sábado, 8 de febrero de 2014

Palpitando la devaluación desde la costa



Uno se va a la costa tratando de desengancharse pero sabe que no lo conseguirá. De entrada mira las pizarras vendiendo el pollo a 19 y el vacío a 61 y siente que el cimbronazo, por lo menos acá en Mar del Tuyú, no fue tan violento. Pero claro, esto no es Gesell, ni siquiera Costa e Este. Acá Diario Popular le disputa el segundo lugar a La Nacion, lo mismo que en Santa Teresita, que debe ser el lugar de veraneo por excelencia de la clase trabajadora registrada, al menos eso se advierte en la peatonal, en el bingo y en “Don Nico”, cadena icónica de morfódromos en la zona.
También se ve al carnicero que borró los precios de un plumazo, décadas de reflejo inflacionario no se borran tan fácilmente. Si hasta uno gozaba de manera especial aquellos puchos que compraba antes del aumento allá por los setentas, cuando todavía existían los “Colorado”. El reflejo inflacionario es una especie de paco económico, un instante pleno de goce hasta que hay que volver a adquirir la mercadería y sentir la realidad que nos penetra sin mimos. El reflejo inflacionario identifica un costado de la “forma de ser” del argentino ganador, ese que siempre tiene la precisa.
Un país rebosante de remarcadores minoristas y “ganadores” que hacen de diferencia hasta que al rato la tienen que poner mansamente cuando mutan en clientes es muy fácil de manejar. La gran virtud de las usinas ideológicas enemigas fue hacerle creer a una porción importante de los argentinos que son unos piolas bárbaros…
El neoliberalismo se muestra vivaz en cada cartel de precios borroneado. 25 años de manija no fueron en vano. Por eso, una de las cosas a discutir es hasta cuándo vamos a seguir creyendo que se puede transformar la realidad sin tocar la estructura económica y cultural de la Argentina. Es que quizá el tiempo de reactivar lo que se podía ya fue, ya quedó perimido. Quizá la verdadera batalla cultural sea aquella donde nos pongamos a discutir cómo salir del brete que significa elegir representantes y gobernantes cada dos y cuatro años mientras los grupos concentrados esperan y cuando se les ocurre avanzan como lo están haciendo en estos días.
¿Cómo es eso de que si un presidente tiene reelección indefinida se corrompe la democracia mientras a Aranguren no lo vota nadie y se da el lujo de mojarle la oreja al conjunto del pueblo?
Si no hay democracia representativa para los poderes económicos y empresarios permanentes, no deben existir limitaciones para el poder político, porque de lo contrario nos están tomando el pelo.

2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

Interesante en Pagina 12 de hoy acerca del contexto internacional que determino ,entre otras presiones,la devalueta
Siga surfeando las olas...que al pasar se hacen mierda sobre el murallon....
a disfrutar, como yo que hoy hice mar matutino

Pibe Peronista dijo...

Muy bueno Gerardo! Abraxo

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