miércoles, 7 de diciembre de 2011

Argentina: Un fin de año distinto (Escrito en 2001)



Pensé que este texto era inhallable pero por suerte lo acabo de encontrar. Lo publiqué el 16 de diciembre del 2001 en Rebelión.org. Es una descripción mordaz de lo que estaba pasando en 3 días antes a la caída del gobierno de la Alianza. La verdad, lo leo hoy y me estremezco pero al mismo tiempo me alegro de comprobar que en esos días tuve clara conciencia de lo que estábamos viviendo.

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El fin de año argentino registra un inusitado incremento de la "Ola de inseguridad". Según fuentes inobjetables, el "modus operandi" de los saqueos presenta razgos novedosos: Mientras decrecen los robos en las barriadas y comercios pequeños, se percibe un altísimo incremento delictivo en otras esferas. La actividad del hampa barrial se ha visto resentida por la ausencia casi total de circulante. Se estima que muchas bandas del conurbano están pensando en viajar a Universidades de USA para realizar cursos intensivos de Economía.

 Lo curioso es que esta nueva situación económico-social genera "saudades" en la clase media. Una señora típica del barrio de Belgrano le cuenta a este redactor que "estaba mejor cuando los robos me los hacían jóvenes de 16 años" "En esos tiempos - prosigue la blonda belgranense- una podía perder 80 pesos que llevaba en su cartera, pero iba al cajero automático y extraía más dinero. Ahora no tengo alternativa" Son varios los testimonios de comerciantes que están empezando a visualizar que la delincuencia más temible y devastadora no es precisamente aquella que denostan Hadad y Feiman (Eduardo), sino la encarnada en personas otrora consideradas dirigentes esenciales para conducir los destinos del país. Un kiosquero de Saavedra que ya no sabía dónde esconder 3.500 pesos que conservaba como un fondo para cubrir eventualidades como robos semanales decidió a fines de noviembre transformarlos en un Plazo Fijo. El 3 de diciembre Eduardo comprobó que los había perdido para siempre. Eso sí. No hubo violencia, armas ni rehenes. "En todo caso -comenta Eduardo- ahora el rehén es mi dinero". A Eduardo le robaban un promedio de 65 pesos por semana. Ahora le robaron $ 3.500 en 48 horas.

 La clase media argentina, esa que tanto creyó beneficiarse con "las reformas" de Cavallo y Cía, esa que aplaudió el retorno de mediterraneo al Palacio de Hacienda, esa que pensaba que la mudanza a Countries o la seguridad privada era la única solución para su creciente inseguridad, se encuentra en estas horas desconcertada. El agresor no parece provenir de las clases pauperizadas, sino del mismísimo corazón de los sectores medios y medios altos vernáculos. Las casas están cubiertas de rejas, con reflectores que se activan al paso del transeunte por la vereda y -en menor medida- con cámaras filmadoras que registran cualquier movimiento extraño en la acera. Las 4 X 4 con sus vidrios polarizados están más seguras, pero con el tanque vacío.

Por otra parte, curiosa es la encerrona en que se encuentran ciudadanos que habitualmente veraneaban en Punta del Este u Orlando. El presupuesto sólo les alcanzaría para una quincena en Las Toninas [playa cercana a Buenos Aires]. Estos son algunos pocos casos que retratan el presente de la otrora portentosa "Clase Media Argentina". Creyó en las privatizaciones, apoyó a pie juntillas el desguase del Estado y le dió puntos de rating a los medios más amarillos y discriminadores. Y ahora se encuentra con que "sus amigos", "sus dirigentes", son el enemigo más temible. Los "malvivientes" se presentan de saco y corbata, con postgrados en Londres y Boston.

 Si es cierto aquello que sostiene que "los sectores medios se mueven por sus intereses" podríamos concluir que quizá nuevos vientos soplen en la vida política argentina. Los plazos fijos, los ahorros solo podrán ser "visitados" una vez al mes. Ya no serán mujeres de Fuerte Apache [barrio marginal de Buenos Aires] las que irán una vez cada treinta días a visitar al familiar preso. En lo sucesivo, serán señoras y señores bién vestidos quienes podrán, sólo cada treinta días, visitar ese dinero que los hacía "diferentes" y "ganadores". Ese dinero que los enorgullecía por vivir en un país donde, salvo los negros y los villeros, todo andaba fenómeno...
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1 comentario:

Fernando dijo...

Muy bueno, Gerardo. Lo digo como uno de los embaucados por el discurso del fin de la historia y su impulso arrasador (literalmente) en el plano local.
Como muchos otros, disfruto de un presente que nos abrió los ojos y trato día a día de recordarle a quienes todavía creen en los mismos poderes que nos llevaron a ese desastre lo que fueron esos meses del 2001 en que el país se nos derrumbó del todo.

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