Y si la oposición no da quórum?

Muchos medios, entre los que se destaca nítidamente el diario La Nación, han machacado a través de los años con frases hechas y formalismos del tipo “El derecho mío finaliza cuando comienza el derecho del otro” pero a partir de la sedición patronal agropecuaria (que no tiene nada de “Guerra Gaucha”, como se escribe en el diario de Lanata porque sencillamente los piqueteros rubios distan de ser gauchos) el diario ahora en manos de los hermanos Saguier (hijos de Julio, el primer intendente radical de capital en 1983 y de una Mitre) ha experimentado cambios en su discurso verdaderamente llamativos. Sin ir más lejos, vemos cómo de exigir la “Que se aplique la Ley” para liberar rutas en Tartagal o Cutral Co pasó a no escribir línea alguna, o a utilizar un lenguaje culterano que no define nada, cuando el piquete es protagonizado por “el campo”.
En esa línea histórica de La Nación y demás medios y periodistas “libres e independientes” figura la prédica para que los diputados y senadores “cumplan con la función para la que fueron elegidos porque además cobran un sueldo altísimo que les pagamos todos” y para que en consecuencia se les descuenten los días no trabajados como, por ejemplo, cuando no asisten a las sesiones.
Ante tácticas legítimas del funcionamiento parlamentario como no dar quórum, La Nación y cía históricamente han manifestado que tales prácticas lesionan el funcionamiento de las instituciones; que deben cumplir con el mandato de sus electores y varios argumentos por el estilo que hoy probablemente deban silenciar si, como se presume, la oposición no baja a dar quórum para que se trate el proyecto del FPV.
Quedará así al descubierto una vez más cómo la derecha mediática opera en pos de sus intereses y cómo cuando cambia el fondo, de las formas nadie se acuerda.
El no dar quórum es un instrumento válido y legítimo para el funcionamiento parlamentario tanto como darlo pero votar en contra, como hicieron los radicales cuando se sancionó la Ley de Reforma del Estado en los albores del menemismo. Esta última variante es en rigor un apoyo encubierto a la mayoría y por ende constituye una típica estratagema politiquera muy cara al acervo del centenario partido de Alem e Yrigoyen, al que con certero sarcasmo Jorge Asís caracteriza como una ONG.
El razonamiento para no dar quórum es que si no hay acuerdo sobre un determinado tema, la minoría tiene el derecho de no asistir al recinto, obligando así a la mayoría a juntar por sí sola los legisladores necesarios para que la sesión pueda realizarse. Y está bien que así sea porque forma parte del juego y la negociación democrática, sólo que ahora La Nación no dirá nada.
Si hoy no bajan los diputados opositores, para “la prensa libre” y el “periodismo independiente” estará todo bien. Lo mismo que con los piquetes sojeros.

Habrá que recordar entonces que no dar quórum es una práctica legítima y va a ser divertido comprobar cómo en este caso la derecha mediática no la condena.