y sencillo.
Tranquilo, amigo! Para escribir fácil estamos nosotros! Deje que los intelectuales la compliquen! Después de todo, somo como los chupacirios de la iglesia católica: mientras los curas se preocupan por difundir los preceptos de la Biblia refugiados en la parroquia, los fieles domingueros de la misa y la hostia deben lidiar en el día a día entre los preceptos antipecado de Dios y la cruda realidad de lo cotidiano.
http://quenospasaalosargentinos.blogspot.com/
Los intelectuales pecan (pecamos) de declaraciones rimbobantes. Pero no estoy de acuerdo en la vieja antinomia alpargatas vs libros o cultura vs pueblo. Ambos pueden aportar a la causa común con sus expresiones culturales diferentes.
De hecho, este párrafo que mencionas no es más que un ataque a los "cultos" medios y a la "culta"(?) clase media con sus mismas armas. Igualmente, yo habría dicho:
“Los medios recurren a las denuncias para fomentar el miedo de la clase media. Esto produce en ella una sensación de represalia cuyo único sentido es el miedo. Nadie parece darse cuenta que
que lo que llaman “opinión pública” es la realización de ese miedo inculcado por otros
que tal, nada mal no ? :)
Mariano P
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