Un escándalo de espionaje entre periodistas miembros del Foro de Periodismo Argentino (Fopea) puso en evidencia cuan letal para la libertad de expresión y la democracia resulta que quienes tienen el deber de informar se subordinen a los grupos monopólicos.
Fopea, cuyo proclamado objetivo explícito es mejorar “la calidad del periodismo” a través de “la elevación de los estándares éticos y la defensa de la libertad de expresión”, atraviesa un escándalo de espionaje interno (hackeo y difusión pública de e–mails privados), a raíz del cual los socios espiados renunciaron en masa.
A partir de entonces, Fopea parece haberse convertido en una organización homogéneamente opositora.
Consultados para esta nota, ocho de los renunciantes acusaron a coro a la comisión directiva que preside Gabriel Michi cuando menos de complicidad con el espionaje.
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