sábado, 2 de junio de 2012

Habrá que volver a discutir lo discutido


Hay un sector que ha tercerizado su conciencia política en eso que denominados "La Cadena Nacional de la Gente Linda" para dedicar su tiempo a cuestiones personales, al amor y al trabajo. Es que tanta operación a la través de los años para despolitizar a la sociedad ha generado esta nueva especie de ciudadanos con parte de su conciencia amputada. El razonamiento más o menos es éste: "Que del mundo, la economía y la política se ocupen los medios y que me den una síntesis cada media hora en los zócalos de la tele o directamente por Twitter" (es notable, ya que mencioné TW cómo en la primera mañana los conductores twittean "títulos" que emiten los entrevistados en sus programas de radio. Esto aparece hasta más "económico" que la audición íntegra del reportaje. Es peligrosa esta "zocalización de la radio", pero de eso hablaremos con detenimiento en otro momento)

Esa tercerización del consumo y digestión de información causa estragos, el primero y más notable es que el individuo comienza cada vez con más asiduidad a repetir gansadas, es como que tiene un chip que se actualiza cada media hora con consignas que serán automáticamente emitidas sin el menor filtro. Por eso cuando alguien le pregunta qué piensa él de lo que acaba de decir, suelen vivirse momentos de un bochorno indescriptible.

Para este tipo de seres humanos imposibilitados de razonar un poquitito así es que se montan operaciones que no resisten el más mínimo análisis. Pueden leer en La Razón sin inmutarse que el programa de Lanata midió -según IBOPE, la medidora de Clarín- 20 puntos un domingo a las 11 y media de la noche y no preguntarse cómo puede ser que el clásico Boca-Racing hubiera medido sólo dos puntos más a las 20 de ese mismo día. El tema pasa, se lee y se archiva, no se mastica. Se archiva y punto.

Pero el top top ha sido sin duda la foto de Clarín de ayer mostrando el celular del diputado provincial José  Ottavis. Da vergüenza ajena escribirlo, de verdad, y hasta pena. ¿Cuan limada tiene que estar la cabeza de un lector de ese diario para no razonar que en una cámara de diputados o hasta en un concejo deliberante los acuerdos políticos no se hacen en el recinto, que cuando se baja a debatir ya está todo claro y ya se sabe cómo vota cada bloque? El jueves pasado, a las once de la mañana el diputado opositor Mauricio Dalesandro me anticipó en esta nota que bajaba el FAP, que bajaba el properonismo, que hasta el radicalismo bajaba "Hay síndrome Puerta 12, Gerardo" me dijo mientras me hacía descostillar de risa. Ese mismo día, todos los informativos de las 12 en adelante fueron contando cómo se desarrollaba la sesión y se sabía, además, que el oficialismo, una vez logrado el quórum, tenía mayoría para aprobar el paquete impositivo. Pero nuestros tercerizadores  de conciencias no llegan a razonar estas simples cuestiones y entonces, de manera infantil comienzan a emitir comentarios del tipo "¿Viste la tapa de Clarín?" "¿Viste lo que hizo ese de La Cámpora?" Hasta que irrumpe el compañero de oficina que les pregunta "¿Ustedes realmente creen que esas cosas se arreglan por mensajito?" y se termina el intercambio...

Ojo que esto también es un mensaje para la comunicación kirchnerista. Es muy probable que haya que extremar la capacidad de simplificación argumental. Al fin y al cabo ¿Acaso la principal virtud de Jorge Lanata no es hacer un editorial con frases cortísimas tipo Twitt? Agarrá cualquier columna suya y fijate. Es una sucesión de zócalos y frases contundentes, que es lo que la mayoría de la audiencia está en condiciones de asimilar. Claudio Lozano hace algo parecido en el tema económico.


Y también hay que tomar nota de que muy probablemente tengamos que volver a discutir lo discutido, porque se olvidaron, porque la memoria del tercerizador de conciencia tiene la duración del zócalo televisivo. Si hasta tenemos que recordarles que en agosto y octubre del año pasado el país votó dos veces y que en ambas elecciones (las PASO y las generales) el actual gobierno ganó por paliza y que hasta en la ciudad de Buenos Aires Cristina triunfó con el 35 % de los votos.

Pero también tenemos que ser flexibles y recordar aquello de la "democracia participativa" de la que tanto hablábamos en los ochenta. Decíamos que la democracia no se remite sólo a votar cada dos años, que la sociedad tiene que participar en las organizaciones intermedias de modo de fortalecer en el día a día el proceso democrático. Bien, hay pequeños bolsones de sectores acomodados que están empezando a hacer su experiencia de democracia participativa, sólo que están tan despolitizados y tan desrepresentados que salen a mostrar sus enojos en pitucas esquinas porteñas. Son, además, violentos, agresivos. La violencia siempre vino de arriba e incluso a veces la sufren sus propios referentes.


En los barrios, la participación popular se da en las cooperadoras, en las salitas de Primeros Auxilios, en los clubes, en las parroquias. En las esquinas paquetas de la CABA el proceso participativo es violento y, en estrecha sintonía con el ADN de las clases altas argentinas, comienza por la exacerbación del egoísmo en su fase de queja. La violencia que ostentan tiene por objetivo blindar su protesta. No quieren ser mirados por otros que no sean sus custodios o sus medios afines. Son fieles a la tradición de que sus cosas sólo son relatadas por su propia prensa. Habrá entonces que adiestrar sofisticados equipos comando para filmarlos sin que ellos lo noten y así mostrarle al conjunto de la sociedad de qué la va el frenesí de Santa Fe y Coronel Díaz.

Habrá que volver a discutir lo discutido...
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3 comentarios:

Gerard (Depardieu) dijo...

Gerardo, no sé si los cacerolazos en las esquinas cuentan como "participación". Hay una distancia abismal entre participar de una cooperadora, una salita de primeros auxilios o una parroquia, y salir a una esquina blandiendo un cucharón. Porque quien participa de los tres primeros espacios construye algo que tiene que ver con el bien común. En los cacerolazos yo sólo veo gente que defiende su interés individual y punto. De hecho, los cacerolazos como protesta no los hace cualquier estrato social, ni por cualquier motivo (¿alguien salió una vez a batir una sartén para protestar contra el asesinato de gente de los Qom, o porque el paco cause estragos en las villas, o porque las cárceles sean máquinas de deshumanizar a las personas?).

Me pareció muy interesante la frase del Escriba: si salís a cacerolear es que hay un opositor que no te está representando. Es tal cual. Si la parte disconforme de la población, la que no apoya a este gobierno por el motivo que sea, tuviera en las instituciones una oposición capaz de elevar el nivel del debate, de plantear alternativas, capaz esa oposición hasta cumpliría una función educadora, políticamente, de los sectores despolitizados. Pero como eso no existe, toda la m*** sale así, sin control, en las esquinas, en la trompada al notero de 678, por Facebook, por Twitter ("Si no derriba a un gobierno no es un cacerolazo" leí por ahí el jueves). Como no tiene canalización institucional, se sale de madre. En suma, lo que a mí me preocupa es la persistencia de un sector que no se quiere sumar al debate político, es decir, al debate de cómo construimos un país. Es más fácil decir "Cristina tiene la culpa de todo". Directamente no quiere, porque como vos decís, repiten zócalos. Y para poder participar de un debate netamente político (hasta en una mesa de café) hace falta algo más que tres frases de Lanata. Hace falta abandonar las versiones simplificadas de la realidad y argumentar.

Gerardo Fernández dijo...

Coincido en que "participación" es otra cosa, obvio. Sólo trato de contextualizar este raro fenómeno.

Anónimo dijo...

"Y también hay que tomar nota de que muy probablemente tengamos que volver a discutir lo discutido, porque se olvidaron, porque la memoria del tercerizador de conciencia tiene la duración del zócalo televisivo"

Me hace acordar a la pelícua "Memento". Pego un pedacito de lo que resume wikipedia del argumento: "Leonard es incapaz de almacenar nuevos recuerdos, sin embargo, posee memoria sensorial y recuerda cómo realizar las acciones cotidianas. Para "recordar" los sucesos de su vida crea un sistema usando fotos instantáneas para tener un registro de la gente con la cual se relaciona, dónde se hospeda y otros elementos básicos para el desarrollo de su vida"

Me resultan muy análogos por un lado el sistema de memoria de Leonard y por el otro la memoria -y consecuentemente la conciencia- política posmo: sencilla, basada en imágenes, títulos, zocalos. En resumen, totalmente instantánea, fugaz, pero por eso condenada a repetirse en errores cada vez mas groseros y embrollados, a menos que se le ayude a recordar, a contextualizar.

Pero también hay otra analogía posible mucho más interesante: aquel que conozca del "problema" de Leonard, conozca su sistema y sus anotaciones, puede manipularlo a voluntad. Las anotaciones (recuerdos, interpretaciones) que el "target" de personas al que se dirige la CNGL no puede dejar de repetir, giran más o menos en torno a una "anotación" central, que sería algo así: "son todos choros", etc. Lo que necesitan todos los días es un nombre nuevo para llenar ese lugar del "choro" (o del corrupto)

No sé si sería posible cambiar esa inercia a la recaída en el error original. Pero en donde se dé, en cada caso que se dé, para mí un objetivo más realista sería desligar al amnésico del manipulador, recordar con las pruebas concretas del caso específico el teorema general: "Clarín miente" (que tampoco sería ese el teorema general, pero lo uso para ejemplificar). Incluso de vez en cuando a lo mejor el manipulado vuelve sus anotaciones e interpretaciones (aunque erradas) en contra del manipulador.

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