Los números son impiadosos para Elisa Carrió, quien con
justeza se definió ayer como "una atracción turística". Sólo recogió
los votos del 2,4 por ciento de los argentinos habiendo contado con una sobre representación
mediática de escándalo. Pero muy probablemente siga como si nada. En 2013 pasó
a la clandestinidad, anoche dijo que se tomará un descanso y en setiembre
volverá a caminar para Mauricio. Seguramente, los mismos medios en los que vive
le seguirán brindando espacio: no hay democracia para otorgar pantalla a los
dirigentes y al dispositivo mediático no le importa la representación electoral
de la diputada. En su frenético peregrinar a la república, Carrió puede ser útil
para llegar a su puerta a través de cualquier mecanismo, hasta meter delincuentes en
su living y filmarlos: La república justifica todo eso y mucho más. Es como los
militares que daban golpes de estado proclamando loas a la democracia. Así como
los golpes en el siglo pasado se daban "para generar las condiciones de ingreso
a una democracia óptima", Carrió puede participar de cualquier tipo de transa o asociación si de
"llegar a la república" se trata. Por eso su rostro es casi el fondo
de pantalla de TN y en la etapa que hoy se inicia les resulta más necesaria que
nunca ya que van a accionar en la línea de lo que hizo Lanata la semana pasada.
No vienen por el diálogo y el consenso. Vienen dispuestos a montar las
operaciones más insólitas. Scioli está en la puerta de superar 4l 40 por ciento
y los 10 puntos de diferencia sobre el segundo.
No están dispuestos a
permitirlo.
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