Si a veces uno siente que le están tomando el pelo, en los últimos tiempos, de tan habitual, esa sensación se tornó muy incómoda. Porque cuesta diferenciar lo real y percibido de lo alucinado.
¿Quienes nos toman el pelo? Todos, o cuando menos demasiados. Desde el jefe de gobierno porteño que ha declarado la independencia de la república de Buenos Aires, a la Presidenta de la Nación, que se burla de las tonterías dichas por un ex ministro de Economía, preguntándose como semejante pelandrún pudo llegar a ocupar esa cartera… en la que lo designó ella misma, pasando por la desternillante recreación del dúo cómico Buono y Striano que protagonizan Jorge Lanata como Rafael Buono y Luis Majul como Salvador Striano.
La remake es burda y más exagerada que una parodia de Mel Broks: ¿alguien puede llegar a creer que el periodista Striano invite a su programa a colegas que se ocupan de explicarle muy puntillosamente que es un auténtico idiota? Eso no puede ser en serio: tiene que haber sido preparado para provocar risa.
Otro tanto podría decirse del investigador estrella de la TV capaz de presentar testigos que lo desmienten en cámara. El mismo que reconstruye una extrañísima –y convengamos que muy peligrosa bóveda– cuya puerta se abre hacia adentro.
Ha de ser a propósito, porque en la vida real nadie puede ser tan pavo de construir una bóveda que se abra hacia adentro: las puertas de las bóvedas siempre abren hacia afuera, pues de hacerlo hacia adentro sería imposible alcanzar lo que queda oculto tras la puerta: para hacerlo, habría que meterse adentro y cerrarla, con lo que sería el comedido quien quedaría encerrado.
La mostrada por Buono es, pues, una auténtica bóveda cazabobos, en la que habría quedado atrapado Néstor Kirchner cuando quiso sacar más billetes.
De poder demostrarse esta sospecha, que cada día que pasa cobra más cuerpo, el interrogante de Mirtha Legrand estaría resuelto: el ataúd que contenía los supuestos restos de Kirchner estaba efectivamente vacío, puesto que el ex presidente habría encontrado la muerte encerrado dentro de la bóveda de Buono, y de la que sería imposible extraer su cadáver: tendido detrás de la puerta, nos impediría abrir la bóveda y realizar un funeral de cuerpo presente.
De donde vendríamos a descubrir lo que, no obstante su perspicacia, a Buono le pasó desapercibido: mientras en la bóveda se encuentra el cadáver, es en el mausoleo donde deben estar los famosos billetes.
Inmune a todo, de pie dentro de la bóveda, Buono afirma que, de estar llena de billetes, habría ahí como dos mil millones de euros. No se lo pregunta, pero yo se lo digo: de estar llena de gordos, a ojo de buen cubero, en la bóveda cabrían al menos cinco, y si en vez de billetes o gordos se tratara de atesorar escarbadientes, habría más de cien mil millones de palillos.
Cualquiera puede preguntarse por qué a alguien en su sano juicio puede ocurrírsele meter en una bóveda cinco gordos, un montón de escarbadientes o cientos de miles de billetes de euros. La respuesta es simple: semejante disparate se le puede ocurrir a quien cree que el dinero se transporta en avión. Y puesto que no existen los bancos ni las propiedades ni las acciones ni las empresas, ni los pozos petroleros, ni los casinos de Las Vegas ni la inflación se morfa cualquier fortuna, los multimillonarios juntan billetes, como el tío Rico. Pero siendo millonarios, no los meten en el colchón sino que, también emulando al tío Rico, se construyen una bóveda, pero no una bóveda normal sino una que abre hacia adentro. Porque además de millonarios, son tarados.
La plata de los jubilados
Con ser todo esto demasiado, no resultó suficiente para el ex director jurídico de Telefónica Argentina. Enterado por Buono de la existencia de la bóveda, el doctor Alejandro Fargossi se presentó ante los tribunales para exigir el allanamiento del domicilio de la presidenta en Río Gallegos, quien no atesoraría en la bóveda gordos ni escarbadientes, sino que escondería la plata… de los jubilados.
Al parecer, para hacerse un extra, el piloto del avión que llevaba hacia el Uruguay los billetes que Lázaro Báez y Néstor Kirchner robaban hasta dejar a Santa Cruz hecha un desierto patagónico, de regreso a Río Gallegos traía la plata que Cristina robaba a los jubilados.
A nadie se le ocurrió hacer un clearing y ahorrarse el flete, pero los millonarios son así, medio tardados.
Huyendo de la represión que terminó de psicotizar a los internos del Borda, apaleados y tiroteados por la Metropolitana por encontrarse dentro del manicomio y no afuera (lo que es suficiente para terminar de enloquecer a cualquiera), el eterno candidato presidencial Juan Ricardo Mussa llegó hasta Comodoro Py para acusar de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner y a Máximo Kirchner y exigir la exhumación del cuerpo del ex presidente. Para Mussa, Néstor Kirchner habría muerto de un disparo en la nuca.
Puesto que, por prudencia, las autoridades sanitarias no permiten la transmisión de los programas televisivos de Buono y Striano dentro del frenopático de la calle Vieytes, pues los internos podrían tomárselos en serio, Mussa ignoraba que el cadáver del ex presidente no se encuentra en el mausoleo erigido en su honor, sino en la bóveda en la que quedó encerrado cuando quiso sacar más euros, o escarbadientes, o gordos o lo que estuviera amarrocando.
Puesto que Dios escribe derecho en renglones torcidos, el reclamo de Mussa podría destruir definitivamente el castillo de mentiras del kirchnerismo si no fuera porque, debido a que Dios también escribe torcido en renglones derechos, el juez, comprado por De Vido, amenazado por Guillermo Moreno y respondiendo a las órdenes del supremo Ricardo Lorenzetti, se negó a ordenar la exhumación del presidente asesinado.
Así, el contubernio entre la Presidenta de la Nación y el presidente de la Corte impidió la revelación de una circunstancia extraordinaria. Preste el lector atención: el político justicialista en situación de fracaso Eduardo Arnold, alias Chiquito, quien acompañó como vice a Kirchner en la gobernación de Santa Cruz, también reclamó el allanamiento del mausoleo, pero en este caso porque debajo del ataúd habría una caja fuerte con la plata de la corrupción, no queda clara si la robada a los jubilados o la que Lázaro Baez llevaba en avión al Uruguay para despistar a Buono, en cuyo caso quedaría demostrada nuestra presunción de que la plata no está en la bóveda que abre hacia adentro, y cuya puerta se encuentra obturada por el cuerpo de Kirchner.
Chiquito no reveló ni la identidad ni naturaleza de sus fuentes, pero se rumorea en Santa Cruz que el ex vicegobernador habría escuchado la voz de Florencia Kirchner decir: "Maxi, correlo a papá que necesito unos dólares para comprar el pasaje a Niuyor".
Lo cierto es que todo intento de llegar a la verdad es inútil desde que el kirchnerismo avasalló a un Poder Judicial impoluto alterando el modo de elección de un Consejo de la Magistratura que no se conformó sino recién en el año 2010 y que nunca consiguió funcionar.
Todo se conecta con todo y de conexión en conexión se va revelando la trama siniestra de una presidenta que además de burlarse de que llegó a ministro un pelandrún designado para ese cargo por ella misma, que construye mausoleos para guardar la plata y que esconde cadáveres en la caja fuerte, un intendente municipal que anula una ley nacional mediante un decreto, un comediante que para demostrarnos la existencia de una bóveda se mete en una de utilería a la que alucina llena de euros y una policía metropolitana que reprime a los internos de un hospital psiquiátrico… Una cabal demostración de lo que todos siempre sospechamos: los locos son los que están afuera.
Menos mal que se juntaron Pino Solanas y Elisa Carrió, que si no, no sé qué sería de nosotros.
1 comentario:
Excelente !!
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