"Cuando en política se hacen balances y prospectivas, lo habitual –lo invariable, más bien– es que, tanto en el registro de lo ocurrido como en el pronóstico o incógnitas a futuro, el objeto de estudio pase casi en exclusividad por el oficialismo de turno. Como mucho, se incorpora a figuras de la oposición, algunos funcionarios, legisladores, ciertas áreas de alta sensibilidad pública. Clase dirigente, en una palabra. Se balancea y vaticina en función de un “otro” institucional. De un lugar donde el pueblo nunca cuenta. Se deja de lado lo que hizo, votó, piensa, protestó, apoyó y hará o quizás hagan la gente común, los laburantes, las organizaciones sociales sin inserción mediática, las diversas militancias. La sociedad en su conjunto es invisible en los arqueos analíticos del periodismo y de los presuntos especialistas sociológicos, llámense politólogos, economistas, técnicos de la especie que fuere, ensayistas. En primer lugar, ese tipo de observación no es fortuito. Que el pueblo cotice poco y nada en circunstancias de recuento y prognosis, en tanto “pueblo” como ingrediente totalizador sirve al objetivo de ningunearlo. Y que sea así cuando las urnas vienen de dictaminar un favoritismo tajante, es menos casual todavía. Responde a la lógica de la democracia como elemento decorativo, que en Europa encuentra su cénit por estos días. La realidad decisoria son “los mercados”. Y el escenógrafo, con formas alemanas o francesas, tiene la tarea de hacerle creer a la ciudadanía que su sufragio porta incidencia."
Gran pasaje éste que acabo de transcribir de Eduardo Aliverti, que florece y cobra vida toda vez que uno oye mira o lee al dispositivo mediático. El 54 % ya fue, ya es historia, ya pasó. Su valor es sólo formal y penoso en tanto ahora va a facultar al oficialismo a llevar adelante una serie de proyectos polémicos y controversiales que agreden los más sagrados intereses que, como se sabe, son los que ese dispositivo representa en exclusiva. Ellos siguen como si nada, impertérritos, inconmovibles. Al fin y al cabo tienen la certeza profunda de que tienen razón y que como dijera alguna vez Julio Grondona, "Todo pasa". Saben también que los pueblos a veces se equivocan pero que no tardan en darse cuenta de la metida de pata y en poco tiempo corrigen el rumbo. Ellos están ahí junto al Poder, la verdad, la razón, Dios y la mar en coche. Sienten que a la larga ganan todas las pulseadas y que hasta pueden darse el gusto de perder varias batallas porque tienen un resto de la hostia. Por abajo tienen problemas, crujen, se desangran. pero por arriba se muestran orondos como siempre.
Gran desafío entonces para los que bancamos el proyecto encabezado por Cristina: Estudiarlos y entrever que pese a esa pose que muestran por adentro están sentidos. Entender también desde nuestro lado que el 54 % parece poco para enfrentar tanto dogmatismo. Entender que tan importante como ganar es conservar la iniciativa, que más importante que el 54 % es seguir investigando porqué se lo obtuvo y que ellos están esperando la fisura para estacionar ahí mismo su camión de exteriores.
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2 comentarios:
Nada nuevo bajo el sol... En el siglo 19 un Primer Ministro Inglés, Lord Castreleagh dijo "Dejemos que los Sudamericanos se entretengan con sus presidentes, mientras eso no afecte nuestros negocios nada nos debe preocupar".
Ya que estamos, agreguemos un pensamiento de Paulo Freire: "Para dominar, el dominador no tiene otro camino sino negar a las masas populares la praxis verdadera. Negarles el derecho de decir su palabra, de pensar correctamente."
Saludos Cordiales.
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