Serían las seis y cuarto de la mañana. Cuando el shampoo comenzaba a caer sobre mi cara en la radio empezó a sonar la publicidad de ese doctor que ofrece tratamientos personalizados para la osteoporosis... Terminó la tanda y la voz de un Nelson Castro patéticamente ofuscado con el gobierno me llevó a tomar la mejor decisión: Apagar la radio. Pensé entonces ¿Dónde está escrito que tenga que comenzar mis días padeciendo esta tortura?
Créase o no, desde entonces mejoraron mis despertares. Si años atrás había comprobado que se podía vivir sin recibir el diario por debajo de la puerta, ahora constataba que también se podía comenzar el día sin esa “máquina de dar máquina” en que se ha transformado la radio mañanera.
El silencio de las seis y media es saludable. Se enciende una hornalla, se prepara el mate. Si está fresco se prende la estufa, se le arriman unos mates a la esposa y se va preparando todo para esa batalla cotidiana de levantar a los críos, que arranca alrededor de las siete y finaliza 8 menos veinticinco generalmente con el tono de voz áspero, ese que les da la pauta de que se acabó la joda.
¿Y la radio, entretanto? Apagadita: Ni Magdalena, ni Longobardi, ni Biassatti, ni Castro, ni Majul... Nadie, nadie, nadie. Silencio. Sano silencio que es mejor que ese coro donde periodistas con agencias de publicidad propias y coproducciones con las grandes empresas multimediáticas me quieren hacer creer que son adalides de la libertad de opinión que en franca desventaja luchan contra un gobierno opresor y totalitario. El mismo gobierno que les extendió por mas de una década las licencias a Clarín y el puñado de empresas que controlan el espectro mediático argentino...
Un amigo me recomendó como alternativa a De Renzis, todo un show, pero en casa Splendid no se agarra y me lo pierdo.
¿La tele? La verdad la verdad, comenzar el día con la cara de Bonelli es demasiado. Ni cuatro Pérez Volpin (lo que es muchísimo) empardan tamaño bajón (¿Canal 13 no hizo estudios sobre el efecto de la cara de algunos presentadores de noticias sobre la población?)
¿El flaco Tognetti ganándose el pan como empleado de Hadad? Pobre, lo entiendo.
¿Un poco de FM? Y ahí se puede mejorar un poco. Desde las siete en La Metro Peña te puede sorprender en cualquier momento con lo impensado y la negra Vernaci siempre te puede salvar el día.
Pero la AM dejala ahí apagadita hasta que comienza “A troche y moche” por Nacional de lunes a jueves a las 22.30.
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