miércoles, 24 de agosto de 2011

Chango Farías Gómez


¿Quién nos pone magia ahora, querido Chango?

¿Cómo abordar la figura del Chango Farías Gómez? ¿Desde dónde tomarlo? ¿Desde el tipo que viendo a Hugo Díaz simular con su boca el rasguido de la guitarra y el golpe del bombo, y habiendo escuchado mucho a los Mills Brothers inventó los famosos "fonemas"? (El "mboporobó" o el "tachicatachí") con que los Huanca Hua zarandearon la parra de nuestra música folklórica en 1961? ¿Como el músico que inventó una forma pesada, tensa, con un swing único para interpretar las zambas del Cuchi Leguizamón? ¿Como el gran revolucionario que abandonó los Huanca para formar un grupo vocal más de laboratorio como fue el Grupo Vocal Argentino? ¿Como el seleccionador de talentos de Músicos Populares Argentinos? ¿Como el percusionista al que recurrió Ariel Ramírez a comienzos de la década del sesenta para que les enseñara los "yeites" de la percusión criolla a los maestros del Conjunto Ritmus, integrado por músicos de la academia dirigidos por el maestro Antonio Yepes? ¿Como el mayor de los hijos de "Tata" Farías Gómez y la compositora Pocha Barros? ¿Como el hermano de Marián, Bongo, Pedro y Mariano?

Chango fue eso y muchísimo más. Fue el totem al que tuve la suerte de entrevistar varias veces, la última fue cuando murió Ariel Ramírez. Fue ese tipo con escasos conocimientos de academia pero con una cabeza sin límites, el que inventó arreglos, el que encontró patrones similares en la música popular del continente y por eso enlaza una milonga como Los ejes de mi carreta con una guajira cubana o exploró los lazos que ligan a un bailecito con la bulería española, el músico irreverente que llegó a ser perdonado por Don Atahualpa Yupanqui, que no tenía piedad para quienes toqueteaban mucho su obra. El músico tremendamente admirado por referentes como Manolo Juárez, el compañero de andanzas del Mono Izarrualde con quien le voló la cabeza una vez nada menos que a Chucho Valdés y los Irakere...



Discutidor al máximo, pagado de sí mismo, orgulloso al punto de no actuar con Mercedes Sosa estando en el exilio porque en el afiche figuraba muy chiquito su nombre al lado del de la negra, a quien conoció de bien potrilla en la peña que regenteaba mamá Pocha. Padre de Juancho Farías Gómez, un tapado que heredó toda su sapiencia, de Facundo, gran percusionista y de Micaela, otra que se las trae.

Leo que se murió el Chango y de entrada me la banco, pero el dolor viene de a poco de muy adentro, porque Chango fue lo más cerca que estuve de un genio, porque mi vínculo con la música, mi apertura, mi poco encasillamiento y mi búsqueda de cosas que me sorprendan fueron sintetizadas por su obra y su figura. Siempre que invité músicos a mis programas tenía que parir porque llegaban tarde o levantaban la nota 10 miutos antes, con el Chango era al revés, llegaba siempre temprano. Una vez lo tuve sentado en la radio junto a Raúl Carnota, ese día me enseñaron que la chacarera es "Un dos tres, un dos tres" como el vals pero con el acento en el tres, no en el uno. Estaba conectado directamente al origen del desarrollo de nuestra música folklórica pues el Tata, su padre, fue uno de los primeros a los que se le dio por tocar música folklórica en el piano. Esas investigaciones del tata luego fueron desarrolladas a su máxima expresión por Adolfo Abalos y el Chango estuvo siempre en esas cocinas, olfateando absorbiéndolo todo (Algo de esto cuenta en la apertuda del LP "Contraflor al resto", que grabó con Marián y Manolo Juárez) Criado en un hogar culto, se codeó con Hugo Díaz, fue amigote de Miguel Saravia (el Joao Gilberto de nuestra música criolla) y todo lo que tomó lo reprocesó en arreglos de una inventiva sin igual que alumbraron el desarrollo de la forma de tocar folklore desde fines de los cincuenta hasta nuestros días. Cierta vez le comenté a Carnota "Che, la forma en que vos abordás la zamba se me asemeja a la del Chango" y Raúl fue contundente "El Chango es todo, Gerardo". En los ensayos le decía, ponele, a un guitarrisa "poneme magia". Así expresaba muchas veces sus ideas, quería magia, no un acorde tal o un sonido determinado. Un percusionista de la ostia, por ejemplo el trabajo que hace en la batería en "Te voy a contar un sueño", de Jacinto Piedra, en MPA es de vanguardia. A ver, es el tipo que primero entendió en Argentina aquello de que "la electrónica es la continuación de la música por otros medios". Cuando hoy aparecen chicos vestidos de rockers en Cosquín aferrados al bajo como Roger Waters, desconocen que ya el Chango enchufó guitarras y pianos hace más de cuarenta años. Una vez, grabando con Marián, el maestro Tucho Spinazzi le dijo que la música folklórica había que tocarla con sencillez, que no había que complejizarla. Chango respondió: "precisamente eso es lo que hacemos nosotros, complejizarla" Innovador de punta a punta pero con las dos patas metidas hasta las verijas en la más cruda tradición, ahí, exactamente ahí radica la profundidad de su obra y lo lejos que llegó su mensaje, porque el Chango conoció todos y cada uno de los secretos de nuestro folklore. LLegó a tener entre sus manos el Santo Grial de la música popular argentina, por eso sus arreglos y sus innovaciones se tranformaron en la academia, en el templo pagano de la verdad musical de los cantos del interior de nuestro país. Porque contrariamente a muchos que se ponen a innovar sin saber qué es lo que quieren transformar, porque mientras hay muchos que creen conocer todos los secretos de una chacarera pero en rigor no saben nada, el Chango conocía cada detalle, por herencia, por roce, por generación y por toque.



Creo que el Chango es la gran avenida de la música folklórica argentina por donde transitan todos los que no se conforman con lo establecido y quieren mejorar pero con responsabilidad, entendiendo que si se corta el vínculo entre vanguardia y tradición se rompe la magia, se cortan los cables que nos conectan con el pasado y entonces nos quedamos en el aire, sin tierra y sin ancestros. Cuando eso sucede puede surgir algo nuevo, puede nacer una música buena, pero deja de haber ese parentesco con la identidad. El valor de su aporte seguramente pasa por acá, por ese compromiso con la vanguardia que nunca atropelló el respeto por la tradición. El manejar esa tensión con suma delicadeza es lo que le permitió estar de 50 años a la vanguardia de nuestra música popular sin perder un solo rasgo de criollismo e identidad.

Dicen que fue el inventor de la máxima que reza "La música es el arte de combinar los horarios" A él también le achacan la pregunta ¿"De qué trabajás"? cuando un pibe le decía que era músico.

Querido Chango, maestro, descansa en paz. La música argentina te tributa como sólo se lo hace a los grandes.



Leé también "El velorio del Chango"
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5 comentarios:

Melina dijo...

Que hermosa nota! realmente sabe de que y de quién habla ud. Lo comparto con mis contactos, porque me ha emocionado mucho

Gol en Contra dijo...

que cagada
un tipo al que admiré siempre mucho

tengo un recuerdo personal

año 1984, yo tenía un tio en cana (eran los ultimos presos de la dictadura) y realizamos una "quedada" en plaza congreso.
Se acercó el chango, me pidió la guitarra (con mi vieja guitarra chilena marca "tizona" que la inundación del 86 me hizo mierda acá en Rosario) y tocó Maturana

ese recuerdo nomás...

Gerardo Fernández dijo...

Yaya: No sé si te diste cuenta que el post y el homenaje está enteramente dedicado a su faceta artística y no hay una sola mención a su trayectoria ciudadana y política. Esa es la razón porque no publico tu mensaje, incluso coincidiendo contigo. Si querés darte por censurado es tu problema.

Fernandoc dijo...

Una gran pena, se fue un genio.
Muy buena nota, Gerardo. Con modestia, te paso la mía: http://desdegambier.blogspot.com/2011/08/primeros-numeros-para-octubre-segun.html
Abrazo

Fernandoc dijo...

uy, un boludo importante, me equivoqué de enlace, debe ser la emoción: http://dondeestamosparados.blogspot.com/2011/08/con-la-musica-otra-parte.html
Ahora sí

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