"INSACIABLE"

Es una palabra que perturba. En cuanto al cine, "Insaciable" remite a los lejanos setentas, cuando en los pueblos los gerentes de bancos, los médicos y demás señores respetables no sabían qué excusas inventar para mandarse de sopetón al cine, cuando las luces ya estaban apagadas, en esas desapacibles noches invernales para degustar la voluptuosidad erotizante de esa mujer a la que nunca se le caían las ni tetas ni las ideas actorales.
La Coca era otra cosa, una gran diosa pagana que convocaba los deseos más prohibidos y las ansias más inconfesables. Generadora de las erecciones más indisimulables, era la encarnación misma del pecado, la exacerbación lujuriosa de ansiedades y fantasías guardadas bajo siete candados.
El presidente de la golpista y reaccionaria Sociedad Rural rescató de las catacumbas la otra gran connotación de "Insaciable".
Ya no es una mujer inagotable, no. Es una entidad maléfica, la encarnación de todos los males. Algo que amenaza a la "gente bien", así como la Coca acechaba a las buenas costumbres 35 años atrás.

No son los Kirchner. No es Biolcatti. Esto viene sin apellidos. Es la tensión histórica entre una clase que sólo acepta al Estado en la medida en que se muestre sumiso y funcional a sus intereses.
El Estado que las clases dominantes toleran es el que hace el trabajo sucio, ese es el Estado que quieren, uno que reprima, que haga "como que" se encarga de la salud y la educación, pero hasta ahí, no mucho más allá de la pose, el acto público y el discursete. Que sea una entidad en cierta manera ficticia, tal como la dejaron Menem y Cavallo.
Tal como era antes de Perón.
Olvidemos los apellidos porque más tarde o más temprano Cristina Fernández y Hugo Biolcatti dejarán de ser actores de primer orden, mas la tensión entre un Estado bobo y uno "insaciable" seguirá vigente, pues al fin y al cabo de eso se trata: Cuanto más influyan los ricos más bobo será mientras que cuanto más presencia adquieran los sectores populares su insaciabilidad se acrecentará temerariamente para acechar a las clases dominantes así como el vampiro sediento espera la noche para fagocitarse definitivamente a Lucy Westernra
El desafío es cómo hacer para demostrarle a muchos desprevenidos, no precisamente dotados de herencias tranquilizadoras, que de cómo se resuelva esa pulseada depende en buena medida su nivel de vida.
Y que a la postre el vampiro sólo busca amor...




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