El despido del periodista Luis Rosales de C5N sirve para volver a pensar un poco en la relación entre los medios y sus empleados, entre otras cosas porque la prensa opositora comunica este tipo de hechos como si fuesen flagrantes atentados a la libertad de expresión, siempre y cuando se generen en el espectro del oficialismo, porque cuando quienes despiden son ellos, lo ocultan, o bien lo muestran como meras "caducidades de contrato".
Cuando La Nacion despidió a Claudio Minghetti escribí un post titulado "La Nacion tiene derecho a despedir a Claudio Minghetti" donde ya desarrollaba la idea que aquí volverá a ser expuesta: Entre tantos malentendidos está la suposición de que un medio de comunicación no puede echar a un periodista que piense distinto a la empresa propietaria. En realidad es un razonamiento de extremada precariedad, parecido a suponer que un Club de fútbol no puede rescindirle el contrato a un jugador.
Es muy interesante ver cómo trata estos temas el dispositivo mediático opositor siempre -reitero- que sucedan en el campo del oficialismo. Con sutileza, trabajan sobre la noción fuertemente aposentada en mucha gente bien intencionada referida al respeto a la diversidad y a que cada uno pueda pensar lo que quiera. Hasta en la política partidaria y parlamentaria manejan este análisis viscoso. Siempre que haya conflicto entre un diputado y el bloque del FPV o entre un periodista y un medio cercano al gobierno, el discurso mediático opositor comunica que en ambos casos se está violentando la voluntad individual del legislador y el periodista. En realidad, cuando uno integra un bloque legislativo de una fuerza política no es un libre pensador sino un integrante de un colectivo que sostiene determinadas ideas y cuando tiene diferencias las discute en el seno de la fuerza e incluso si su postura es minoritaria debe respetar la voluntad mayoritaria. Es la regla de juego del contrato democrático.
En lo referido a la libertad de expresión, todo ser humano la tiene hasta que se transforma en periodista, ingresa en el mercado laboral y es contratado por una empresa periodística. En ese preciso momento, empieza a trabajar dentro del marco editorial de la patronal y su "ancho de banda" en términos de libertad de expresión explícita estará delimitado por la voluntad empresaria. Podrá seguir pensando como quiera, pero quien decide qué y cómo publicar es la patronal porque un medio es antes que nada un instrumento político que busca difundir una determinada idea del mundo, del hombre y de los sucesos, que indefectiblemente será la mirada de la empresa propietaria.
El periodista puede pensar distinto del medio, nadie se lo prohíbe, pero no puede publicar una mirada que contradiga a su empleador. Por eso existen los editores, ese comisariado que vela por la inviolabilidad del interés editorial de la patronal. El punto es que todo está mal entendido desde la noción de "libertad de prensa" que con mucha astucia las empresas periodísticas han difundido durante más de un siglo. Ahí está la madre de todas las confusiones. Luego, el fuego graneado sobre esa noción instalada durante décadas en el sentido común de la sociedad.
Cuando La Nación despidió a Minghetti, el tema fue directamente ignorado por los mismos medios que en estas horas acusan a C5N de ejercer cruel censura. Siempre que un periodista se queda sin trabajo en alguno de los medios opositores indefectiblemente se tratará de "un cambio de programación o renovación de grilla". Lo que tampoco dicen estos "defensores de la libertad" es que si un periodista piensa distinto ni siquiera le dan trabajo y si en una de esas algún empleado empieza a coincidir en algunos aspectos con el gobierno, se pone en marcha un mecanismo que hace que el periodista "díscolo" termine yéndose, como le pasó a este colega en uno de los diarios más importantes del país (y cuyo nombre no doy a pedido suyo)
Cuando hay disidencias entre lo escrito por un periodista y la línea del medio, actúan los editores, corrigiendo y hasta mochando la nota entera. Cuando el periodista tiene firma, es porque coincide con el medio o tiene acordado el margen de disenso. Cuando este margen es violado, cuando la distancia entre lo que piensa políticamente el periodista y el medio es insalvable, sobreviene la desvinculación. Luis Rosales fue candidato a gobernador en Mendoza en el marco de una alianza febrilmente conservadora, integrada por el PRO, los Gansos y el peronismo antiperonista. Lo hizo en tiempos en que C5N estaba comandada por Daniel Hadad. Cuando el canal es comprado por Cristóbal López, se habló de un compromiso de respeto por las fuentes laborales, lo que no se dijo es que la nueva conducción tenía derecho a modificar la línea editorial, por ejemplo en política internacional, donde C5N estuvo siempre emparentada con la derecha cubana de Miami. Ahí es donde se da el quiebre y no es casual que un cuadro conservador como Rosales (que es mucho más que un simple periodista) haya proferido una sarta de bestialidades contra Hugo Chávez, presidente amigo y aliado del gobierno con el que coincide la empresa propietaria de C5N.
Es muy probable, inclusive, que esta diatriva antichavista haya sido perpetrada buscando el despido para generar esta nueva operación que busca instalar la noción de una creciente ola de "la censura K".
Cuando La Nacion despidió a Claudio Minghetti escribí un post titulado "La Nacion tiene derecho a despedir a Claudio Minghetti" donde ya desarrollaba la idea que aquí volverá a ser expuesta: Entre tantos malentendidos está la suposición de que un medio de comunicación no puede echar a un periodista que piense distinto a la empresa propietaria. En realidad es un razonamiento de extremada precariedad, parecido a suponer que un Club de fútbol no puede rescindirle el contrato a un jugador.
Es muy interesante ver cómo trata estos temas el dispositivo mediático opositor siempre -reitero- que sucedan en el campo del oficialismo. Con sutileza, trabajan sobre la noción fuertemente aposentada en mucha gente bien intencionada referida al respeto a la diversidad y a que cada uno pueda pensar lo que quiera. Hasta en la política partidaria y parlamentaria manejan este análisis viscoso. Siempre que haya conflicto entre un diputado y el bloque del FPV o entre un periodista y un medio cercano al gobierno, el discurso mediático opositor comunica que en ambos casos se está violentando la voluntad individual del legislador y el periodista. En realidad, cuando uno integra un bloque legislativo de una fuerza política no es un libre pensador sino un integrante de un colectivo que sostiene determinadas ideas y cuando tiene diferencias las discute en el seno de la fuerza e incluso si su postura es minoritaria debe respetar la voluntad mayoritaria. Es la regla de juego del contrato democrático.
En lo referido a la libertad de expresión, todo ser humano la tiene hasta que se transforma en periodista, ingresa en el mercado laboral y es contratado por una empresa periodística. En ese preciso momento, empieza a trabajar dentro del marco editorial de la patronal y su "ancho de banda" en términos de libertad de expresión explícita estará delimitado por la voluntad empresaria. Podrá seguir pensando como quiera, pero quien decide qué y cómo publicar es la patronal porque un medio es antes que nada un instrumento político que busca difundir una determinada idea del mundo, del hombre y de los sucesos, que indefectiblemente será la mirada de la empresa propietaria.
El periodista puede pensar distinto del medio, nadie se lo prohíbe, pero no puede publicar una mirada que contradiga a su empleador. Por eso existen los editores, ese comisariado que vela por la inviolabilidad del interés editorial de la patronal. El punto es que todo está mal entendido desde la noción de "libertad de prensa" que con mucha astucia las empresas periodísticas han difundido durante más de un siglo. Ahí está la madre de todas las confusiones. Luego, el fuego graneado sobre esa noción instalada durante décadas en el sentido común de la sociedad.
Cuando La Nación despidió a Minghetti, el tema fue directamente ignorado por los mismos medios que en estas horas acusan a C5N de ejercer cruel censura. Siempre que un periodista se queda sin trabajo en alguno de los medios opositores indefectiblemente se tratará de "un cambio de programación o renovación de grilla". Lo que tampoco dicen estos "defensores de la libertad" es que si un periodista piensa distinto ni siquiera le dan trabajo y si en una de esas algún empleado empieza a coincidir en algunos aspectos con el gobierno, se pone en marcha un mecanismo que hace que el periodista "díscolo" termine yéndose, como le pasó a este colega en uno de los diarios más importantes del país (y cuyo nombre no doy a pedido suyo)
Cuando hay disidencias entre lo escrito por un periodista y la línea del medio, actúan los editores, corrigiendo y hasta mochando la nota entera. Cuando el periodista tiene firma, es porque coincide con el medio o tiene acordado el margen de disenso. Cuando este margen es violado, cuando la distancia entre lo que piensa políticamente el periodista y el medio es insalvable, sobreviene la desvinculación. Luis Rosales fue candidato a gobernador en Mendoza en el marco de una alianza febrilmente conservadora, integrada por el PRO, los Gansos y el peronismo antiperonista. Lo hizo en tiempos en que C5N estaba comandada por Daniel Hadad. Cuando el canal es comprado por Cristóbal López, se habló de un compromiso de respeto por las fuentes laborales, lo que no se dijo es que la nueva conducción tenía derecho a modificar la línea editorial, por ejemplo en política internacional, donde C5N estuvo siempre emparentada con la derecha cubana de Miami. Ahí es donde se da el quiebre y no es casual que un cuadro conservador como Rosales (que es mucho más que un simple periodista) haya proferido una sarta de bestialidades contra Hugo Chávez, presidente amigo y aliado del gobierno con el que coincide la empresa propietaria de C5N.
Es muy probable, inclusive, que esta diatriva antichavista haya sido perpetrada buscando el despido para generar esta nueva operación que busca instalar la noción de una creciente ola de "la censura K".
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo: al enemigo ni justicia.
Adem´sa todos lo sabemos, C5N pertenece de pleno derecho al gobirno... cómo llegó a sus manos no importa ¿acaso solamente la "opo" tiene derecho a robar? ¿puede privarse el kirchnerismo de tan formidable herramienta?
Por supuesto que Cristobal Lopez, nuevo patrón, tiene derecho a rajar a cualquier columnista. Para eso puso la guita, compró el multimedios, y es el dueño.
Lo interesante es que cada vez quedan menos lugares para que los no kirchneristas puedan trabajar, por eso es tan importante Clarin, y por eso lo quieren destruir.
Cabe aclarar que el PERIODISTA ROSALES, ademas de ser PERIODISTA es POLÍTICO! Se desempeña en partidos del ala opuesta al kirchnerismo. asi lo demuestran su candidatura a gobernador y sus vinculos íntimos con funcionarios macristas a traves de la ong FURP.
Los despidos de PERIODISTAS siempre son complejos pero esto no me genera tantas dudas. Me hace acordar a cuando a D'elia le dicen "piquetero" y no diputado (cuando lo era). Este tipo es un político, pero como es de la oposición es un "periodista". Similares son los casos de morandini o ahora gonzalez oro. Celebro que los periodistas que MILITAN p/la fuerza que sea, lo expresen abiertamente y se presenten como tales y no como meros periodistas, pero en este caso ROSALES no lo hacía.
La antipolítica a full! Ya que estamos medio negacionistas, los politicos deberían bordarse alguna estrella en el saco, así todos se dan cuenta, no?
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