El conflicto por la soja deja malheridos a los medios

La embestida sediciosa de la patronal sojera va a dejar muchas enseñanzas. Una de las más útiles es que a mucha gente le cayeron varias fichas respecto al rol que jugaron los medios, transformándose en una suerte de “prensa partidaria” del campo, y muchos periodistas que, o bien mutaron en voceros de la corporación verde, o se posicionaron en lugar difuso, pretendidamente “profundo” pero estrictamente funcional a los intereses de las empresas periodísticas y a los barones de la soja.
Ha quedado expuesta la mentira. Son empresas, viejo. Empresas que venden noticias y avisos, que canjean y hacen negocios ¿Querés mas pruebas?
Y ha quedado también expuesta la manera en que tomaron partido muchos periodistas que otrora pintaban progres (Todavía lo recuerdo a Alfredo Leuco en 1987, días después del triunfo de Cafiero, como representante del MTP en un acto que se hizo en ATE compartiendo tribuna con Chacho Alvarez, Marcelo Venzentini del PI, y el finado Ernesto Jaimovich por el socialismo, abogando por un Frente Nacional y Popular. Si si, el mismo Leuco que ahora vomita asquerosidades desde Perfil)
Es que como se dijo acá hay una razón económica insoslayable para entender ciertas mudanzas o bajadas de careta de muchos periodistas: Si vos trabajás para alguna de las empresas de Clarín, por ejemplo, sos su empleado, y todos sabemos qué es ser un empleado. Un empleado cumple funciones y acata ciertas y determinadas consignas, si no lo hace pues lo rajan. Es sencillo, no hay que haber pasado por la universidad para entenderlo.
¿Podés hacer un programa en América, canal en manos de Francisco de Narváez en sociedad con el grupo Vila y Manzano y jugarla de librepensador? No jodamos.
Por supuesto que esto no implica que necesariamente, por ejemplo, Ernesto Tenembaum reciba cada mañana al llegar a Radio Mitre un paper con los temas a tratar y lineamientos de cómo abordarlos. Nada de eso. Por algo lo he mentado algunas veces como “El paragolpe ideológico de Clarín” tratando de decir mediante esta chicana que es un tipo inteligente que decidió construir su vida bajo el paraguas del multimedio y le aporta su capacidad para polemizar con el oficialismo de izquierda o con cierto progresismo que apoya críticamente al gobierno ¿Se entiende?
Es que llega un punto en la vida de las gentes de clase media –que es la clase que pare “periodismo Independiente”- donde tenés que decidir cómo vas a concretar tu vida. Sentís que los tiempos de bohemia van quedando atrás; que luego de una salida –un casamiento, por caso- quedás destruido y necesitás una semana para recuperarte del “Carnaval carioca”... y empezás a contemplar cosas que 10 años atrás no importaban: Jubilación, casa propia, etc, etc.
Esto le ha pasado a una generación de periodistas cuyas edades van de 35 a 55 años y los más capaces para negociar son los que han quedado en los grandes multimedios, consumando así curiosas parábolas que arrancaron en EL Porteño y en espacios de periodismo combativo y culminan patéticamente en Clarín o Perfil.
Muchachas y muchachos que han decidido que ese es su lugar en el mundo y que no debieran sentir culpa en la medida en que blanqueen su postura. Quiero decir: Si asumen que han decidido trabajar para Clarín, por citar al grupo mas emblemático, pues que lo digan y listo. Que transparenten su ubicación en el tablero político pero que no pretendan seguir jugándola de superados, de mentes brillantes que están por encima de las banalidades de la política pedestre vernácula.
Mas vale reconocer que se cambió a que te señalen como un impostor.

Todo esto indudablemente a quedado muy al descubierto en este conflicto con la sedición verde. Hoy hay mucha gente que tiene otra visión de los medios y de los periodistas que el 10 de marzo y esto es un avance cualitativo nada desdeñable.
De ahora en más habrá personas que prestarán más atención a las tandas publicitarias de las radios para entender mejor porqué los programas opinan de determinada manera y mirarán qué empresas auspician muchos programas políticos de cable para entender los porqué de ciertos lineamientos editoriales.
Incluso es probable que el próximo domingo Clarín sufra una merma pequeñita, pero merma al fin en sus ventas y eso será noticia no por el perjuicio económico que pueda causarle sino porque como escribió alguien por ahí “A Clarín no le gusta ser noticia”. Independientemente de la resolución de la pulseada con los sojeros, es auspicioso que se hayan caído muchos disfraces porque la construcción de una mayor calidad democrática que redunde en beneficios populares requiere primordialmente quebrar la hegemonía hipnotizante de los grandes medios de difusión.