martes, 18 de octubre de 2016

La Peste

Serían las 5 y 20 de la mañana. Como siempre, ya despierto, lo escucho aMartín Piqué en la AM 750 que lee la carta del hermano de Lucía Pérez. Al rato Maite entra al baño y Juan me avisa que viene regresando de este raid feroz que tienen los de quinto en esta época, donde van a fiestas de fin de curso de su colegio, del colegio de al lado, del de un amigo de otro amigo de un amigo, etc.
Sentí que mi familia estaba bien, a cubierto, sentí algo parecido al alivio dado que a mis hijos esta noche no los habían matado...

Releo esto que escribí y siento ganas de contarte que los violadores vendrían a ser esos cuerpos donde encarna una peste atroz que ataca a nuestra sociedad. Tanta manija que se le da al "hacé la tuya como sea" termina decantando es estos horrores, como el que padeció Lucía, la pobrecita Lucía, como tantas otras pibas.

Mañana iremos a la marcha con un sólo reclamo: que entendamos de una buena vez que, en primer lugar, esta peste nos infecta a todos. En segundo lugar, que por supuesto las que ponen el cuerpo son las pibas, pero que quienes las matan están profundamente descerebrados. Y tercero, que este tipo de pestes tienen una funcionalidad atroz, cual es el fomento de la justicia por mano propia, y tantas atrocidades más que culminan es un todos contra todos donde, por empezar, todos son pobres, todos viven en barrios humildes, donde todos son perdedores.

Por momentos se me cruza por la mente la idea de que podría pasarme a mí, y desespero, mucho, demasiado. Pero al instante me pongo a imaginar caminos para frenar el avance de esta peste y, creeme, que se me queman muchos papeles. Me siento indefenso, siento que estamos inermes, a disposición de lo peor. Me consuelo -o trato de hacerlo- apelando a la racionalidad, ya que me hicieron creer que la razón no siente.

Llega Juan, ya son las seis largas y al rato me levanto. Como cada mañana, sintiendo que la peste avanza, lenta, imperceptible, pero a paso firme, y te lo cuento para que veamos si juntos podemos ir hallando la medicación que ponga límite a su avance, ya que sin dudas, es lo peor que nos puede suceder.

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