miércoles, 28 de octubre de 2009

Marche un Petrosian para Cristina


En el Ajedrez semirápido - el comúnmente denominado "pimponeo" - suele ocurrir que un jugador con más nivel puede quedar enredado en el juego atravesado y con escasa lógica del contrincante. Sucede a menudo con jugadores muy apegados al estudio, que se la pasan revisando aperturas y cuando van al club y se enfrentan a un pimponero que nunca leyó una línea, pero que se hizo a los golpes tácticos, la pasan horrible y la mayoría de las veces terminan sucumbiendo ante los movimientos aparentemente ilógicos y contrateóricos del rival, que pese a su nula formación termina llevándose la partida.


Esto sucede en muchos deportes. Me refiero a esa constante en que el jugador mejor dotado no logra imponer su juego y termina entonces entrando en el chapuceo de un rival con menor prestancia, con lo que termina perdiendo o incluso ganando pero de una forma muy deslucida.
En la foto que ilustra el post vemos al gran Tigran Petrosian, tremendo jugador (campeón mundial entre 1963 y 1969) injustamente considerado como "defensivo" cuando en realidad era un fino de aquellos, con un conocimiento profundo de los secretos del Ajedrez. Fue acá en Buenos Aires, año 1971 donde padeció la condena histórica de tener que cruzarse con un Bobby Fischer en llamas, invencible en esos años, que lo asesinó 6, 50 a 2,50 (Le ganó sólo una partida y rescató 3 tablas contra 5 derrotas)
El propio Fischer declaró que en la primera parte del match pensó que podía perder pues Tigran había desplegado un juego de alta fineza, pero finalmente no logró transformar en triunfos las mejores posiciones y terminó siendo arrasado por el joven genio de norteamérica.
Petrosian era de esos jugadores que genialmente imponían su juego fino, producto de sus vastos conocimientos de las diversas facetas de este maravilloso juego. Entonces los rivales, poco a poco se iban derritiendo ante la solidez de este gran campeón.


El gobierno de Cristina tiene que abrevar en estos grandes maestros de la estrategia ajedrecística para no caer en los tactisismos que diariamente le proponen las bandas opositoras de la derecha: Porque a pesar de saber que son un cachivache, el gobierno a veces pareciera que no logra imponer su mejor juego y es ahí donde se enrosca en el chamboneo opositor.

Basta revisar los resultados obtenidos toda vez que desplegó su juego (AFJP, Ley de medios, etc) y ver cómo le fue de mal toda vez que entró en el "palo por palo" que propone la derecha (125, elecciones del 28 de junio, por caso)


Es sabido cómo juegan de feo, por eso mismo es que no hay que entrar en ese chapucerío ¿Costaba algo demorar un par de semanas el lanzamiento de la reforma política? Por lo menos publicitarla, instalarla, trabajarla como para que la crispación opositora quedara en evidencia una vez más. Si hasta Binner tiene problemas por intentar coincidir con un esquema que funciona en su propia provincia.



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17 comentarios:

Aldo Ulises Jarma dijo...

No sabía que tenías estos conocimientos ajedrecísticos. En la adolescencia y juventud lo practiqué bastante.
Creo, sin embargo, que la oposición no juega al ajedrez, ni siquiera al ping pong ajedrecístico en un club barrial.
Para mí es más sencillo. Victor Hugo Morales los definió bien: son suplicantes mediáticos. Y ese rol los lleva no sólo a exacerbar el meopongoaltodismo, sino también a tratar de ser cada vez más "originales" en la competencia entre ellos para ver quien logra agradar más al partido mediático y atraer la atención del partido destituyente agazapado: futuras consultas populares, denuncias en embajadas, etc.,etc.
Es decir: No tienen sorpresa, son predecibles, y a la vez desordenados.
Lo que hace falta, a mi criterio, son más jugadas a lo "Bobby Fisher": seguir arriesgando, seguir sorprendiendo con medidas que sintonicen con reclamos populares.
El problema de la reforma política no es que se la haya vendido mal a la oposición ni una cuestión de timing político. El problema REAL es que a la gente le importa un carajo la reforma política, sea buena o mala.
O sea: a la Victor Korchnoi no ganamos en el 2011.
Me seguís ?

Quevedo dijo...

Muy bueno Gerardo . Creo que es una de las mejores metaforas que he leido . Sucede que es dificil escapar a la estupidez que es un mal que no tiene definición pero que afecta especialmente a la derecha .-

Lic. Baleno dijo...

Muy buena metafora!

Unknown dijo...

Brilante Gerardo el post!!!
Lástima que no coincido con la conclusión política.
Pero la historia anterior estaba tan buena...que, yo diría que Aldo te cierra bien el post con su comentario.

Pero bueno, hay escritos que uno disfruta sin coincidir.

Unknown dijo...

ahhh, me olvidé de decirte que, teniendo en cuenta que nunca hemos jugado al ajedrez, pero nos lo hemos prometido, que mientras leía iba pensando: a este no le juego ni loco!

chinoclau dijo...

le dejamos el tema de la pobreza a estos tipos. que pasa no podemos caminar y mascar chicle como dijo anibal?

Gerardo Fernández dijo...

Aldo: te sigo y coincido: De Korchnoi se decía que aceptaba todo lo que se le ofreciece, entonces si alguien le "entregaba" un peón, él lo tomaba sabiendo que se exponía a unos quilombos de aquellos.
Bien, eso le costó más de una derrota, anque paliza.
El kirchnerismo de la 125 jugó a la Korchnoi...
Por eso acuerdo contigo.

Gerardo Fernández dijo...

Lucas: ¡Qué bueno que alguien le encante el post sin coincidir con él! Es todo un elogio y más viniendo de vos.
Un abrazo

Holden Caulfield dijo...

A veces pienso qu el ajedrez debiera ser de enseñanza obligatoria, como alguna planteó el Battlle original en Uruguay hace más de 100 años.
Por cierto que una de las obras de referencia es el Tratado de Roberto Grau...reivindico plenamente a Petrosian, además el título con Spassky lo perdió por poquito, ante un jugadorazo que luego en el match con Fisher a la sexta aprtida perdió toda chance, habiendo arrancado con dos triunfos, uno de ellos por el boicot de Fisher a la TV.

rinconete dijo...

Coincido que a la gente le importa medio cacahuate la reforma política, pero tampoco le importaba demasiado la Corte de Bubi Nazareno (nos hubiéramos conformado con mucho menos), los generales pasados a retiro a los cinco minutos de asumir NK o la negociación de la deuda a cara de perro ("muy poco seria", como la había calificado Lopez Murphy).
La verdad es que contrariamente al paradigma aceptado del "gobierno de la opinión pública" que tanto le gustaba a Alberto Fernandez, las grandes iniciativas llevadas a cabo por NK, esas que generaron una popularidad asombrosa fueron muchas veces a partir de temas que muchos ya habíamos pasado a pérdida o que importaban medio cacahuate. Es decir que más allá de responder a las demandas explícitas, se le adelantaba.
De cualquier manera, coincido en que la muñeca que tuvo el gobierno con la ley de medios no se vio en la propuesta de reforma electoral, al menos hasta ahora. Que ladre De Narvaez o Carrio forma parte del decorado, pero que Binner teclee o Sabatella critique es un poco más grave. Y por último, creo que efectivamente se puede cali ar y mascar chicle y que el gobierno debiera presionar muy fuerte con el proyecto de ingreso universal (o focalizado o lo que sea).
Saludos,
r.

Anónimo dijo...

Buena la analogía que tiraste Gerardo, aunque de ajedrez, poquito de mi parte. Pero se entendió.
Igual no sé si estoy del todo de acuerdo, creo que lo que sucede es fundamentalmente que las medidas de las que mencionás que tuvieron consenso o salieron bien, en general es porque oponerseles es muy difícil, y de hecho la oposición tuvo que contradecirse, especialmente el radicalismo, con la estatización de las jubilaciones privadas o aerolíneas. El caso de la 125 es distinto, primero que fué en una época en la que no estaba planteado éste escenario ni en joda, segundo porque todo el tiempo presentaron como víctimas a los ruralistas. En cambio, no podés poner como víctimas al dinero del Estado de los pibes que no tienen para morfar, porque sería grotesco. Y encima, es lo que vienen pidiendo los opositólogos. (Y aún así, se quejan).
Saludos.

Ezequiel dijo...

Mirá vos, Gerardo: otra cosa que tenemos en común.

A Petrosian lo llamaban la Boa Constrictora, por su capacidad para triturar al adversario al dejarlo sin capacidad de juego, desarrollo o coordinación posicional. Si tuviera que calificarlo, diría, como vos, que no era en absoluto un jugador defensivo, sino de contraataque. Cedía una iniciativa que sabía recuperable en cualquier momento, y debilitaba al adversario pensando en el largo plazo. Por otra parte, Petrosian fue la gran pesadilla del joven Fischer, en sus primeros encuentros en Zagreb. Es, junto a Efim Geller, uno de los pocos jugadores que mantiene un récord relativamente favorable frente al genio norteamericano. Paradójicamente, Petrosian tuvo una gran influencia sobre Kasparov, considerado ultraofensivo por la misma prensa que piensa que el armenio era bilardista.

El ajedrez posicional hace siempre a la política una recomendación gramsciana: examinar las condiciones generales de la posición estratégica antes de hacer un movimiento de orden táctico. Pero sobre todo, que la iniciativa no se mantiene con independencia de su uso. Una posición de ventaja siempre es una posición a realizar, y una posición equilibrada contiene en sí misma el germen del desequilibrio. La política, por otra parte, enseña que, efectivamente, la vida histórica de los pueblos es una partida que nunca termina, un match infinito.

Efectivamente, a lo Korchnói estamos al horno. Considerate desafiado,

Abrazo.

EM

Gerardo Fernández dijo...

La verdá la verdá, me cagué en las patas, pero si un domingo invernal de 1982 le gané una semirápita a Claudia Amura, cuando el Círculo Torre Blanca estaba en A. Diaz Vélez ¿Cómo no me voy a animar?
Ponga el día y la hora, maestro...

Ezequiel dijo...

Che, seré curioso, ¿qué edad tenía Claudia en el 82?

Gerardo Fernández dijo...

Mirá, yo la conocí en un Grand Prix que se jugó en River allá por 1979 y en ese momento era una nena tipo de ocho años. En 1982 andaría por los 12/13. Recuerdo que se puso a boludear y, la verdad, jugaba conmigo y hablaba con otros y demás cosas de una pendeja de esa edad. Yo, mientras tanto parecía Korchnoi defendiendose de un ataque de Kasparov, imaginate. En un momento se dió cuenta que estba muy mal y se puso las pilas, pero no llegó a recuperar la posición. Ojo: Si hubiéramos jugado 15 partidas más, me destruía en todas, pero esa vez no...
Pero la mejor satisfación la tuve en Santa Rosa: resulta que ibamos a jugar tormeos semirápidos por equipos y asistían representaciones de Gral Pico, Trenque Lauquen, Pehuajó (sin Gustavo Mahía, obvio) bueno, el sudoeste de la pba y la pampa. En S. Rosa estaba el amestro Lisárraga, un señor muy sólido que para el nivel zonal era alto. Yo había soñado que me tocaba con él y me tocó. En un momento el tipo hizo un sacrificio que realmente me complicaba y mucho, pero vislumbré que él había calculado mal y por supuesto acepté, dispuesto a ponerle rueditas al Rey, total ¿Quién era yo? El punto es que luego del sacrificio Lisárraga realiza una serie de movimientos al toque, con tremenda seguridad, y yo le respondí con la misma rapidez, sabiendo que quedaba con calidad a favor y en un pre-final complicado y mucho más para resolver en 5 minutos.
¡El momento en que el maestro bajó dos cambios y se puso a pensar lo guardo en los mejores lugares de mi vida ajedrecistica, Ezequiel!!!
El señor cayó en la cuenta de que yo había visto una continuación ganadora y de ahí en más se dedicó a jugar con técnica, esperando que yo me mandara un cagadón, que por supuesto no me mandé. Cuando Lisárraga me extendió la mano me sentí Fischer, bolú!!!
Qué belleza!!!

Ezequiel dijo...

Gerardo: conozco esa sensación. Es indescriptible. Cuando sabés que vas a ganar y no hay nada ni nadie, salvo error propio, que lo evite, si hay algo en juego o tenés un gran rival enfrente, es maravilloso.
No sonás como un tercera... mhhhhhhhh

Jorge Mux dijo...

Excelente. Me gustó mucho, también, el comentario de Aldo Ulises Jarma: dudo que la oposición juegue al ajedrez. El ajedrez tiene infinidad de posibilidades y matices. La oposición no matiza ni explora: responde de manera basta, unánime y grosera en un juego maniqueo en el que sólo hay dos posibilidades: a favor o en contra.

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