sábado, 23 de mayo de 2015

Sostener el cambio en el cuarto oscuro, donde hasta el banquito te sacan

 

En esta muy recomendable columna sobre los riesgos que corre Mauricio Macri al negarse a ir a una PASO con Sergio Massa,  Eduardo Fidanza escribe un pasaje muy jugoso.

"En rigor, pareciera que la apuesta de Pro es competir contra el FPV, dejándole a Massa los votantes peronistas residuales, disgustados con Cristina. La estrategia sería jugarse a la polarización, yendo a una definición con el oficialismo, que aglutinará a los votantes que desean la continuidad, mientras Pro representará a los que demandan el cambio. El resto del tablero, según esta idea, lo ocuparían las minorías. En primer lugar, Massa, liderando un peronismo disidente escuálido; después, Stolbizer, con los restos del radicalismo alfonsinista y el socialismo, y, por último, la izquierda tradicional, apoyada en sus fieles votantes.

No está claro, sin embargo, que las cosas vayan a suceder así. Muchos sondeos, serios y consistentes, desmienten que la mayoría desee un cambio significativo respecto del kirchnerismo, como suponen muchos en Pro. El propio Macri contradice esa percepción cuando asegura que no tocará lo que se consideran conquistas del Gobierno, desde Fútbol para Todos hasta la Asignación Universal por Hijo. Eso implica aceptar que no se puede ganar representando sólo a los que quieren un cambio profundo de reglas, que apenas alcanzan a un tercio del electorado, están concentrados en los grandes centros urbanos y poseen nivel socioeconómico relativamente alto. Ante esta evidencia, Pro cruje, dando voz a los que afirman que no basta con el marketing para alcanzar la presidencia."


La estrategia de Macri tiene dos grandes aciertos:

1) No armar algo que rememore la experiencia traumática de La Alianza. Evidentemente sigue siendo altísimo el efecto negativo de esa experiencia electoral.

2) La polarización se encargará de quitarle lo poco que le queda a Massa y en ese contexto, los votos decididamente opositores abandonarán irán al PRO.

Y un gran error:

Creer que la mayoría está por un cambio drástico cuando él mismo va enumerando periódicamente qué medidas del kirchnerismo mantendría con sólo algunos pocos retoques.

La orientación general del país que ha forjado el kirchnerismo sigue mostrándose superadora a la que expresa el circulo rojo. Indudablemente que es pasible de correcciones en aspectos o áreas puntuales, pero la mayoría coincide en que el rumbo es el correcto, entre otras cosas por un dato durísimo y es que le va mejor, y aunque dentro de ese conglomerado haya sectores que refunfuñen por sospechar que les podría ir mejor aún, la realidad toca todos los timbres cuando se trata de una presidencial interpelando a todos pero en especial a esos a los que las cosas les han mejorado desde el 25 de mayo de 2003 en adelante.

Está por verse, entonces, cuántos de los que dicen estar por un cambio radical, lo sostienen dentro del cuarto oscuro, allí donde nadie los ve y donde hasta el banquito les sacan...


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con tu análisis y retomando tus post anteriores me pregunto: cuantos de los que aseguran que no votaran a Scioli bajo ninguna circunstancia lo sostendran en el cuarto oscuro si es nuestro candidato en Octubre. ...
Abrazo, Facundo.

oti dijo...

El problema no está en los votantes porque ellos no son una "variable independiente" no contaminada por nada.

Los verdaderos políticos transformadores no se someten a lo que crea el elector en el momento sino que lo quieren transformar en forma congruente con la transformación que quieren hacer para el futuro. Aquí reside el futuro fracaso de Macri, porque, en último análisis, no puede hacer las transformaciones que quisiera, en el caso que quisiera algo. Y, también, reside el futuro éxito de la continuidad del K por otros medios.

Muchos análisis que leo dan la imagen de candidatos que quieren seducir a los electores en una relación mecánica y externa frente a ellos. Eso es la parte, digamos, técnica de una campaña electoral, pero la política no se agota en eso, porque esa parte técnica está inmersa en un proceso político continuo.

Si los que pretenden hacer transformaciones se someten a las creencias del momento no podrán transformar nada porque esas creencias son datos del presente que queremos convertir en otra cosa.

Esa transformación, empezando por la, digamos así, “construcción del votante”, depende no de la técnica de la campaña electoral sino de lo que sucede en el dominio de la lucha política, de la “conducción política” como lo entendía JDP.

Y la principal “arma” que tenemos para lograr eso es CFK porque tiene cualidades que los otros no tienen. Los otros tenderán, en distintas medidas e intensidades, a lo que es la técnica de campaña y a la seducción, diciendo lo que determinadas franjas de electores quieren escuchar. Pero eso sucederá en el marco de un proceso político muy moldeado por el tipo de liderazgo de CFK tanto en el gobierno como en su espacio político.

Es un error suponer que el poder iguala a las personas (los candidatos políticos que lleguen a él). Lo que verdaderamente sucede es que, de acuerdo a las cualidades de liderazgo o conducción de las personas, éstas desigualan al poder.

Néstor, cuando llegó a la presidencia, lo desigualó un poquito, y CFK lo desigualó bastante. El establishment oligárquico querrá que el poder vuelva a igualar a los candidatos políticos que aspiren a él a fin de lograr el predominio que les falta en el Poder Ejecutivo del Estado.

Cuando uso la expresión “desigualar el poder” me refiero al proceso que tiende a poner en evidencia la dirección que lleva el gobierno del Estado en contraposición de la dirección que querrían llevar los poderes sociales (establishment) que influyen en ese Estado. Los que hacen más evidente eso suelen tener cualidades de liderazgo o conducción que los demás no tienen. Es obvio que el establishment querrá seleccionar los candidatos entre estos últimos porque facilitarán más su dominación.

oti dijo...

Termino con el anterior comentario.

Hay otras consideraciones sobre proceso global mundial que influyen decisivamente en el proceso político argentino, se note mucho, poco o nada. Después de todo Argentina no es un átomo separado del resto del mundo al que se puede analizar en sí mismo, sin conexión con el mundo que le rodea.

El proceso global también tiene una dirección política y también hay allí voluntades contrapuestas como en toda lucha política.

Las más identificables de ellas son, en primer lugar, las combinaciones oligárquicas NorOccidentales a predominio angloamericanas, que dominan a los Estados de América del N., Europa Occidental y varios países en Asia.

En segundo lugar, un conglomerado de naciones, entre las que se cuenta la nuestra, que pivotean alrededor de los Brics y las iniciativas de la asociación Ruso-China (Banco de Desarrollo de la infraestructura; Ruta de la Seda; FF.CC., etc.).

¿Cómo se llegó a este escenario mundial? Muy simple. La crisis de desintegración de los sistemas monetarios y financieros internacionales y la gestión de administración de crisis impuesta por los intereses oligárquicos angloamericanos tanto en USA como en Europa (salvatajes financieros, austeridad, etc.) condujo a dilemas de supervivencia a las naciones aludidas en el párrafo precedente: o se sumaban al suicidio colectivo impuesto por las oligarquías angloamericanas o se ponían en campaña para zafar y construir otra alternativa. Felizmente, ocurrió lo segundo, a pesar del precio que hubo que pagar con el aceleramiento del deterioro geopolítico que impuso el bloque angloamericano y que conduce a la probabilidad de una guerra mundial.

En este contexto y proceso, mi evaluación es que los intereses oligárquicos noroccidentales tienen mucho poder y representan un peligro por su capacidad de desestabilización y socavamiento para muchos de los gobiernos de países que, como en AL, insinúan sacar los pies del plato (basta ver México, Chile y Brasil hoy y podría ser Argentina mañana).
Pero ese poder de que disponen les alcanza para desestabilizar y socavar pero no para gobernar en base a un esquema y modelo que goce de mínima legitimidad, como en otras épocas (los ’90 por ej.) ni tampoco pueden recurrir a los partidos militares de antaño. Y no pueden tener una propuesta para gobernar porque no podrían articular las situaciones locales de los diversos países al poder central global oligárquico en virtud de la bancarrota ideológica y económica en la que se debaten. Por ej., los intentos de Obama del tratado transpacífico de libre comercio son patéticos a los ojos de muchos países, incluso de algunos de sus presuntos aliados en Asia.

Esto, es decir el hecho que ellos están en una desventaja estratégica, es nuestra ventaja estratégica como país y como continente sudamericano. Y el proceso político local no puede permanecer impermeable a todo eso que ocurre a nivel global.

Don Frias dijo...

Hace tiempo que señalamos el acierto de un Macri que decidio sentar su base y hacerse fuerte en el espacio ideologico que representa a la derecha mas dura. No necesita sobreactuar lo que no es, aun diciendo las peores aberraciones su apoyo se sostiene y no se diluye. Y a partir de ese nucleo solido crece en base a su optimo manejo del marketing.

Lo que me da miedo es una frase que lei en algun lado estos dias: "Si la discusion en un eventual ballotage va a ser en base a colores (que color es mas cool el amarillo o el naranja) entonces estamos perdidos". El Pro tiene el copyright de esa forma de presentar la politica. Si terminamos yendo por ese camino el Pro quizas este en posibilidad de lograr un milagro. Lamentablemente Scioli no es el ancla ideologica y polarizadora que pueda hacer frente al camaleon amarillo.

Ya vimos con la experiencia Scioli-Insaurralde que el dedo todopoderoso no funciona. La gente impone su voto de manera independiente y castiga sin miramientos.
Massa se sigue moviendo en pcia, y yo no veo a gente del FPV, toda la campaña oficialista se centra en la gestion ferroviaria Randazzo (lo que explica que se imponga en la interna aun a despecho de una dirigencia que no entienden porque las encuestas no les cierran), Scioli brilla por su ausencia, con esto no alcanza, y con el dedo de Cristina tampoco.

Carlos G. dijo...

Paso a paso, dicen que decía "Mostaza" y a mí hoy, hablando de cambio o continuidad del proyecto, me preocupan las PASO antes que las generales.
No vaya a ser cosa que metamos un quintacolumnista o un caballo de Troya adentro del proyecto.

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