Uno de los riesgos de los éxitos es no prever que sus consecuencias pueden ser el prólogo de un fracaso; o más grave aún, de una derrota. El gobierno ha sido muy exitoso en la generación de empleos con la consecuente baja notable de la desocupación. En el 2003, conseguir trabajo era lo más acuciante. El que volvía a trabajar, con tal vez un sueldo escaso, no le molestaba mayormente viajar en condiciones precarias al amparo de un pasaje subsidiado muy barato. Millones de personas han mejorado su situación económica, tienen un trabajo estable con las limitaciones que ese concepto hoy tiene no sólo en la Argentina sino en todo el planeta, y legítimamente no quieren seguir viajando en coches sucios, inseguros, lentos, con salidas irregulares, de una precariedad alarmante. El éxito en un sentido origina nuevas demandas en otros. Y viajar como animales a esta altura no puede ser respondido con señalamientos que ya han sido incorporados por la población como derechos adquiridos. En ese aspecto, gobernar es como el trabajo oculto de la mujer que hace las tareas hogareñas: no termina de limpiar, que ya hay cosas que se vuelven a ensuciar. Es insuficiente responder nuevos requerimientos invocando sólo anteriores avances.
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4 comentarios:
<> Tal cual, coincido. Yo creo que la cosa ahora es: con los pies parados en los logros, pero con los ojos y la cabeza mirando hacia los desafíos. Gracias por publicar la nota.
totalmente de acuerdo, por eso creo que la mediocridad de los cuadros medios debe ser de una vez superada
estoy de acuerdo
Eso es lo bueno del kirchnerismo, mientras haya cuestiones pendientes, sus detractores seguirán anunciando el fin del ciclo, y desde dentro habrá un lugar hacia donde avanzar.
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