viernes, 2 de septiembre de 2011

La sociedad quiere que Cristina tenga mayoría




La idea romanticona de un Ejecutivo de un color y un parlamento de otro en la realidad es una quimera. Se puede sostener ese planteo desde las buenas intenciones pero es impracticable porque siempre está latente el riesgo de que el oficialismo y las fuerzas opositoras se nieguen al diálogo con lo que, como pasó en Argentina el año pasado, el parlamento termine sin funcionar. En el fondo lo que sucede es que aunque suene horroroso para los bien pensantes, sólo se puede gobernar cuando se cuenta con mayoría parlamentaria. Eso pasa en los sistemas parlamentaristas europeos y hasta en Estados Unidos. La idea de los “contrapesos” vende y mucho, es atractiva porque supone un nivel superior en lo referido a la calidad de las fuerzas políticas pero en la realidad concreta el trámite político es mucho más cruel y complicado de lo que se cree. La provincia de Santa Fe será un escenario interesantísimo para analizar el esquema del contrapeso durante los próximos cuatro años ya que de no mediar alguna borocoteada desde el lado del FPV y el PRO, el gobernador Bonfatti habrá de atravesar los cuatro años con el legislativo dominado por la oposición (en esa provincia no hay elecciones de mitad de mandato).

El planteo apunta a que pensemos que no siempre las fuerzas políticas tienen ese nivel de diálogo y apertura que imagina el ciudadano de a pie, más bien todo lo contrario. Y no está mal que sea así, en política hay que lidiar con la realidad, con lo que hay, no con lo que nos gustaría que hubiese. Concretamente, si el Grupo A hubiera logrado imponer su ajustada mayoría varias veces durante 2010 el país hubiera entrado en una zona de turbulencia ya que un archipiélago de fuerzas menores le hubiera sancionado un puñado de leyes que objetivamente habrían significado un palo en la rueda del gobierno nacional. Hubiera sucedido que un gobierno, habiendo ganado por amplio margen en 2007 y habiendo empatado el primer lugar en 2009 con el ACyS hubiera tenido que apelar al instrumento de los DNU o directamente hacer lo que la oposición le imponía por el sólo hecho de que la sumatoria de pequeños bloques y monobloques le daba la mayoría circunstancial. Tratemos de analizar esta hipótesis en términos fríos y de imaginar los resultados que hubiera acarreado. Se me ocurre que buena parte de la sociedad vislumbró estos riesgos y por ello reaccionó electoralmente como lo hizo el 14 de agosto, empoderando de manera soberbia al gobierno y decretando la inexorabilidad de una fuerte y profunda reformulación del espectro opositor. A veces los pueblos tienen comportamientos colectivos mucho más avanzados de lo que se cree. Es en este sentido, incluso, que no supongo para nada que el 50% se haya hecho kirchnerista. El kirchnerismo sigue siendo una minoría intensa que ha logrado convencer a por lo menos la mitad de los argentinos de que está capacitado para sacar el país adelante. Todos conocemos muchísimos casos de gente que votó a Cristina “con fuertes críticas al gobierno”, por usar uno de los tantos chascarrillos de Lucas Carrasco. Gente que por izquierda y derecha entiende que a pesar de las cosas que no comparten, la presidenta es la dirigente con más aptitud para seguir al mando por cuatro años más. Pero esta decisión no surge de la nada, toma forma en el marco de una realidad donde desde el lado de la oposición la imagen es realmente lamentable: la sociedad se enteró del papelón que protagonizaron Duhalde y Rodríguez Saa en esa interna que finalmente fue suspendida  en medio de acusaciones cruzadas. Por el lado del radicalismo, los argentinos asistieron azorados a la desintegración de un instrumento como el Acuerdo Cívico y Social que le había dado buenos resultados al partido centenario y los socialistas. Por eso del 35% que obtuvo esta coalición en 2009 cayó al 25% el 14/08 si sumamos los votos de Alfonsín, Binner y Carrió.

Nada es gratis en política. La misma gente que vio el papelón del peronismo disidente observó también cómo el radicalismo luego de expulsar a Julio Cobos de por vida, le reabría las puertas del partido merced a la buena imagen que le confirió su famoso voto “no positivo”. La sociedad fue procesando cómo un partido que dice hacer bandera de la ética y la decencia recibía casi hasta con honores a un correligionario cuyo logro había consistido en la infidelidad más letal y en el transfuguismo más cloacal. Luego  lo escuchó al presidente de ese partido afirmar

Buenas tardes, me llamo Ernesto Sanz y quiero ser presidente

Y al poco tiempo lo vio bajarse de la lucha interna por temor a ser derrotado por un dirigente cuya única virtud es ser hijo del ex presidente Raúl Alfonsín.

Póngase usted en el lugar del ciudadano común que tiene que elegir entre todas estas opciones. No es muy difícil aventurar el resultado ¿no?

En este contexto, la entente Alfonsín – De Narváez resultó ser antes que nada un acuerdo cupular que no tuvo el más mínimo correlato en la base, por eso el bochorno que protagoniza en estas horas el candidato radical de Mendoza pidiendo corte de boleta o el del intendente radical de mi pueblo que les dice a los treslomenses que "Scioli y Cristina ya ganaron" y que por ende lo que importa es elegir el mejor gobierno comunal, despegándose de manera iracunda del partido, de sus tradiciones y peleando sólo por el control de la comuna a como dé lugar. 

Este panorama es analizado con suma frialdad por la sociedad, que ve de un lado un bloque político sólido, con gran capacidad para solucionar sus propias contradicciones internas –que las tiene y en cantidad- y enfrente un verdadero espectáculo de fuerzas que ni siquiera garantizan coherencia en su interior (si hasta Ritondo y Santilli están explorando la conformación de un sub bloque peronista dentro del bloque del PRO en la legislatura porteña) Por eso el pueblo se manifestó electoralmente de esa manera en las PASO, porque entendió que la única forma de garantizar gobernabilidad es dándole mucho poder al oficialismo al mismo tiempo que le envió un mensaje sobrecargado de crueldad a la oposición y acá vuelvo al comienzo para decir entonces que no hay por qué temerle a la mayoría puesto que en realidad lo complicado es la coexistencia de varias minorías yuxtapuestas.

Eso sí que inevitablemente desemboca en la parálisis.

Por supuesto que el diario La Nación dirá que un triunfo del 55 % del FPV en octubre pondrá al país ante el riesgo de un hegemonismo cuasi tirano y muchos bienpensantes comprarán esa idea, pero la verdad es que sólo así se puede gobernar, con mayoría, y es lo que parece haber entendido al menos la mitad de los argentinos.

Aunque a muchos esto les provoque espanto.
.

6 comentarios:

Felipe dijo...

yo creo que el intendente radical de tu pueblo entendio cual es el unico futuro que le queda al partido.
La UCR tiene que transformarse en un partido distrital. Competitivo en ese ambito donde puede ganar intendencias y con mucho viento a favor una provincia.

Deberia olvidarse del plano nacional. No deberia presentar ni candidatos a Presidente ni a diputados nacionales.

Y eso no solo porque no sean idoneos. No deberian presentar candidaturas nacionales porque correrian el riesgo de perjudicar las candidaturas distritales.

Las comarcas radicales deberian segun corren los vientos devenir en RAdicales K o Radicales PRO.

Felipe dijo...

yo creo que el intendente radical de tu pueblo entendio cual es el unico futuro que le queda al partido.
La UCR tiene que transformarse en un partido distrital. Competitivo en ese ambito donde puede ganar intendencias y con mucho viento a favor una provincia.

Deberia olvidarse del plano nacional. No deberia presentar ni candidatos a Presidente ni a diputados nacionales.

Y eso no solo porque no sean idoneos. No deberian presentar candidaturas nacionales porque correrian el riesgo de perjudicar las candidaturas distritales.

Las comarcas radicales deberian segun corren los vientos devenir en RAdicales K o Radicales PRO.

Gerardo Fernández dijo...

Manolo define algo de lo decís como "Alperovichización"

Daniel dijo...

El tema es que quien va a decir eso en el diario La Nación es Mariano Grondona.
Y hay gente que todavía se sensibiliza por lo que dice el Profesor Grondona, y que es habitué al diario La Nación.
Y tiene espanto por lo que se viene.
Y bueno, nosotros soportamos tantos años de espanto, mientras La Nación y esa gente estaban tan dichosos.

Mabel dijo...

Te hago una corrección aun q no tenga autoridad :El cristinismo logró q la mitad lo vote ,no el Kirchenerismo Yo soy de las q creen q no es lo mismo (aunq Ella se llame Kirchner y hable de continuidad para mi es diferente )
Es cierto q la mayoria de la gente quiere mayoria porq hay mucho por hacer y hace falta mas laburo ,mas ideas y debates para solucionar temas y menos para estar haciendo pasillo y dudar entre dar quorum o no y menos para ver peleas y chicanas de bloques y minibloques por tv La oposicion paralamentaria mostró su inoperancia total .
Cristina es una hacedora ,justo seria q el parlamento vaya "junto a Ella , a la par"

Ricardo dijo...

Esa parálisis de la que hablás no es otra cosa que el "empate catastrófico" del que hablaba García Linera en Bolivia, cuando la medialuna rica quería ya no voltear a Evo sino, porque no tenía otra posibilidad, evitar que llevara adelante su programa.

De eso se trata la operación mediática tendiente a convertir en "legislativas" unas elecciones generales. Cuatro años tiene que esperar la ciudadanía para votar en elecciones ejecutivas y quieren, de alguna manera, quitarles esa posibilidad.

Hablé del empate catastrófico en mi blog y (espero sepan disculpar) acerco el link porque creo que puede aportar:

http://loshuevosylasideas.blogspot.com/2011/08/la-oposicion-en-busca-del-empate.html.

Saludos.

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