Días atrás escribí este post donde desarrollaba la idea de que la norma Iram de la democracia la daba el acatamiento al estado de cosas que dejó el neoliberalismo. Algo similar está ocurriendo con el concepto de "desunión" y más fuertemente a partir de la unción de Jorge Bergoglio como Papa. El discurso que promueve el dispositivo mediático opositor es que "nunca hemos estado tan desunidos como en este tiempo" y que el reponsable de ello es, por supuesto, el kirchnerismo. Acá tenemos otro buen filón para analizar: ya no sólo será un demócrata hecho y derecho quien desde la izquierda o la derecha no atente contra la estructura neoliberal sino que ahora se suma la noción de que aquél que busque trastocar el estado de cosas desune y promueve la discordia entre los argentinos. Subirle impuestos al campo ya no es una reparación social sino un ataque artero a la "unidad" de la sociedad.
La "unidad" significa el retorno al país previo al 2003 y no es raro que esto sea así, no debería extrañarnos que muchos argentinos anhelen la "normalidad" de los noventas. Fue muy fuerte la avanzada de aquella década, fue voraz el lavado de cerebros. Basta recordar que el conjunto de los medios de comunicación avalaban por completo el proyecto político-ideológico del menemismo y que a lo sumo se criticaban aspectos formales. A los 7 años de dictadura y neoliberalismo feroz, sucedió un interregno de 6 años de zozobra y luego sobrevino la década de los 90, que llegó para "poner orden y previsibilidad" en una sociedad que andaba a los tumbos.
Luego, esa "normalidad" se vio afectada por la falta de pericia del radicalismo y casi nos disgregamos como nación, pero siempre las usinas de las minorías repitieron incansablemente que si bien nos habíamos ido a la banquina, el problema fue del conductor, no del vehículo. Por ende siempre estuvo subyacente la noción de que con un buen volante, se podía seguir avanzando con el mismo rodado. Esa idea es la que astutamente han venido vendiendo bajo el packaging de "unidad" y "democracia". Estará por la unidad y la democracia aquél que no confronte con la noción de que el vehículo (el neoliberalismo) todavía puede dar respuesta. Dentro de este bloque hay que incluir a sectores del progresismo y la izquierda que, aunque sueñen con cambiar el estado de cosas del neoliberalismo, por sus escasas posibilidades de acceder al poder terminan siendo visualizados y utilizados por los medios dominantes como aliados. La derecha ha crecido en este aspecto y toda fuerza política menor, por más que tenga un discurso antisistema, será apañada y utilizada en la acumulación de masa crítica contra el enemigo principal, que no es otro que el populismo.
El modelo de "democracia" y "unidad" son los noventa, el punto más alto de la hegemonía de los grupos económicos, aquella etapa en que la oposición a Menem la articulaba Mariano Grondona los jueves en "Hora Clave" y donde Chacho Alvarez y Cía planteaban que la estructura estaba bien, que sólo faltaba una gestión más transparente, sin corrupción. Los tiempos en que lo que se buscaba eran "buenos administradores"...
No es casual, entonces, que todo intento de alterar ese estado de cosas será señalado como disolvente y antidemocrático. A este análisis hay que recurrir para confrontar con la noción, cada vez más instalada, de que "los argentinos estamos más desunidos que nunca". En realidad no estamos más desunidos, lo que sucede es que se quebró la hegemonía del discurso neoliberal, o sea, se quebró la "unidad"...
La "unidad" significa el retorno al país previo al 2003 y no es raro que esto sea así, no debería extrañarnos que muchos argentinos anhelen la "normalidad" de los noventas. Fue muy fuerte la avanzada de aquella década, fue voraz el lavado de cerebros. Basta recordar que el conjunto de los medios de comunicación avalaban por completo el proyecto político-ideológico del menemismo y que a lo sumo se criticaban aspectos formales. A los 7 años de dictadura y neoliberalismo feroz, sucedió un interregno de 6 años de zozobra y luego sobrevino la década de los 90, que llegó para "poner orden y previsibilidad" en una sociedad que andaba a los tumbos.
Luego, esa "normalidad" se vio afectada por la falta de pericia del radicalismo y casi nos disgregamos como nación, pero siempre las usinas de las minorías repitieron incansablemente que si bien nos habíamos ido a la banquina, el problema fue del conductor, no del vehículo. Por ende siempre estuvo subyacente la noción de que con un buen volante, se podía seguir avanzando con el mismo rodado. Esa idea es la que astutamente han venido vendiendo bajo el packaging de "unidad" y "democracia". Estará por la unidad y la democracia aquél que no confronte con la noción de que el vehículo (el neoliberalismo) todavía puede dar respuesta. Dentro de este bloque hay que incluir a sectores del progresismo y la izquierda que, aunque sueñen con cambiar el estado de cosas del neoliberalismo, por sus escasas posibilidades de acceder al poder terminan siendo visualizados y utilizados por los medios dominantes como aliados. La derecha ha crecido en este aspecto y toda fuerza política menor, por más que tenga un discurso antisistema, será apañada y utilizada en la acumulación de masa crítica contra el enemigo principal, que no es otro que el populismo.
El modelo de "democracia" y "unidad" son los noventa, el punto más alto de la hegemonía de los grupos económicos, aquella etapa en que la oposición a Menem la articulaba Mariano Grondona los jueves en "Hora Clave" y donde Chacho Alvarez y Cía planteaban que la estructura estaba bien, que sólo faltaba una gestión más transparente, sin corrupción. Los tiempos en que lo que se buscaba eran "buenos administradores"...
No es casual, entonces, que todo intento de alterar ese estado de cosas será señalado como disolvente y antidemocrático. A este análisis hay que recurrir para confrontar con la noción, cada vez más instalada, de que "los argentinos estamos más desunidos que nunca". En realidad no estamos más desunidos, lo que sucede es que se quebró la hegemonía del discurso neoliberal, o sea, se quebró la "unidad"...
4 comentarios:
No sé Desde Moreno-Saavedra Alberdi-Sarmiento Rosas_Urquiza Peron.Braden etc etc siempre hubo dos bandos .No se quebró nada No esta mal q haya dos bandos Hubo un tiempo en q había más
En todo caso los unidos y organizados somos 54 % unidos en la diversidad de lo nac y pop y el resto si ...estan atomizados y desunidos .Proyectan y nos tiran sus errores en grandes titulares q la realidad desmiente Yo ni lo debatiria
Sería interesante, además de imposible, que nos dijeran cuándo los argentinos estuvimos "unidos", si la división es historia y ADN nacional.
Porque, no jodamos, hay una división básica, fundamental y fundacional: los argentinos que no nos atrae ser otra cosa que parte de esta tierra, en lo poco o mucho, lo bueno o malo y aquellos otros argentinos por portación de DNI pero, invariablemente turistas, invariablemente dependientes del baldío muy productivo y los dineros a recibir y gastar en los países serios, acá no, caca.
El problema en esa división es que, la mayoría de los que somos de este país sobramos, no calificamos - ni siquiera como abono como en los bellos tiempos en que así definian la "utilidad" del gaucho, no, ni como abono.
Y esa división hoy, no es un problema K, que los gobiernos pasan y los países quedan; es un problema de aquellos que queremos un país propio, este, el único que tendremos y el único donde podremos ser algo y, por supuesto, habría que ser muy estúpido para pretender andar "unidos" con los que no nos quieren ni como abono, con los que nos quieren fuera de SU baldío y que justo hoy, deben andar compungidos y llorosos, con el odio a flor de piel (en estado de saludable cagazo, eso sí) en el velorio del diosito que se les murió, el san joe, patrono de la devastación.
Clarísimo Gerardo, Mabel, ram. Hay ciertamente una división que nos acompaña, con distintos nombres, desde el fondo de nuestra historia.
En el caso particular del flamante sumo pontífice, creo que el progresismo debería anoticiarse de un consejo que solía dar El General: desensillar hasta que aclare.
Sin dejar de mantener la vista atenta sobre los pasos que vaya dando Su Santidad, sepamos ver que coincidimos en algunas cuestiones como la necesidad de luchar contra la pobreza, la visión sobre el neoliberalismo y aún su recordado apoyo a la Ley de medios.
Todos soñamos con un pais unido. Donde las ideas que hoy encarnan "los otros" ya no tengan defensores o que sus defensores sean invisibles. Es la tan deseada union del victorioso.
Nadie sueña con la union del derrrotado, nadie plantea dejar de sostener sus propias ideas en pos de recuperar la union de los argentinos, nadie pide invisibilizarse e insizibilizar a los suyos para evitar el desasosiego que producen dos banderas en la argentina o para eliminar el conflicto.
Pero la union del victorioso es un estado raro de lograr. Quizas los defensores de la plutocracia gozaron de unos años de "reinado pacifico" en los 90's, aunque tuvieron piquetes y protestas que les ensombrecieron el panorama.
Por el lado de las ideas progresistas la paz es imposible. Basicamente porque son como un cancer, una ola voraz que no se satisface nunca. Muchas ideas progresistas de antaño gozan hoy de ese reinado pacifico, como la escuela publica gratuita, los planes de vacunación, la jornada de 8 horas, el aguinaldo, las vacaciones pagas, y una enorme lista de conquistas mas. Pero siempre hay algo mas que obtener, un derecho nuevo que nos apetece, que nos parece justo, al que creemos le llego la hora. Y eso relanza el conflicto, porque ese algo mas o derecho nuevo que buscamos obtener hoy suele tenerlo alguien.
El adagio popular que nos repetian nuestras abuelas "La libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro", era una forma pacifista de decirnos "Si queres aumentar tus grados de libertad, tus derechos, preparate porque son derechos o libertades que le vas a tener que sacar a otro". Pero si nos lo decian así, nunca el adagio se habría naturalizado.
Quizas gracias a que buscamos un nuevo derecho y nos enfrentamos por ese nuevo derecho, los anteriores se naturalizan y ya nadie los discute. Quizas si renunciasemos a una nueva division por un nuevo derecho, la division ocurriría reabriendo luchas que hoy consideramos extintas. Como si el conflicto fuese natural y depende de la iniciativa que este se dé buscando nuevos derechos populares o defendiendo viejos derechos en peligro de extinsion.
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