La oposición preventiva, demostrando que no sólo no ha leído el anteproyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual del Poder Ejecutivo sino que no tiene la más mínima idea del tema, sale a plantear el debate en términos de Gobierno versus multimedios, colocándose naturalmente del lado empresario.
Si bien de momento esa visión puede tener alguna sintonía con la realidad, la discusión va mucho más allá y ahí es donde, creo, se fundamenta la necesidad de que el denominado progresismo tome partido, trabajando activamente el tema, pues estamos ante una instancia troncal, una bisagra. La posibilidad de darnos una nueva legislación de medios no se da todos los días. El sólo hecho de que desde 1983 a la fecha en el parlamento no haya llegado al recinto un nuevo texto es de por sí incontestable. Eso pone de manifiesto la importancia de esta ley y el interés por que no se legisle en la materia.
De lo que se trata fundamentalmente es de democratizar el acceso a la explotación de medios para las organizaciones del pueblo, desde una biblioteca barrial hasta un poderoso sindicato, pasando por facultades, clubes, y demás asociaciones intermedias. Ese es el objetivo. Que todos los sectores tengan un nivel de amplificación de sus puntos de vista. Y esto no significa, ni debiera significar, atentar contra la existencia de grandes medios de comunicación, que seguirán existiendo, sólo que atendiendo a determinadas limitaciones de carácter antimonopólico como existen en los países desarrollados que esos mismos medios siempre toman como ejemplo.
No puede ser que si estos grandes medios se oponen, por caso, a la posibilidad del pueblo venezolano de reelegir a Chávez las veces que quiera, y ofrezcan como modelo el funcionamiento institucional de Estados Unidos y Europa, se nieguen a adoptar los lineamientos conceptuales que rigen en esos países en materia de medios audiovisuales.
El gobierno actual confronta con los multimedios, es cierto. Pero la necesidad de contar con una ley de medios trasciende al gobierno de turno. Es más, se podría decir que por suerte el gobierno confronta con Clarín, dado que si no lo hiciera no tendríamos la posibilidad que se nos presenta de jugar, si se quiere, o de filtrarnos en los resquicios que deja abiertos esta confrontación para aportar a la sanción de una legislación fundamental para la vida democrática.
Si tenemos en claro cuál es el fin estratégico, nunca mejor que ahora para aprovechar las ventajas tácticas, entre otras, las de contar con un número suficiente de votos para aprobarla. El kircherismo pasará pero la ley quedará (acá vale el mismo análisis que se hizo en lo relacionado al rescate de los fondos previsionales) y cualquier ley nueva por mala que sea es mil veces mejor que el esperpento de la dictadura (cuyas pocas cosas buenas, por ejemplo las cláusulas antimonopólicas, fueron modificadas en la Ley de Reforma del Estado de Menem)
Lo que enfurece a Clarín es que está cuestionada la permanencia de su status quo. Lo que enoja al multimedio es que merced a maniobras de todo tipo, ha logrado durante los 26 años de democracia mantener vigente una situación legal insostenible y sabe que cualquier nueva norma, por mala que sea, le resultará contraproducente pues lo obligará a desprenderse de algo, ya sea contenidos o cableado.
El mayor sinsentido de estos tiempos es que el gran multimedio que amplifica supuestos discursos republicanos, democráticos y antiautoritarios es en los hechos un monopolio sin la menor democracia interna que maneja su poder a discreción y manosea la información según sus necesidades políticas. El mismo grupo que dice respetar la libertad de prensa y usa como slogan de su canal de noticias “periodismo independiente” se opone al debate democrático de una ley que suplante la de la dictadura. El mismo grupo empresario que dice oponerse al autoritarismo K defiende, por omisión, la legislación de la expresión más grosera del autoritarismo que recuerde la vida nacional.
Es obvio que las fuerzas opositoras cierren filas junto a Clarín. Obvio y sano porque blanquea el panorama y allana la discusión. Lo que hay que plantear entonces es que ese debate planteado así es falso. No es “gobierno contra Clarín”, es la necesidad del pueblo y sus organizaciones de poder acceder a los medios y que la comunicación no sea un coto determinado por cuestiones de poder económico que pongan en pocas manos el control del espectro audiovisual. Si el gobierno juega a favor de la sanción de una nueva ley, desde lo táctico no se puede despreciar tamaño poder ¿Cuántas veces se volverá a dar una correlación de fuerzas parecida?
El debate sobre los medios es el debate sobre la agenda, sobre cómo y de qué se entera la sociedad de lo que pasa, y también de lo que no se entera y lo que se le oculta.
Y no se trata tampoco de cercenar libertad de expresión, de la que han gozado como nunca los medios opositores en este período. Se trata de abrir otros espacios y generar nuevos medios que reflejen otros puntos de vista y otros intereses. Cuando se dice que la nueva ley apunta a limitar la libertad de prensa se está sencillamente faltando a la verdad. Se está recurriendo a un latiguillo ideologista y se agitan fantasmas que, en verdad, no se sabe a cuántos argentinos asustan. Creo que esos fantasmas no equiparan el golpe de efecto devastador que asestó el ejecutivo al meter en el paquete el tema del futbol y la posibilidad de su televisación gratuita.
El solo hecho de empezar a debatir una nueva legislación de medios audiovisuales ya significa un aprieto para el multimedio porque esa discusión hace a las entrañas mismas de su funcionamiento, y va al “centro mismo del dolor” (como dice el doctor Nitosky)
Si algo nunca le gustó a Clarín es ser noticia como grupo, como empresa. Su gran poder estuvo siempre en ser esa especie de presencia invisible que con este debate se corporiza y empieza a ser visible (como en esos dibujitos para niños donde el chico se hace invisible y en lo mejor, cuanto más necesita no ser visto, el efecto afloja y se lo empieza a ver nuevamente)
Si bien de momento esa visión puede tener alguna sintonía con la realidad, la discusión va mucho más allá y ahí es donde, creo, se fundamenta la necesidad de que el denominado progresismo tome partido, trabajando activamente el tema, pues estamos ante una instancia troncal, una bisagra. La posibilidad de darnos una nueva legislación de medios no se da todos los días. El sólo hecho de que desde 1983 a la fecha en el parlamento no haya llegado al recinto un nuevo texto es de por sí incontestable. Eso pone de manifiesto la importancia de esta ley y el interés por que no se legisle en la materia.
De lo que se trata fundamentalmente es de democratizar el acceso a la explotación de medios para las organizaciones del pueblo, desde una biblioteca barrial hasta un poderoso sindicato, pasando por facultades, clubes, y demás asociaciones intermedias. Ese es el objetivo. Que todos los sectores tengan un nivel de amplificación de sus puntos de vista. Y esto no significa, ni debiera significar, atentar contra la existencia de grandes medios de comunicación, que seguirán existiendo, sólo que atendiendo a determinadas limitaciones de carácter antimonopólico como existen en los países desarrollados que esos mismos medios siempre toman como ejemplo.
No puede ser que si estos grandes medios se oponen, por caso, a la posibilidad del pueblo venezolano de reelegir a Chávez las veces que quiera, y ofrezcan como modelo el funcionamiento institucional de Estados Unidos y Europa, se nieguen a adoptar los lineamientos conceptuales que rigen en esos países en materia de medios audiovisuales.
El gobierno actual confronta con los multimedios, es cierto. Pero la necesidad de contar con una ley de medios trasciende al gobierno de turno. Es más, se podría decir que por suerte el gobierno confronta con Clarín, dado que si no lo hiciera no tendríamos la posibilidad que se nos presenta de jugar, si se quiere, o de filtrarnos en los resquicios que deja abiertos esta confrontación para aportar a la sanción de una legislación fundamental para la vida democrática.
Si tenemos en claro cuál es el fin estratégico, nunca mejor que ahora para aprovechar las ventajas tácticas, entre otras, las de contar con un número suficiente de votos para aprobarla. El kircherismo pasará pero la ley quedará (acá vale el mismo análisis que se hizo en lo relacionado al rescate de los fondos previsionales) y cualquier ley nueva por mala que sea es mil veces mejor que el esperpento de la dictadura (cuyas pocas cosas buenas, por ejemplo las cláusulas antimonopólicas, fueron modificadas en la Ley de Reforma del Estado de Menem)
Lo que enfurece a Clarín es que está cuestionada la permanencia de su status quo. Lo que enoja al multimedio es que merced a maniobras de todo tipo, ha logrado durante los 26 años de democracia mantener vigente una situación legal insostenible y sabe que cualquier nueva norma, por mala que sea, le resultará contraproducente pues lo obligará a desprenderse de algo, ya sea contenidos o cableado.
El mayor sinsentido de estos tiempos es que el gran multimedio que amplifica supuestos discursos republicanos, democráticos y antiautoritarios es en los hechos un monopolio sin la menor democracia interna que maneja su poder a discreción y manosea la información según sus necesidades políticas. El mismo grupo que dice respetar la libertad de prensa y usa como slogan de su canal de noticias “periodismo independiente” se opone al debate democrático de una ley que suplante la de la dictadura. El mismo grupo empresario que dice oponerse al autoritarismo K defiende, por omisión, la legislación de la expresión más grosera del autoritarismo que recuerde la vida nacional.
Es obvio que las fuerzas opositoras cierren filas junto a Clarín. Obvio y sano porque blanquea el panorama y allana la discusión. Lo que hay que plantear entonces es que ese debate planteado así es falso. No es “gobierno contra Clarín”, es la necesidad del pueblo y sus organizaciones de poder acceder a los medios y que la comunicación no sea un coto determinado por cuestiones de poder económico que pongan en pocas manos el control del espectro audiovisual. Si el gobierno juega a favor de la sanción de una nueva ley, desde lo táctico no se puede despreciar tamaño poder ¿Cuántas veces se volverá a dar una correlación de fuerzas parecida?
El debate sobre los medios es el debate sobre la agenda, sobre cómo y de qué se entera la sociedad de lo que pasa, y también de lo que no se entera y lo que se le oculta.
Y no se trata tampoco de cercenar libertad de expresión, de la que han gozado como nunca los medios opositores en este período. Se trata de abrir otros espacios y generar nuevos medios que reflejen otros puntos de vista y otros intereses. Cuando se dice que la nueva ley apunta a limitar la libertad de prensa se está sencillamente faltando a la verdad. Se está recurriendo a un latiguillo ideologista y se agitan fantasmas que, en verdad, no se sabe a cuántos argentinos asustan. Creo que esos fantasmas no equiparan el golpe de efecto devastador que asestó el ejecutivo al meter en el paquete el tema del futbol y la posibilidad de su televisación gratuita.
El solo hecho de empezar a debatir una nueva legislación de medios audiovisuales ya significa un aprieto para el multimedio porque esa discusión hace a las entrañas mismas de su funcionamiento, y va al “centro mismo del dolor” (como dice el doctor Nitosky)
Si algo nunca le gustó a Clarín es ser noticia como grupo, como empresa. Su gran poder estuvo siempre en ser esa especie de presencia invisible que con este debate se corporiza y empieza a ser visible (como en esos dibujitos para niños donde el chico se hace invisible y en lo mejor, cuanto más necesita no ser visto, el efecto afloja y se lo empieza a ver nuevamente)
Esto enferma al grupo, por eso pone todo su poder a disposición de dirigentes opositores que para peor, pese a su buena voluntad y espíritu servil, desconocen la materia y cada vez que abren la boca en lugar de juntar adhesiones en contra pareciera que terminan favoreciendo el espíritu del proyecto del ejecutivo.
No conforme con esa tribuna o incluso viendo que le aporta escasos dividendos, el grupo ha empezado a ir a fondo con la tergiversación, tratando de ensuciar el debate, porque la verdad es que no hay un solo especialista que aunque quiera pueda defenderlo. Todas las carreras de comunicación y todos los estudiosos le juegan en contra y no por animadversión. Simplemente porque la situación de Clarín es indefendible.
Está como en un suicidio: solo
Cualquier repaso por leyes vigentes en los principales países del mundo también lo complica. Clarín no tiene aliados, ni intelectuales, ni opositores políticos que puedan mínimamente defenderlo con un mínimo de decoro.
Por eso hoy publica una nota que no tiene desperdicio. Un texto que , además, es llamativo por su bajo vuelo y delata su nivel de desconcierto. La nota contiene un párrafo párrafo muy pero muy elocuente:
“Uno de los argumentos fundamentales contra esta propuesta oficial es la amenaza que representa para la libertad de expresión. Frente a esas acusaciones, los funcionarios insistieron ayer en que la reforma de la actual ley de Radiodifusión es una "deuda de la democracia". Algo que no se condice con la creciente concentración de medios en manos de empresarios cercanos al kirchnerismo. En rigor, el anteproyecto del ley propuesto por el Gobierno le abre, además, las puertas de los medios de comunicación a empresas telefónicas que mantienen fuertes vinculos con el oficialismo.”
Cuando contrapone la “deuda de la democracia” con la compra de medios por parte de empresarios afines al gobierno, tergiversa aviesamente las cosas porque la necesidad de contar con una ley democrática de medios va por un carril distinto al interés político temporal del kirchnerismo de contar con medios afines. A la postre, si la ley se aprobase, las limitaciones que de ella se desprendan en materia de concentración abarcará a todos los multimedios, incluido el que, siempre según Clarín, estaría constituyendo el oficialismo.
También se dice en ese párrafo que las telefónicas tienen fuertes vínculos con el oficialismo incurriendo nuevamente en una tergiversación: Lo que sucede es que Clarín no quiere que las telefónicas entren al negocio del cable. Es el famoso triple play el que está en discusión, no si las telefónicas son más o menos amigas del gobierno. Vamos, podremos estar ante una circunstancial alianza entre gobierno y telefónicas y esto no es ni bueno ni malo.Es como lógico y políticamente básico que el gobierno se junte con las telefónicas para enfrentar a Clarín, es lógico que el gobierno utilice estas contradicciones para operar. Estamos haciendo política ¿no?
Por eso es bueno y necesario separar la hojarasca política de coyuntura de los fines estratégicos de una ley de medios, de la misma manera que es necesario separar la lucha de las abuelas de Plaza de Mayo y el pueblo por recuperar los nietos, de mañosas interpretaciones que puedan realizarse sobre los hijos adoptados de manera irregular en plena dictadura por la señora de Noble. El acoso que sufre esta señora no es del gobierno ni la justicia de turno, es en definitiva de su propia historia, de acciones de su propio pasado.
Entender en toda su profundidad la necesidad de democratizar el acceso a los medios de comunicación y separar esta necesidad de los intereses puntuales del gobierno es central para visualizar correctamente la puja de fondo, la pulseada estratégica.
No conforme con esa tribuna o incluso viendo que le aporta escasos dividendos, el grupo ha empezado a ir a fondo con la tergiversación, tratando de ensuciar el debate, porque la verdad es que no hay un solo especialista que aunque quiera pueda defenderlo. Todas las carreras de comunicación y todos los estudiosos le juegan en contra y no por animadversión. Simplemente porque la situación de Clarín es indefendible.
Está como en un suicidio: solo
Cualquier repaso por leyes vigentes en los principales países del mundo también lo complica. Clarín no tiene aliados, ni intelectuales, ni opositores políticos que puedan mínimamente defenderlo con un mínimo de decoro.
Por eso hoy publica una nota que no tiene desperdicio. Un texto que , además, es llamativo por su bajo vuelo y delata su nivel de desconcierto. La nota contiene un párrafo párrafo muy pero muy elocuente:
“Uno de los argumentos fundamentales contra esta propuesta oficial es la amenaza que representa para la libertad de expresión. Frente a esas acusaciones, los funcionarios insistieron ayer en que la reforma de la actual ley de Radiodifusión es una "deuda de la democracia". Algo que no se condice con la creciente concentración de medios en manos de empresarios cercanos al kirchnerismo. En rigor, el anteproyecto del ley propuesto por el Gobierno le abre, además, las puertas de los medios de comunicación a empresas telefónicas que mantienen fuertes vinculos con el oficialismo.”
Cuando contrapone la “deuda de la democracia” con la compra de medios por parte de empresarios afines al gobierno, tergiversa aviesamente las cosas porque la necesidad de contar con una ley democrática de medios va por un carril distinto al interés político temporal del kirchnerismo de contar con medios afines. A la postre, si la ley se aprobase, las limitaciones que de ella se desprendan en materia de concentración abarcará a todos los multimedios, incluido el que, siempre según Clarín, estaría constituyendo el oficialismo.
También se dice en ese párrafo que las telefónicas tienen fuertes vínculos con el oficialismo incurriendo nuevamente en una tergiversación: Lo que sucede es que Clarín no quiere que las telefónicas entren al negocio del cable. Es el famoso triple play el que está en discusión, no si las telefónicas son más o menos amigas del gobierno. Vamos, podremos estar ante una circunstancial alianza entre gobierno y telefónicas y esto no es ni bueno ni malo.Es como lógico y políticamente básico que el gobierno se junte con las telefónicas para enfrentar a Clarín, es lógico que el gobierno utilice estas contradicciones para operar. Estamos haciendo política ¿no?
Por eso es bueno y necesario separar la hojarasca política de coyuntura de los fines estratégicos de una ley de medios, de la misma manera que es necesario separar la lucha de las abuelas de Plaza de Mayo y el pueblo por recuperar los nietos, de mañosas interpretaciones que puedan realizarse sobre los hijos adoptados de manera irregular en plena dictadura por la señora de Noble. El acoso que sufre esta señora no es del gobierno ni la justicia de turno, es en definitiva de su propia historia, de acciones de su propio pasado.
Entender en toda su profundidad la necesidad de democratizar el acceso a los medios de comunicación y separar esta necesidad de los intereses puntuales del gobierno es central para visualizar correctamente la puja de fondo, la pulseada estratégica.
12 comentarios:
Sí, es obvio que se trata de una pulseada. Y no estoy tan segura de que el Gobierno pueda torcerles el brazo. Los medios tienen mucho poder. Pero igual, está bien que lo intenten, no hay que tenerles miedo.
Te cuento que estaba mirando el la tele la marcha por la memoria, y se cortaron todas las canaletas juntas. No pude ver los discursos. Cuando volvió la señal, en vez de seguir con la marcha, donde miles de personas avanzaron en paz, y respetuosamente a pesar de todo lo que nos ha pasado, se dedicaron a darle espacio a la Lilita, por la pintada en la pared de la casa de su hijo... No se puede creer.
Me pregunto si estas cosas se podrán controlar con una Ley nueva de radiodifusión... Porque, mirá que nos dan ¿eh? Hasta el diario La Nación del Paraguay, cuestiona el proyecto de Ley de radiodif. ¡¡¡No se puede creer!!!
Te mando un abrazo. Muy bueno tu blog.
Como decís el ante-proyecto no se agota en Clarín, pero convengamos en que si se quiere democratizar el espectro radioeléctrico (que es finito) se debe empezar por Clarín.
Una aclaración más: que se sancione en democracia no significa que sea democrática, basta con mirar las múltiples modificaciones que sufrió la original 22.285 desde el 83 en adelante. Leyes, decretos, etc que lo único que hicieron fue mermar la pluralidad, permitir la propiedad cruzada de medios, etc promoviendo así un proceso de inmensa concentración de la propiedad en nuestros medios. Dada esta situación, es indudable de que debe existir una nueva ley en pos de la pluralidad y la desconcentración. Esperemos que todo salga bien con este proyecto
Es tan burda la oposcion que no tiene prblemas en decir que se alinea con los empresarios (se ataja para que no digan que los usan, es muuuy distinto decir que decidis, que aceptar que te usan, no?). Las cosas estan cada vez mas claras, lo cual es muy bueno. Al pan, pan, y al vino toro... Va a ser entretenido, las payasadas opositoras no tienen limite!
Hablando de Chávez, les paso una perlita:
http://www.youtube.com/watch?v=Qjwj6PAzWP4
La intención de Clarín y los multimedios y opositores en general no es sólo impedir que la ley se apruebe, o tratar de suavizarla en su favor; al difundir el proyecto en términos de "K contra Clarín" o "Libertad de Expresión", también están preparando el terreno para minimizar el efecto que la Ley tendría sobre los medios al estar sancionada.
Me refiero a que si logran desautorizar la ley frente a la "gente", por más que se apruebe, todos los nuevos medios generados por esta ley serán olímpicamente ignorados por esa "gente", dado que ésta los relacionará como kirchneristas, como fruto de algo que no debería existir, casi como un hijo ilegítimo. Y eso sí puede anular en gran medida la pluralidad de voces que busca la Ley, porque tener 5 o 15 canales es lo mismo si todos ven nada más que los mismos dos o tres de siempre.
Ah, me olvidaba: ¿la Giúdici dijo algo con respecto a las declaraciones que vinieron de la ONU? pffffffffffff!
Lo que más llama la atención de las actitudes de Carrió y Morales es su casi explícita confesión respecto a su futuro político: no piensan que puedan ser jamás gobierno. Si lo creyeran, qué mejor que no tener que preocuparse por las presiones de Operín.
Es muy sabio lo que aporta Alejandro Ro: La deslegitimación. Si la ley se sancionara, sería tomada como un producto K ilegítimo y por lo tanto se la podrá violar. Algo similar a cuando los sojeros dicen "Al gobierno ya no le cree nadie, el productor no le cree" ahí la palabra "credibiidad" está ligada al concepto de legitimidad.
Muy interesante
Una pregunta: ¿no están teniendo inconvenientes para acceder a los blogs de Google/ Blogspots? Me esta pasando en forma sitemática hace una semana, el resto de mis conexiones anda fenómeno. ¿les pasa algo similar va alguno de uds.? Gracias.
Respecto a la posible Ley de Medios Audiovisuales, que se presente como válida la opción "clarín vs. gobierno" es en sí misma un problema.
Por un lado está que así presentada es muy fácil y falsamente sintetizadora - por lo que creo que, al menos clarín, así la va a presentar, entre otras cosas porque;
* "la gente" está formateada en los esquemas facilongos y lineales por esos medios. "Analiza" el medio, "la gente" compra envuelto para regalo. Si no es tan así, lejos no está.
* la ley va a ser un "capricho personal K" o de intereses K, obviamente que ningún medio va a sincerar que lo suyo es un negocio y la "libertad de expresión" una excusa o un accidente.
Sin que lo mío pretenda ser una estrategia comunicacional, me parece que el respaldo a esta ley no debe hacerse desde la "credibilidad al gobierno" (que es el argumento para erosionar la legitimidad) sino desde la "necesidad del usuario", empezando por las ventajas económicas que puede significarle, en vistas a las nuevas tecnologías, el modo en que decidan las pautas de la tele digital, el triple play, internet, etc. Esta ley también importa al bolsillo (y lamentablemente para muchos, ése será un interés superior al de tener acceso a una mejor y menos "filtrada" información)
Quizás también haya que pensar argumentos desde, justamente, la "incredibilidad al gobierno" porque una buena ley puede ser un reaseguro ante un gobierno que, por ejemplo, vaya "ganando" la guerra de Malvinas hasta dos días antes de rendirse a los ingleses. Es decir, porque "no le creo al gobierno" (éste o cualquiera") hace falta una ley que me proteja de que me tomen por idiota. Habrá siempre un clarín para tomarnos por idiotas pero, si a través de la ley tenemos diversidad de enfoques, ya es cuestión de cada uno el que lo tomen por idiota, o serlo, claro.
ram
Bueno, yo no estoy seguro si me quiero aliar a las telefonicas para enfrentar a Clarin. Cambiar un monstruo por otro no es la mejor forma de empezar una ley tan fundamental y necesaria. A poner ojo en ese tema.
Ayer la declaración leída en la Plaza por las Madres menciona explícitamente el rol de Clarín y La Nación en el golpe del 76 y en la actuales acciones destituyentes, también defiende la necesidad de una nueva ley para los medios de comunicación. No se oyó ni se leyó ninguna mención, respuesta o comunicado a lo planteado en esos medios ni por parte de sus periodista y políticos alcahuetes.
Pronto comenzará una campaña por parte de esos medios y sus empleados respecto a los Organismos de Derechos Humanos firmantes del documento Todo va quedando cada vez más claro.
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