miércoles, 8 de febrero de 2012

Toda la vida tiene música hoy


El flaco era distinto, era un distinto. Un tipo con una capacidad para componer, arreglar y "sonar" única, irrepetible. Cada disco suyo te exigía, su música te exigía -te exige- Spinetta estuvo siempre aliado a la sutileza, siempre sugiriendo, siempre guiñando un ojo. Siempre ahí, siempre cerca pero sin llegar, siempre informado, siempre atento a qué sonaba en el mundo pero muy consciente de que tenía que producir algo suyo, mensurando de manera genial la distancia entre la inspiración y la copia. Pudo, por caso, fascinarse con la Mahavishnu Orchestra pero nunca sonó a McLaughlin. El flaco tuvo el inmenso valor de trasuntar un género musical venido de afuera y ponerle una impronta suya, el flaco hizo a su manera una música de Buenos Aires, única, algo similar, podría convenirse, a Piazzolla. Tanto uno como el otro investigaron y abrieron caminos que sólo ellos podrían transitar. El callejón musical de Piazzolla sólo pudo ser transitado por el propio Astor, y cualquier intento por fuera difícilmente obtendrá resultados alentadores. Con Luis Alberto Spinetta pasa algo similar: nadie podrá explorar su callejón porque sólo él conocía cada adoquín, cada recoveco.

Cuando andás buscando algo en la radio y está sonando un fragmento instrumental de un tema de Spinetta, te das cuenta rápido que es él, porque Spinetta sólo sonaba a Spinetta. Hizo un producto único e irrepetible. Por eso me atrevo a decir que desde lo musical, su deceso es en términos de pérdida similar a los de Atahualpa Yupanqui y Astor Piazzolla, porque el flaco se las tomó de eso que se denomina rock hace muchos, pero muchos años. 

Siento una pena sin fondo, que se agranda segundo a segundo. Y nadie me va a sacar de encima la sospecha de que el maltrato de cierta prensa asquerosa aceleró su partida. Porque el flaco no se merecía tanto maltrato.

Suena "Muchacha" y "A esos hombres tristes", suena "Barro tal vez" y "Amenábar" explota con imágenes de un Tres Lomas caluroso la siesta en que llegó a mis manos el vinilo de "Alma de diamante". Y "Toda la vida tiene música hoy" y "Viento del azur", y "la bengala perdida" y quiero llorar porque se me fue uno de los músicos más respetado como artista y como tipo.
.

1 comentario:

marcela dijo...

Un golpe tremendo en el pecho.
Nací a mis propias elecciones musicales, a principios de los 70, con los Beatles en inglés, y Almendra en castellano.
Mis 13, 14, 15 años cuando empezaba esa década, me agarraron con la guitarra en la mano cantando "Muchacha, ojos de papel". El primer amor, el primer todo.
Íbamos a verlo en el 75 a esos recitales en los que decía cualquier cosa y todos delirábamos de amor.
Años más tarde, mis hijos lo aman con mucha más reverencia que yo misma.
Ayer lo presentí mientras charlaba con Aníbal. Hoy me lo avisa Manuel por sms. Ya hablé con Pablo, que está desoladamente desolado.
Por ahora no puedo decir más

Entrada destacada

A propósito de Mundstock y ciertas giladas

A propósito del fallecimiento de Marcos Mundstock volvió a aflorar esa actitud mediocre de refutar a un artista por sus posiciones políti...