EL CABILDO ABIERTO DEL BICENTENARIO
Hemos iniciado esta convocatoria con la enorme emoción que todavía palpita en nosotros por lo vivido en las fiestas del Bicentenario, donde el pueblo argentino a lo largo y a lo ancho de la patria, pero con epicentro en esa enorme demostración que hizo en el corazón de nuestra ciudad, emergió con alegría y vocación de celebración. Otra vez el subsuelo de la patria, como aquel 17 de octubre de 1945 o el 17 de noviembre de 1972, desplegó su vocación de protagonismo para demostrar que sabe de qué se trata.
Todo aniversario es una oportunidad de reflexión y balance. En este caso es el aniversario de la Patria y eso nos convoca como actores políticos a renovar nuestro compromiso con ella y a reflexionar sobre nuestra práctica política. El Peronismo es la fuerza política argentina más importante del segundo siglo de nuestra Patria, la vigencia de su Doctrina y el ejemplo de vida de Juan y Eva Perón le siguen imprimiendo el enorme vigor que alimenta su capacidad de transformación de la realidad nacional. Su derrotero supo de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos, de extravíos y reafirmaciones. Pero recurrentemente, y a pesar de todo, siempre volvimos a nuestras esencias: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Solo así nos reconocíamos, solo así volvimos el 25 de mayo de 2003 a nuestra identidad.
Indudablemente la etapa vivida a partir de la crisis del 2001, que sembró de desaliento y pobreza nuestro país, es el aspecto en que nos interesa centrar nuestra reflexión. La profundidad de esa crisis tuvo en la construcción del proyecto iniciado en mayo del 2003, con la Presidencia de Néstor Kirchner y que hoy encabeza Cristina Fernández de Kirchner, una respuesta de magnitud revolucionaria. Se recuperaron las banderas del Justicialismo para impulsar un proyecto que, a partir de afirmar y expandir los derechos humanos, sociales, laborales y políticos de nuestro pueblo, le volvió a dar vigor al desarrollo nacional e instaló un debate ideológico que desde América Latina vuelve a tener vigencia internacional, particularmente si se analiza la crisis que con distintas características azota al mundo desde fines del 2008.
Las enseñanzas de Evita que afirmaba: “Donde hay una necesidad hay un derecho”, es el verbo del accionar político y de gestión de gobierno actual. Podríamos enumerar todas las acciones que justifican nuestra afirmación pero alcanza con señalar algunos hechos que nos identifican con cada lector peronista al que se dirigen estas palabras. El cambio sustantivo del modelo económico-productivo que permitió un crecimiento sostenido con inclusión social; la disminución progresiva del desempleo, el trabajo en negro y la pobreza; la revalorización de la Corte Suprema de la Nación en un cuerpo idóneo e independiente; la reorientación de la política exterior en base a nuestra conciencia histórica y contemplando los cambios de una nueva realidad mundial, así como la profundización de la relación con nuestros pueblos hermanos de América Latina; la reformulación de las Fuerzas Armadas en un nuevo concepto de la Defensa Nacional y un nuevo sentido de su misión; la instalación de una política de Derechos Humanos basada en verdad y justicia; la recuperación del Estado en la seguridad social; la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo; el aumento histórico de fondos para la Educación y la Formación Profesional, concibiéndolas como una inversión antes que un gasto; la revalorización y el incremento presupuestario de la Ciencia y la Tecnología como factor de desarrollo; la instalación de la negociación colectiva y el Salario Mínimo, Vital y Móvil son algunos de los logros que no pueden caer en la desmemoria.
Existe una oportunidad histórica para volver a las grandes fuentes del Movimiento Nacional.
La agenda peronista debe conducirnos a la actualización del proyecto nacional, y en ese marco, confrontar con el neoliberalismo cuya expresión cabal es el Gobierno de la Ciudad por su incapacidad, ineficacia y desprecio por lo público.
Es importante y necesario recordar que frente a esta energía transformadora vuelven a levantarse las fuerzas de la reacción que sueñan con el Primer Centenario donde la Argentina era un granero para el mundo pero un territorio de injusticia para su propio pueblo. Coherente con esa visión, la batalla central donde estos dos proyectos dirimen su vigencia, además del campo electoral, está en la aplicación de la sancionada Ley de Medios y Servicios Audiovisuales, donde la derrota de los monopolios es la única garantía de una plena vigencia democrática.
Como dirigentes y militantes del peronismo porteño sentimos una enorme responsabilidad frente al desequilibrio que existe entre esta realidad nacional y nuestra escasa representación local. Es esencial alimentar con movilización y vocación de unidad, entre todas las fuerzas políticas que apoyan el proyecto nacional, nuestro accionar en el Distrito.
Para ello, los Peronistas Porteños, debemos reconocernos y superar la crisis con unidad estratégica.
Del laberinto de una realidad política fragmentada y decadente, de la que todos somos responsables, sólo se sale con visión y altura, es decir: retomando los grandes objetivos vigentes del pensamiento nacional y popular, para aplicarlos a una nueva estrategia de construcción de poder transformador. Porque la condición militante surge de la vocación y la experiencia, y no se improvisa; menos en los tiempos difíciles donde fracasan el clientelismo, el punterismo y el electoralismo vacíos de contenidos substanciales y ausentes de conducción real.
Tampoco sirve el sectarismo, que impide la tolerancia de la amplitud política; ni el amiguismo, que privilegia la falsa colaboración de los oportunistas, en vez de convocar a la lealtad y la excelencia que forman parte de nuestras reservas.
Movimiento o partido, desde ya, es una falsa opción, porque necesitamos la herramienta legal de la soberanía popular, sin la cual no hay democracia sino autoritarismo. Pero renegar del movimiento es frustrar aquello que nos destaca y distingue: ser una corriente inextinguible de participación y justicia social.
No se trata de reconocerle racionalidad propia a todo lo que logra imponerse circunstancialmente: una cosa es aceptar otra realidad y otra perdernos en ella, una cosa es actualizarse y otra cambiar de partido, como de prenda de vestir.
La única posibilidad de reconstruirnos es persuadir, unir y sincerarse; debatiendo francamente acerca de la situación presente y el futuro con libertad espiritual y política, en forma responsable y honesta.
Hoy, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en lugar de ser un motor del proyecto nacional, se ha transformado en un vagón retardatario gobernado por la incapacidad y los sectores del privilegio. Los festejos del Bicentenario pusieron en evidencia el estado de ánimo de la Argentina subterranea, aquella que no expresan los medios, la Argentina real, comprometida y orgullosa del devenir histórico de nuestra patria, que salió a la calle masivamente a combatir el discurso del desanimo sostenido por la oposición y la prensa monopólica.
Necesitamos avanzar en un camino de reconstrucción de nuestro poder local, y para ello nos sumamos con muchos dirigentes peronistas del Distrito con quienes hemos convocado al Cabildo Abierto del Bicentenario, donde junto a Néstor y Cristina y a todos los que se sientan convocados protagónicamente, hemos comenzado a caminar hacia la recuperación del Gobierno de la Ciudad.
Hemos iniciado esta convocatoria con la enorme emoción que todavía palpita en nosotros por lo vivido en las fiestas del Bicentenario, donde el pueblo argentino a lo largo y a lo ancho de la patria, pero con epicentro en esa enorme demostración que hizo en el corazón de nuestra ciudad, emergió con alegría y vocación de celebración. Otra vez el subsuelo de la patria, como aquel 17 de octubre de 1945 o el 17 de noviembre de 1972, desplegó su vocación de protagonismo para demostrar que sabe de qué se trata.
Todo aniversario es una oportunidad de reflexión y balance. En este caso es el aniversario de la Patria y eso nos convoca como actores políticos a renovar nuestro compromiso con ella y a reflexionar sobre nuestra práctica política. El Peronismo es la fuerza política argentina más importante del segundo siglo de nuestra Patria, la vigencia de su Doctrina y el ejemplo de vida de Juan y Eva Perón le siguen imprimiendo el enorme vigor que alimenta su capacidad de transformación de la realidad nacional. Su derrotero supo de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos, de extravíos y reafirmaciones. Pero recurrentemente, y a pesar de todo, siempre volvimos a nuestras esencias: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Solo así nos reconocíamos, solo así volvimos el 25 de mayo de 2003 a nuestra identidad.
Indudablemente la etapa vivida a partir de la crisis del 2001, que sembró de desaliento y pobreza nuestro país, es el aspecto en que nos interesa centrar nuestra reflexión. La profundidad de esa crisis tuvo en la construcción del proyecto iniciado en mayo del 2003, con la Presidencia de Néstor Kirchner y que hoy encabeza Cristina Fernández de Kirchner, una respuesta de magnitud revolucionaria. Se recuperaron las banderas del Justicialismo para impulsar un proyecto que, a partir de afirmar y expandir los derechos humanos, sociales, laborales y políticos de nuestro pueblo, le volvió a dar vigor al desarrollo nacional e instaló un debate ideológico que desde América Latina vuelve a tener vigencia internacional, particularmente si se analiza la crisis que con distintas características azota al mundo desde fines del 2008.
Las enseñanzas de Evita que afirmaba: “Donde hay una necesidad hay un derecho”, es el verbo del accionar político y de gestión de gobierno actual. Podríamos enumerar todas las acciones que justifican nuestra afirmación pero alcanza con señalar algunos hechos que nos identifican con cada lector peronista al que se dirigen estas palabras. El cambio sustantivo del modelo económico-productivo que permitió un crecimiento sostenido con inclusión social; la disminución progresiva del desempleo, el trabajo en negro y la pobreza; la revalorización de la Corte Suprema de la Nación en un cuerpo idóneo e independiente; la reorientación de la política exterior en base a nuestra conciencia histórica y contemplando los cambios de una nueva realidad mundial, así como la profundización de la relación con nuestros pueblos hermanos de América Latina; la reformulación de las Fuerzas Armadas en un nuevo concepto de la Defensa Nacional y un nuevo sentido de su misión; la instalación de una política de Derechos Humanos basada en verdad y justicia; la recuperación del Estado en la seguridad social; la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo; el aumento histórico de fondos para la Educación y la Formación Profesional, concibiéndolas como una inversión antes que un gasto; la revalorización y el incremento presupuestario de la Ciencia y la Tecnología como factor de desarrollo; la instalación de la negociación colectiva y el Salario Mínimo, Vital y Móvil son algunos de los logros que no pueden caer en la desmemoria.
Existe una oportunidad histórica para volver a las grandes fuentes del Movimiento Nacional.
La agenda peronista debe conducirnos a la actualización del proyecto nacional, y en ese marco, confrontar con el neoliberalismo cuya expresión cabal es el Gobierno de la Ciudad por su incapacidad, ineficacia y desprecio por lo público.
Es importante y necesario recordar que frente a esta energía transformadora vuelven a levantarse las fuerzas de la reacción que sueñan con el Primer Centenario donde la Argentina era un granero para el mundo pero un territorio de injusticia para su propio pueblo. Coherente con esa visión, la batalla central donde estos dos proyectos dirimen su vigencia, además del campo electoral, está en la aplicación de la sancionada Ley de Medios y Servicios Audiovisuales, donde la derrota de los monopolios es la única garantía de una plena vigencia democrática.
Como dirigentes y militantes del peronismo porteño sentimos una enorme responsabilidad frente al desequilibrio que existe entre esta realidad nacional y nuestra escasa representación local. Es esencial alimentar con movilización y vocación de unidad, entre todas las fuerzas políticas que apoyan el proyecto nacional, nuestro accionar en el Distrito.
Para ello, los Peronistas Porteños, debemos reconocernos y superar la crisis con unidad estratégica.
Del laberinto de una realidad política fragmentada y decadente, de la que todos somos responsables, sólo se sale con visión y altura, es decir: retomando los grandes objetivos vigentes del pensamiento nacional y popular, para aplicarlos a una nueva estrategia de construcción de poder transformador. Porque la condición militante surge de la vocación y la experiencia, y no se improvisa; menos en los tiempos difíciles donde fracasan el clientelismo, el punterismo y el electoralismo vacíos de contenidos substanciales y ausentes de conducción real.
Tampoco sirve el sectarismo, que impide la tolerancia de la amplitud política; ni el amiguismo, que privilegia la falsa colaboración de los oportunistas, en vez de convocar a la lealtad y la excelencia que forman parte de nuestras reservas.
Movimiento o partido, desde ya, es una falsa opción, porque necesitamos la herramienta legal de la soberanía popular, sin la cual no hay democracia sino autoritarismo. Pero renegar del movimiento es frustrar aquello que nos destaca y distingue: ser una corriente inextinguible de participación y justicia social.
No se trata de reconocerle racionalidad propia a todo lo que logra imponerse circunstancialmente: una cosa es aceptar otra realidad y otra perdernos en ella, una cosa es actualizarse y otra cambiar de partido, como de prenda de vestir.
La única posibilidad de reconstruirnos es persuadir, unir y sincerarse; debatiendo francamente acerca de la situación presente y el futuro con libertad espiritual y política, en forma responsable y honesta.
Hoy, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en lugar de ser un motor del proyecto nacional, se ha transformado en un vagón retardatario gobernado por la incapacidad y los sectores del privilegio. Los festejos del Bicentenario pusieron en evidencia el estado de ánimo de la Argentina subterranea, aquella que no expresan los medios, la Argentina real, comprometida y orgullosa del devenir histórico de nuestra patria, que salió a la calle masivamente a combatir el discurso del desanimo sostenido por la oposición y la prensa monopólica.
Necesitamos avanzar en un camino de reconstrucción de nuestro poder local, y para ello nos sumamos con muchos dirigentes peronistas del Distrito con quienes hemos convocado al Cabildo Abierto del Bicentenario, donde junto a Néstor y Cristina y a todos los que se sientan convocados protagónicamente, hemos comenzado a caminar hacia la recuperación del Gobierno de la Ciudad.
------------------------------------------------------------------
2 comentarios:
¿ Cuales son los dirigentes que participaron?Trabajo en una Institución del GCABA, y me cuesta identificar los referentes del FPV (salvo Filmus), espero que puedan corregir esta ausencia.
Va cayendo gente al baile (o "quebrando la espiral del silencio", como diría Artemio)...
http://ciudadfitopaez.blogspot.com/2010/05/fito-paez-el-kirchnerismo-me-entusiasma.html
Publicar un comentario