Una práctica perversa infecta el mundo opositor y termina
tirándolo para atrás en momentos cruciales. Consiste en el desprecio con que
los medios hegemónicos tratan a los dirigentes políticos opositores cuando son
derrotados por haber hecho lo que esos medios les ordenaron que hicieran.
Cuando llegan las malas noticias electorales, los mariscales de la derrota
siempre son los políticos opositores, jamás el entramado de medios y
periodistas que los condujeron al papelón.
Esta columna de Eduardo van der Kooy es el ejemplo perfecto.
Respecto a Mauricio Macri dice:
"El líder del PRO
había imaginado la noche del domingo como el trampolín ideal para el
lanzamiento de su campaña nacional. Esa noche fue distinta. No por la victoria
indiscutida de Larreta sino por su dimensión. El plan previsto no sufrió ni un
cambio. Ni siquiera en el contenido del discurso central. ¿Era aquella la
ocasión propicia para convalidar varias de las controvertidas decisiones que en
su administración adoptó el kirchnerismo? ¿Cómo entender, por ejemplo, se
ensalzara el rescate de Aerolíneas Argentinas el mismo fin de semana que la
empresa fue un caos –que aún no terminó– para trasladar de vacaciones a miles
de ciudadanos? ¿Qué sentido tuvo, como no fuera un serio error de información,
prometer que la Asignación Universal por Hijo (AUH) sería en un hipotético
gobierno macrista un derecho por ley, que ya es?"
Martín Lousteau no escapa a las llamaradas del fuego amigo:
"El candidato de
ECO, que también integra Cambiemos, confesó tras la caída que votará por el
senador radical. Pero que si pierde lo haría por Margarita Stolbizer. ¿Para qué
peleó desde el lugar en que lo hizo la jefatura de Gobierno porteño? ¿Qué
sentido de pertenencia trasladaría al votante común su decisión de abandonar
Cambiemos si no triunfa Sanz?
Nadie podría negarle a
Lousteau el derecho a esa determinación. El problema radicaría en que la
disputa por el poder central está a la vuelta de la esquina. Y mientras ese
segmento opositor, que tiene pretensiones de Gobierno, debate todavía sobre su
existencia y trascendencia, la empresa
de poder kirchnerista-peronista anda a todo vapor."
Este círculo vicioso al que tantas veces nos hemos referido
en el blog, a lo largo de los últimos 8 años, pareciera condenado a extenderse
indefinidamente ya que es la dirigencia política opositora la que debiera tomar
nota de que, así como van, no sólo no llegan a ningún lado sino que cada vez
pierden más respeto y consideración por parte del electorado. Cristina se los
ha dicho varias veces: no reparan en que si algún día les tocara ser gobierno,
los mismos medios que hoy los apañan, serán los primeros en destratarlos cuando
no hagan lo que ellos ordenan. Pero no quieren escuchar y siguen enfrascados en la comodidad de los focus group, las encuestas, el marketing y el declarativismo mediático. Luego no tienen fiscales, luego no tienen desarrollo en los barrios, luego no tienen militantes, luego no tienen inserción en entidades intermedias, luego...
5 comentarios:
Le agregaría a la complejidad que enfrenta el mundo opositor que los medios levantan a los que les sirven a sus intereses, por lo que prácticamente les es imposible salir del encierro.
Los que no quieren entrar en el juego simplemente no pueden entrar.
Es que se sobredimensiona el poder del periodismo y la homogeneidad del mensaje periodístico. Morales Sola y Longobardi apretaron a Lousteau para que se bajara - Pagni y Lanata hicieron lo contrario, para citar dos que trabajan con los dos primeros. Pero Lousteau no les "hizo caso" y no se bajó. El kirchnerismo mandó a votar en blanco y aunque dirigentes y militantes probablemente lo hicieron, el grueso de los electores de Recalde se fue con Lousteau en la segunda vuelta. Me parece que se exagera la importancia del periodismo y se subestima a la gente. Hoy los de PRO están denunciando una campaña periodística en contra de Macri por su discurso del domingo pasado - como denuncian ustedes cuando la noticia es el gobierno nacional - perdiendo de vista que el discurso cayó mal en el electorado independiente. Hoy somos más del 60% los que no votaríamos ni a Macri ni a Scioli porque los vemos iguales. Digan lo que digan los periodistas.
Eso confirma aquello de que; la derrota es huérfana.-
Y el 97% de los argentinos pensamos que los que dicen que “son todo’ lo mismo” te quieren afanar el voto para algún aventurerito que vive de sacar 4 votos en cada elección.
No hay problema, Cato. Vote a Carrió y listo.
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